Volar no es para hombres
Birdy es una pel¨ªcula t¨¦cnicamente irreprochable, fabricada por profesionales competentes, de manera que no hace falta extenderse sobre la calidad de la fotograf¨ªa el sonido, la interpretaci¨®n, los efectos o los decorados. El director, Alan Parker, el hombre de El expreso de medianoche o de Fama, por citar dos de sus mayores ¨¦xitos, domina a la perfecci¨®n todos los trucos narrativos, toda la carpinter¨ªa trabajosamente levantada por los cineastas de los a?os sesenta.Birdy es una f¨¢bula sobre la libertad. Sus protagonistas son dos muchachos y la amistad que les une. Una experiencia traumatica -un Vietnam en el -que las, cosas no les salen tan bien como a Rambo- har¨¢ que uno de ellos enloquezca definitivamente y lo que era pasi¨®n de ornit¨®logo amateur se transforme en otra cosa: el chico se cree un p¨¢jaro, sue?a s¨®lo con volar, cosa que ni su familia ni los psiquiatras no est¨¢n dispuestos a permitir.
Birdy
Director: Alan Parker. Gui¨®n de Sandy Kroopf y Jack Behr basado en la novela hom¨®nima de William Wharton. Fotograf¨ªa: Michael Seresin. M¨²sica: Peter Gabriel. Productor: Alan Marshall. Norteamericana, 1985. Int¨¦rpretes: Matthew Modine, Nicolas Cage, John Harkins, Sandy Baron, Karen Young y Bruno Kirby. Estreno en Madrid en los cines California y Cid Campeador.
Pues bien, cuando los dos h¨¦roes consiguen escapar de las jaulas institucionales y se lanzan a una loca carrera por tejados y azoteas, hay un momento en que la planificaci¨®n, la m¨²sica, el cl¨ªmax por decirlo con pertinencia, nos sugiere que van a lanzarse al vac¨ªo. ?Volar¨¢n o se estrellar¨¢n contra el suelo, acabar¨¢n bien o mal esta f¨¢bula sobre el derecho a so?ar del individuo? El plano siguiente y ¨²ltimo nos descubre que el supuesto precipicio no es m¨¢s que un desnivel de unos pocos cent¨ªmetros de altura, cerr¨¢ndose as¨ª, con un chiste, un filme pesadamente simb¨®lico.
En esa broma ¨²ltima est¨¢ todo Parker. Si El expreso de medianoche simulaba ser un alegato antidictatorial y era un producto racista en el que los turcos aparec¨ªan como seres intr¨ªnsecamente perversos, en Birdy el humor se utiliza para enmascarar la trivialidad del mensaje. Porque ?hay otra v¨ªa a trav¨¦s de la cual Parker pudiera decirnos que todo lo que nos ha explicado no debe tomarse al pie de la letra?
Este negarse a asumir su condici¨®n de mensajista es lo que irrita en Birdy. La f¨¢bula puede ser m¨¢s o menos inteligente, uno podr¨¢ emocionarse o no con las desventuras del protagonista pero lo que no es admisible es que se practique un tipo de cine y no quiera reconocerse. Las pel¨ªculas con mensaje son buenas o malas independientemente del mismo. Lo que es impensable es un buen filme que no signifique nada.
El temor a dar un punto de vista, a opinar, es hijo de una desorientaci¨®n l¨®gica pero eso no vale para Parker. ?l sabe ser racista o mit¨®mano, cuando le ha convenido ha jugado la carta antimilitarista en The wall y en Birdy se lanza a un paneg¨ªrico del derecho de la persona a su locura, una huida de una realidad agobiante. La glosa es pobre y simple, pero mejor era no camuflarla. Si se hace responde ¨²nicamente a los imperativos de la moda y eso, por mucho que el director maneje con habilidad los mecanismos de impacto sobre el espectador, es deshonesto.
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