Un 'seiscientos', residencia de ocho personas
Maravilla, de poco m¨¢s de dos a?os de edad, deambula desnuda entre basuras y cristales. Su hermana peque?a, Azucena, gimotea sobre una manta. Las moscas acuden en bandada a la herida que tiene en la nariz. Las dos ni?as esperan, junto a sus cuatro hermanos, la llegada de sus padres, Miguel y ?ngela. Su vivienda es un viejo seiscientos en un solar de Alcorc¨®n (Madrid), donde sobreviven gracias a la ayuda de algunos vecinos.
?Cuando lleguen el fr¨ªo y las primeras lluvias?", se pregunta Miguel, con un tartamudeo insistente que entrecorta sus palabras. "Nos metemos todos en el seiscientos, como sea. No tenemos a d¨®nde ir y vivimos de lo que nos da la gente y de la venta de estampas religiosas a 100 pesetas".Miguel Peralta y ?ngela Garc¨ªa Manzanares se casaron en Valencia hace nueve a?os. All¨ª viv¨ªan en una peque?a chabola que qued¨® destruida a causa de las inundaciones que asolaron la regi¨®n valenciana hace tres a?os. Entonces decidieron venirse a Madrid para vivir en un torre¨®n abandonado, en Legan¨¦s. De all¨ª fueron expulsados hace poco m¨¢s de una semana.
Miguel meti¨® a su familia en el viejo seiscientos, "que deja de funcionar en cuanto se calienta el motor", y fue a parar al solar situado al final de la calle de Venus, el jueves de la semana pasada.
Miguel y ?ngela aparentan m¨¢s a?os de los que dicen tener, 35 y 29, respectivamente. Sus hijos ni siquiera saben la edad que tienen. "Nos quej¨¢bamos con Franco, pero ahora seguimos viviendo igual de mal", dice Miguel. "Lo ¨²nico que interesa es tapar la miseria. Hace unos d¨ªas vino un polic¨ªa y lo que nos dijo es que fu¨¦ramos m¨¢s lejos para que no se nos viera".
Los vecinos de la calle de Venus ayudan como pueden a la familia, sobre todo a los ni?os, a la espera de que alg¨²n organismo p¨²blico se ocupe de poner fin a esta situaci¨®n "propia de cualquier pa¨ªs tercermundista".
"Les traemos diariamente algo de comida", explica una vecina, "lavamos a los ni?os y hacemos lo que est¨¢ en nuestra mano. Hemos pedido ayuda varias veces a la Polic¨ªa Municipal, hasta ahora sin ¨¦xito".
Miguel, que deja asomar sobre la piel gran cantidad de tatuajes, ignora los tr¨¢mites necesarios para poder conseguir asistencia social o una vivienda. "Lo ¨²nico que pido", dice, "es una ayuda o un trabajo para poder sobrevivir".
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