Estudiantes, 84; Cajamadrid, 75
El Estudiantes resolvi¨® su enfrentamiento regional con el Cajamadrid con estrecheces. Necesit¨® jugar con perros de presa en un principio para luego abusar de la autoridad de Vicente Gil, que decidi¨® unilateralmente arreglar las cosas en la segunda parte. Aun as¨ª, tres canastas de tres puntos obligaron a la Demencia a apretar las cuerdas vocales. Porque el Cajamadrid, dentro de un partido emotivo, con minutos desafortunados por ambas partes, estuvo siempre ah¨ª, cerca, con el gatillo preparado para dar el tiro de gracia, que tuvo Beir¨¢n en sus manos, fuera de la l¨ªnea de 6,25 metros.Garrido, t¨¦cnico estudiantil, orden¨® a Coll secar a Beir¨¢n, c¨¦rtero tirador del Cajamadrid en los ¨²ltimos tiempos. Beir¨¢n llegaba al Magari?os con fama reciente de buen ejecutor de la suerte de encestar. Era el enemigo n¨²mero uno y Coll, ya experto en las funciones represivas, se convirti¨® en su sombra. Tard¨® su tiempo en ser efectivo porque ha de calentarse en el juego, pero cumpli¨®. Beir¨¢n acertaba una canasta de tres puntos en los minutos iniciales, pero se olvidaba ya casi para el resto.
A pesar de ese triunfo parcial y de que el Estudiantes logr¨® despegarse por 10 puntos, el Cajamadrid utiliz¨® una zona 2-3 para controlar la situaci¨®n e igualar el encuentro. La lucha por el dominio del partido motiv¨® unos minutos de fuerte lucha, pero nefasta eficacia. En cuatro minutos, una canasta. En el descanso, 36-32.
En la reanudaci¨®n Beir¨¢n fallaba cuatro tiros seguidos -Coll triunfaba en toda regla- y pasaba al banquillo. Mientras, Dickema no era resolutivo ante la defensa de Montes, un jugador que decide en ataque y sirve tambi¨¦n para perro de presa, situaci¨®n general que movi¨® a Vicente Gil a decidir el encuentro. Gil abus¨® de individualismo, pero se puso a resolver el 90% de cada jugada con sus filigranas, su dominio del bote, su juego de ardilla, sus acciones de peque?a liebre que conoce el camino y sabe d¨®nde est¨¢ cada agujero para esconderse. Lo bueno es que lo hace todo con la pelota en la mano. El resto, un pase al jugador desmarcado, preferentemente PP none. As¨ª, el Estudiantes enfoc¨® el partido sin pasar de los 12 puntos, sin relajamiento, pero con la oportunidad de llegar con ocho de margen a falta de 1.41 minutos. Fue entonces cuando otro Gil, Carlos, muy joven, emul¨® al maestro.
Carlos Gil, no emparentado con el internacional en modo alguno, tir¨® sin remordimientos por los tres puntos y meti¨® la pelota. Era su tercer triple. Dickerna multiplicaba tambi¨¦n. Total: 78-75, a falta de 1.13. Fue entonces cuando Beir¨¢n, quiz¨¢s contagiado, no pens¨® un momento en ejecutar un nuevo disparo desde la l¨ªnea de 6,25. No esper¨® un segundo y fall¨®. El Estudiantes se aprovech¨® de ello.
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