La reexportaci¨®n de tecnolog¨ªa y la adhesi¨®n al COCOM
No es poco frecuente que decisiones que dentro de un determinado contexto son esencialmente t¨¦cnicas se traten de justificar present¨¢ndolas como cumplimiento de valores superiores. Se trata de lo que los soci¨®logos del conocimiento denominan lectura ideol¨®gica: presentar desde valores totales lo que est¨¢ motivado y justificado por los intereses. Una explicaci¨®n evidente realizada a posteriori: primero, el c¨¢lculo del debe y del haber; luego, el bello ropaje general.El tema de la disciplina, aceptada o negociada, de la reexportaci¨®n de tecnolog¨ªas susceptibles de doble uso, civil y militar, ha recibido en ciertas informaciones y an¨¢lisis un tratamiento claramente ideol¨®gico. Aparece, asimismo, en este tipo de informaciones un mensaje -presentado subliminarmente o sin ambages-: ciertos departamentos y hombres p¨²blicos se opon¨ªan a la adhesi¨®n al COCOM, mientras que otros defend¨ªan tal opci¨®n a causa de una diferente apreciaci¨®n de la necesidad de facilitar la modernizaci¨®n tecnol¨®gica. Los primeros se centrar¨ªan en la preservaci¨®n de la soberan¨ªa nacional y ser¨ªan refractarios ante las necesidades tecnol¨®gicas; los segundos estar¨ªan m¨¢s a la altura de los tiempos y se embarazar¨ªan menos con el anacronismo de independencias nacionales sobrepasadas en la era de la interdependencia y de las limitaciones de la soberan¨ªa. Una especie de pol¨¦mica entre los cl¨¢sicos y los modernos.
El Ministerio de Asuntos Exteriores, durante mi gesti¨®n, habr¨ªa sido sensible en este y otros temas a las cuestiones de soberan¨ªa; impermeable o miope en temas relacionados con la recepci¨®n imprescindible de los nuevos procedimientos t¨¦cnicos y cient¨ªficos. Otros departamentos habr¨ªan adoptado la posici¨®n inversa. De ah¨ª una pugna que se habr¨ªa resuelto con el reajuste del Gabinete.
Tal planteamiento, ni hace justicia a Exteriores ni tampoco a sus supuestos opositores. Exteriores aparecer¨ªa como anacr¨®nico y empecinado, otros departamentos, como demasiado sensibles a la presi¨®n exterior. Mal papel para todos. Pero, sobre todo, lo que padece es la verdad, distorsionada en gracia a la espectacularidad. Pues nunca, ni en el seno del Gobierno ni en sus proximidades, se entabl¨® un debate en estos t¨¦rminos, sino que se realizaron estudios, an¨¢lisis t¨¦cnicos y se intercambiaron opiniones que pod¨ªan diferir en conclusiones, pero que se asentaban en posiciones de fondo en las que no se manifestaban discrepancias de ¨ªndole pol¨ªtica. Parece, pues, necesario que con la discreci¨®n l¨®gica en temas delicados se oriente a la opini¨®n.
Expuesto simplemente, el tema se sit¨²a en base a tres elementos: a) la necesidad que la econom¨ªa espa?ola tiene de recibir aportes tecnol¨®gicos que hagan posible la modernizaci¨®n de su sistema productivo industrial; b) el recelo de ciertos pa¨ªses exportadores de tecnolog¨ªa de que ciertos productos y procesos de uso civil, pero de eventual utilizaci¨®n militar, pudiesen ser reexportados a naciones pertenebientes a un bloque antagonista; e) el indudable car¨¢cter occidental de Espa?a y la voluntad de su Gobierno de contribuir, siempre en la medida de su soberan¨ªa y sin caer en dependencias incontrolables, a su solidez y defensa.
Podr¨ªa a?adirse otro factor, espero que no puesto en duda por nadie razonable: que la relaci¨®n con los occidentales, y en este caso con Estados Unidos, se sirve mejor en un plano de respeto mutuo y de no injerencia y que es tambi¨¦n esencial el saneamiento de la relaci¨®n evitar toda sombra de presi¨®n, no ya de imposici¨®n o mandato. De dejar planear sombras en este punto se provocan reacciones y se crean malestares no siempre f¨¢ciles de disipar.
No es sano, en efecto, que la opini¨®n nacional pueda entender que se le ha impuesto algo simplemente porque la relaci¨®n de poder sea desequilibrada. Ni conviene, ciertamente, a Estados Unidos esta apariencia: de ir implantando sus criterios sin atender a las razones de sus socios. Conviene, por el contrario, que el trato tenga en cuenta los leg¨ªtimos intereses de ambas partes. Poco servicio prestan, pues, a la relaci¨®n hispanoamericana quienes, por tropismo u oportunismo, aparecen, inconscientemente sin duda, justificando una cesi¨®n en base a una diferente ca pacidad de presi¨®n.
