Un drogadicto, encerrado seis horas en su piso, dispar¨® cinco veces a la calle
Domingo Diego ?lvarez, un drogadicto de 20 a?os, permaneci¨® ayer, durante m¨¢s de seis horas, encerrado en su domicilio del barrio de San Jos¨¦, de Salamanca, con una escopeta de ca?ones recortados, con la que efectu¨® cinco disparos hacia el exterior, sin herir a nadie. A las 16.30, varios amigos lograron convencerle para que se entregara a la polic¨ªa, que acordonaba los alrededores de la vivienda, con la condici¨®n de que le internaran inmediatamente en un centro de rehabilitaci¨®n.
Domingo Diego, Mingui, hab¨ªa pedido dinero a su madre, a primeras horas de la ma?ana, para adquirir hero¨ªna. Al parecer, ¨¦sta se lo deneg¨®, y a las 11.30 horas el joven, apostado junto a una ventana del edificio, efectu¨® el primer disparo hac¨ªa el exterior. A partir de ese momento, despu¨¦s de haber recibido una dosis de metadona, el joven lleg¨® a un estado lamentable, seg¨²n uno de los amigos a los que la polic¨ªa recurri¨® para hablar con el joven, "por ponerse tres o cuatro chutes y tomarse una caja de Roches".Domingo Diego tiene otros nueve hermanos. El domicilio familiar se encuentra en la calle Maestro Gerardo Gombau, en el barrio de San Jos¨¦ de Salamanca, una barriada de altos. edificios de car¨¢cter social, que registra el m¨¢s alto ¨ªndice de drogadicci¨®n entre la juventud salmantina.
La expectaci¨®n que gener¨® el suceso en la barriada deriv¨®, a lo largo de las horas que dur¨® el mismo, hacia la comprensi¨®n general de la actitud del joven por parte del vecindario, sobre todo cuando se enteraron del deseo del joven drogadicto: entrar directamente en un centro de rehabilitaci¨®n.
"Eso es lo que tienen que hacer ustedes, o los Gobiernos. Ponernos un centro donde puedan ir todos. Eso es lo que necesitamos. Y a ver si ahora no le enga?an y le llevan a la c¨¢rcel", reclamaba, con el asentimiento general, una mujer del barrio al finalizar el suceso.
Dani, uno de los j¨®venes que subi¨® al piso, en cuyo cuarto de estar se encontraba Domingo Diego, manten¨ªa en sus manos, despu¨¦s de que el coche policial hubiera abandonado el lugar, un crucifijo. "Me jur¨® sobre esto que se entregaba si lo llevaban. Yo he hecho de intermediario porque le van a llevar a un centro", repet¨ªa.
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