El Barcelona aprovech¨® el desbarajuste del Cajamadrid
El Cajamadrid, a fuerza de fracasar, ha conseguido crear una imagen de equipo, desafortunada por otra parte. Ayer con unos jugadores que en el 90% de los casos son nuevos en la entidad, realiz¨® un espect¨¢culo tal de desorden y desbarajuste que, m¨¢s que repetici¨®n, fue una superaci¨®n de anteriores descalabros. El Cajamadrid se ha superado a s¨ª mismo, mientras Tom¨¢s Gonz¨¢lez no pudo dejar mejor ejemplo de que no controla a un equipo. Ante ese cuadro, un Barcelona todav¨ªa en ciernes se limit¨® a hartarse de tiros y rebotes. Epi y Sibilio pudieron explayarse con la canasta de tres puntos y Ortiz, descubrimiento de Aito, sumar una brillante actuaci¨®n.El Barcelona sali¨® tan en tromba que el partido amenazaba acabarse nada m¨¢s empezar. No s¨®lo era elocuente el 0-7 inicial, que se convirti¨® en un 5-16, sino las maneras agresivas del equipo azulgrana, fulminante en defensa y en ataque. Era, desde luego, una premonici¨®n. El Cajamadrid reaccion¨® durante tres minutos y se acerc¨® a un 15-18 que hac¨ªa esperar un gran partido porque, por unos instantes, se presenciaba un juego muy vivo, pero exacto. Fue un espejismo porque el Barcelona, sin apretar demasiado, se lleg¨® a colocar en un 22-34. A partir de ah¨ª s¨®lo hubo un protagonista: el Cajamadrid y su propia identidad.
El Cajamadrid parece empe?ado en convertirse en un equipo de juego desequilibrado, hist¨¦rico cabr¨ªa decir cuando alcanza sus notas culminantes. Antes se achacaba este car¨¢cter a extranjeros mal seleccionados o a la vehemencia de los hermanos Llorente. Pero ahora el Cajamadrid ha fichado a gente la mar de seria, jugadores que no sonr¨ªen con facilidad, y parece dar lo mismo.
Porque, ya en la primera parte, con el partido por decidir, se observaron dos circunstancias ejemplares. En una, los jugadores locales intentando ordenar una defensa que dejaba un ostensible hueco por el centro; cuando se estiraban, entraba Wiltjer desmarcado y, cuando se encoj¨ªan, Epi y Sibilio se levantaban tranquilamente para meter canastas de tres puntos. Luego, con el partido por decidir, Tom¨¢s Gonz¨¢lez orden¨® la entrada de Marcos y Gil, dos jugadores que, juntos, suman la edad de Juan de la Cruz. Todos se empe?aban en perder. As¨ª que el Barcelona no ten¨ªa otro remedio que ganar.
Aito pudo mover, pues, su banquillo para darse gusto al gusto Por ejemplo, mantener a Ortiz casi 30 minutos y permitirle una actuaci¨®n brillante. Ortiz domin¨® el rebote incluso en ausencia de su compa?ero Wiltjer: es un luchador nato, un joven sin complejos, de fuerte complexi¨®n y larga mano que defendi¨® bien a Orenga y Knego, puso tapones de forma implacable y se fue soltando en ataque. A todo ello Ortiz une velocidad y facilidad de movimientos. No es un estilista; es un hombre duro, pero r¨¢pido. Aito, una vez m¨¢s, habr¨¢ descubierto otro jugador.
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