EI 'new look' de la 'belle ¨¦poque'
El hotel Ritz cumple 75 a?os el pr¨®ximo mi¨¦rcoles
El madrile?o hotel Ritz limita al Norte con un obelisco que recuerda a los h¨¦roes del 2 de mayo y con el edificio de la Bolsa; al Sur, con el Museo del Prado; al Este, con el Retiro, y al Oeste, con la fuente de Neptuno. La Cibeles, el Banco de Espa?a, el Congreso de los Diputados, la iglesia de los Jer¨®nimos, la Academia de la Lengua y el Cas¨®n del Buen Retiro quedan tambi¨¦n muy cerca, en otras direcciones de la rosa de los vientos.
Cuando el rey Alfonso XIII inaugur¨® este hotel, de gran lujo, el 2 de octubre de 1910, la suite costaba siete pesetas diarias. Hoy cuesta 60.000. Por los salones y habitaciones del edificio han pasado en estos 75 a?os todos los protagonistas de la historia del siglo, desde los duques de Windsor a los pr¨ªncipes de M¨®naco, desde Durruti a Heinrich Himmler."Aqu¨ª no vendemos nostalgia", manifiesta John Macedo, director general del hotel. Hace apenas tres a?os la facturaci¨®n a¨²n se hac¨ªa a mano y no se admit¨ªan tarjetas de cr¨¦dito. Ahora, la casa est¨¢ a punto de comprar un ordenador. Es el signo de los tiempos.
En marzo de 1982, la Trusthouse Forte, una empresa brit¨¢nica que posee m¨¢s de 800 hoteles en todo el mundo, nombr¨¦ director general del hotel Ritz de Madrid a John Macedo, un brit¨¢nico nacido en Gibraltar y formado en la escuela de hosteler¨ªa de Lausanne (Suiza) y en la cadena norteamericana Intercontinental.
Los viejos hoteles venerables corren el riesgo de convertirse en museos, casi en panteones. El Ritz languidec¨ªa recordando el tiempo de los tes danzantes. Macedo se encerr¨® en su despacho con revistas y peri¨®dicos de principios de siglo y con los documentos y planos originales del hotel. Primero escribi¨® a los antiguos clientes para saber las causas de su alejamiento. Despu¨¦s quit¨® falsos techos y puso artesonado, revoc¨® fachadas, modific¨® claraboyas, recuper¨® molduras, retapiz¨® muebles, encarg¨® grandes alfombras de nudos, marmoriz¨® columnas y sac¨® brillo a las viejas cuberter¨ªas de oro y plata. Pero tambi¨¦n ampli¨® la capacidad de la centralita telef¨®nica, abri¨® salones para convenciones, encarg¨® un ordenador.
Una boda del novecientos
El Ritz ha pasado en estos tres a?os de una tasa de ocupaci¨®n que no llegaba al 30% a una que sobrepasa el 70%.
Cuando, en 1906, Alfonso XIII contrajo matrimonio con Victoria Eugenia, muchos de los invitados hubieron de alojarse en palacios privados por no existir en Madrid un hotel de lujo al estilo de los que ya eran frecuentes en las grandes capitales europeas. Aquella circunstancia hizo que el propio rey sugiriera a un grupo de arist¨®cratas y financieros la creaci¨®n de un hotel de esas caracter¨ªsticas.
La compa?¨ªa se fund¨® en 1908. Luis de Cuadra y Ra¨²l, marqu¨¦s de Guadalmina, fue su primer presidente. El hotel se construy¨® en el plazo r¨¦cord de dos a?os y cost¨® seis millones de pesetas. Ten¨ªa ascensores as¨ª como tel¨¦fono en cada piso, lo que en la ¨¦poca era el ¨²ltimo grito.
Durante la I Guerra Mundial, el Ritz fue refugio de muchas ilustres familias de la alta sociedad europea, que hu¨ªan de los pa¨ªses en conflicto b¨¦lico. Por entonces, la propiedad del hotel ya estaba en manos de la familia belga Marquet, que lo administrar¨ªa durante tres generaciones.
Otra guerra, la espa?ola, hizo del hotel hospital de campa?a de las Milicias Confederales de Catalu?a. All¨ª condujeron un fr¨ªo d¨ªa de noviembre de 1936 al l¨ªder anarquista Buenaventura Durruti, herido de bala en la Ciudad Universitaria. Durruti muri¨® en la madrugada del 20 de noviembre en la habitaci¨®n 27 del primer piso del Ritz.
Los a?os de ¨¦xito del hotel de cadena fueron los m¨¢s duros para el Ritz. Los Marquet acabaron vendi¨¦ndolo en 1979 a Enrique Mass¨®, que hab¨ªa sido alcalde de Barcelona y que se hizo tambi¨¦n con la propiedad del Palace. Poco despu¨¦s, en diciembre de 1981, Mass¨® vendi¨® el Ritz a Trusthouse Forte en 4,4 millones de libras, casi 1.000 millones de pesetas. Desde entonces, la compa?¨ªa brit¨¢nica ha invertido 1.100 millones m¨¢s en la reforma del hotel. La operaci¨®n fue un ¨¦xito, ya que a los 10 meses de gesti¨®n ya se obtuvieron beneficios.
"El buen pa?o en el arca no se vend¨ªa", afirma Carmen Roy, directora de ventas y relaciones p¨²blicas del Ritz. Los nuevos tiempos han hecho que el hotel haya montado pabell¨®n propio en la Feria Internacional de Turismo (Fitur) en las ¨²ltimas tres ediciones, promoci¨®n que hubiera escandalizado hace muy poco tiempo.
Dos distintas clasificaciones sit¨²an actualmente al Ritz entre los mejores hoteles del mundo. Una de ellas, confeccionada por un grupo de banqueros norteamericanos, le da el d¨¦cimo puesto. La otra, europea, le sit¨²a en el tercer lugar, s¨®lo superado por el Okura, de Tokio, y por el Mandar¨ªn, de Hong Kong.
Intimidad del cliente
Una de las normas m¨¢s estrictas de la casa est¨¢ encaminada a preservar la intimidad del cliente. "Aqu¨ª podr¨ªa hospedarse el propio Papa sin que nadie supiera por nosotros su presencia", declara Carmen Roy. La n¨®mina de personalidades del mundo de la pol¨ªtica, las finanzas o la cultura que han dormido en estas habitaciones es, por tanto, tan extensa como reservada. Uno de los ¨²ltimos overbookings se produjo en la pasada primavera, cuando jefes de Estado y de Gobierno de Portugal y de los 10 pa¨ªses miembros de la CEE se hospedaron en el hotel con motivo de la firma del tratado de adhesi¨®n de Espa?a a las Comunidades. Aquel atardecer, el Ritz y el Palacio Real eran los dos destinos de un trayecto que recorr¨ªan los m¨¢s nombrados personajes de la pol¨ªtica del Viejo Continente. Alfonso XIII, que no tuvo d¨®nde alojar a los invitados a su boda, hubiera sonre¨ªdo con complacencia.
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