Presentar a los defensores de una tesis t¨¦cnica como David ante el poderoso es ejercicio vistoso, pero peligroso y poco ajustado a la realidad; hacer aparecer la opci¨®n contraria como prueba de acertado realismo ti?e a sus defensores de una actitud psicol¨®gica y pol¨ªtica que no merecen.
El Ministerio de Asuntos Exteriores, durante mi gesti¨®n, ha sido siempre favorable a la importaci¨®n de tecnolog¨ªa de punta. Durante aquel per¨ªodo se han celebrado importantes acuerdos de cooperaci¨®n econ¨®mica que reglan este importante tema. En lo que se refiere a Estados Unidos, se llev¨® a las Cortes el Acuerdo de Amistad y Cooperaci¨®n y los acuerdos complementarios de Cooperaci¨®n T¨¦cnica y Cient¨ªfica y el referente a armamento. Los productos militares no han planteado cuesti¨®n alguna, perfectamente encuadrado el tema en los acuerdos y en el funcionamiento de los comit¨¦s y del mismo Consejo Hispano-Norteamericano, que han sido vitalizados en los dos ¨²ltimos a?os.
La cuesti¨®n que exig¨ªa trato y di¨¢logo era el del futuro destino de productos civiles, pero susceptibles de utilizaci¨®n militar. El Gobierno parti¨® de dos principios: el reconocimiento del inter¨¦s leg¨ªtimo de Estados Unidos en que tal operaci¨®n no redundase en una disminuci¨®n relativa de su seguridad; que la transferencia de tecnolog¨ªa en Espa?a fuese tal y no un simple pr¨¦stamo o coloniaje que no permitiese a nuestro pa¨ªs una posesi¨®n y dis-
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posici¨®n efectivas, tanto de lo transferido como de lo desarrollado en base a la transferencia inicial.
Sobre estas bases, en las que coincid¨ªan los distintos departamentos, se aceptaba la necesidad de establecer el sistema m¨¢s adecuado y equitativo. Cab¨ªa ofrecer garant¨ªas adoptadas conforme a nuestro proceso administrativo y jur¨ªdico que satisficiese al exportador -de ah¨ª las consultas y negociaci¨®n- o adherir a un organismo, el Comit¨¦ Multilateral de Exportaciones (COCOM), creado en 1974, en el que participan los pa¨ªses partes del Tratado del Atl¨¢ntico Norte -salvo Islandia- y el Jap¨®n.
Despu¨¦s de trabajos profundos y detallados de una comisi¨®n interministerial, se redact¨® una orden ministerial del Ministerio de Econom¨ªa y Hacienda, con fecha de 5 de junio de 1985, que establec¨ªa un control semejante al practicado por los propios pa¨ªses del COCOM -certificado de importaci¨®n m¨¢s certificado de verificaci¨®n de entrada-, sistema adoptado por otros pa¨ªses, como Suiza. Con este sistema equilibrado, cualquier Gobierno exportador de tecnolog¨ªa sensible dispon¨ªa de garant¨ªas suficientes. Al mismo tiempo se evitaba que Espa?a tuviese que publicar una lista de pa¨ªses embargados, as¨ª como embargar su propia tecnolog¨ªa de doble uso a dichos pa¨ªses. S¨®lo se prohibir¨ªa la reexportaci¨®n a petici¨®n concreta e individualizada del pa¨ªs exportador a Espa?a.
Hay que a?adir que la participaci¨®n de Espa?a en el COCOM tampoco resuelve todos los problemas de transferencias de tecnolog¨ªa de doble uso, ya que la lista de los embargados por Estados Unidos es m¨¢s extensa que la del COCOM, con lo que, parad¨®jicamente, hab¨ªa que volver en algunos casos al sistema de la orden de 5 de junio de 1985.
Naturalmente, el Gobierno est¨¢ legitimado para, en una reflexi¨®n posterior, llegar a la conblusi¨®n de que era m¨¢s conveniente adherir al COCOM. Es una cuesti¨®n opinable. Lo que creo que no conviene a nadie -es necesario que alguien lo diga con libertad- es que los medios justifiquen esta nueva reflexi¨®n en base a una supuesta presi¨®n consistente en dificultar el establecimiento de ATT en Espa?a. Tal presi¨®n, de existir -y yo no he tenido conocimiento preciso de ella durante mi gesti¨®n-, no ser¨ªa admisible, puesto que el pa¨ªs exportador ten¨ªa, y as¨ª lo reconoc¨ªa, garant¨ªas suficientes. Quienes esto afirman deber¨ªan probarlo.
Aceptar el inter¨¦s leg¨ªtimo del exportador es l¨®gico y correcto. Adelantar versiones, sin duda carentes de base, de cesi¨®n, no corresponde a la seriedad y responsabilidad de un Gobierno cuyos departamentos se han inspirado siempre en una misma actitud de defensa de la mejor posici¨®n espa?ola.
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