Los socialistas franceses pactan una tregua

El congreso del Partido Socialista franc¨¦s (PS) se clausur¨® ayer en Toulouse con una moci¨®n de s¨ªntesis, aprobada por unanimidad, en la que se recoge una veintena de enmiendas presentadas por Michel Rocard y destinadas a subrayar el car¨¢cter socialdem¨®crata de la pol¨ªtica econ¨®mica del PS. Las negociaciones sobre el texto definitivo de la moci¨®n se prolongaron hasta la madrugada de ayer, domingo. Las dos corrientes representadas en el congreso (mitterrandistas, radicales del CERES y Pierre Mauroy, por un lado, y rocardianos por otro) eran conscientes de que, a s¨®lo cinco meses de las elecciones legislativas, los socialistas no pod¨ªan abandonar Toulouse sin llegar a un acuerdo.
El debate interno fue duro y, como demostraron las intervenciones posteriores, rocardianos y mitterrandistas mantienen las espadas en alto hasta marzo de 1986, fecha de las elecciones legislativas. La satisfacci¨®n por la s¨ªntesis lograda no ocult¨® la existencia de fuertes diferencias y el clima de desconfianza en el que se mueven dos sectores del partido. M¨ªchel Rocard, que en los tres d¨ªas que dur¨® el congreso no logr¨® arrancar pr¨¢cticamente el aplauso un¨¢nime de los 1.500 delegados, soport¨® repetidos puyazos de otros oradores y algunos abucheos. El ex ministro de Agricultura, impasible, pronunci¨® un discurso brillante, pero poco mitinero, en el que defendi¨® testarudamente su teor¨ªa sobre el socialismo moderno y sobre el papel que debe jugar el PS.Michel Rocard procur¨® no irritar al congreso, pero no ocult¨® que estar¨¢ alerta para impedir que, a la hora de la verdad (el pr¨®ximo mes de noviembre, cuando se redacte el programa electoral), se olviden sus enmiendas y sus cr¨ªticas. En dos ocasiones, el ex ministro de Agricultura insisti¨® en que la s¨ªntesis no ser¨ªa una realidad hasta que estuviera plasmada en ese otro documento. Delegados de su corriente, por su parte, recordaban que el acuerdo implica tambi¨¦n un justo reparto de puestos en las listas electorales de 1986.
Rocard se sac¨® la espina de su primera intervenci¨®n, cuando asombr¨® por su complacencia y discreci¨®n. Una vez lograda la tan ansiada s¨ªntesis, el ex ministro de Agricultura volvi¨® con energ¨ªa a la batalla: modernizar el socialismo franc¨¦s. "Hemos andado bastante camino unos hacia otros porque exist¨ªa una fuerte voluntad pol¨ªtica de acuerdo. La primera condici¨®n para la victoria en 1986 est¨¢ cumplida, y yo creo que no existe una fatalidad que nos tenga que llevar al fracaso", afirm¨®, para pasar inmediatamente a los puntos pol¨¦micos. "Me alegro de que no haya existido desacuerdo a la hora de marcar el papel de la empresa como unidad de producci¨®n y sobre el papel de un mercado de econom¨ªa abierta y competitiva. Me alegro tambi¨¦n de que se imponga la l¨®gica del compromiso social como m¨¦todo de transformaci¨®n dernocr¨¢tica de las sociedades modernas". Rocard resumi¨® en pocas palabras su concepto del socialismo de hoy d¨ªa, un socialismo capaz de redefinir el papel del Estado, no como productor sino como regulador de la vida econ¨®mica y social, capaz de favorecer la autonom¨ªa y la iniciativa de los interlocutores sociales. "Menos reglamentos, m¨¢s negociaci¨®n, menos leyes, m¨¢s contratos. Menos tutela, m¨¢s responsabilidad", afirm¨®.
Candidato presidencial
El ex ministro de Agricultura, candidato a las elecciones presidenciales de 1988, explic¨® que hab¨ªa resultado dif¨ªcil llegar a un compromiso sobre el balance de los cuatro a?os de gobierno socialista. El texto aprobado finalmente modifica la propuesta del primer secretario, Lionel Jospin, para quien "despu¨¦s de un relanzamiento justificado de la econom¨ªa, el Gobierno tuvo que preocuparse m¨¢s del equilibrio". Rocard consigui¨® imponer una redacci¨®n en la que se suprime el adjetivo y se explica simplemente que "correspond¨ªa a los compromisos contra¨ªdos". "As¨ª", dijo Michel Rocard, provocando un sonoro abucheo, "cada uno tiene la libertad de pensar si ese compromiso electoral fue conveniente o no".La respuesta de Lionel Jospin no se hizo esperar: "Michel", dijo, .nos sorprender¨¢ siempre". El primer secretario del PS imprmilo un tono popular a su discurso, encaminado a reconfortar la moral de los militantes, que temen una derrota espectacular en marzo de 1986. "Hemos hecho una buena s¨ªntesis y un buen congreso; ahora hay que ponerse a trabajar para convencer a los franceses de que nos renueven la confianza". El primer secretario repiti¨® varias veces su llamamiento a la izquierda y, en concreto, a los militantes comunistas, para que vuelvan a votar al PS, que es, dijo, el mismo que apoyaron en 1981. Tras un caluroso recuerdo de Frangois Mitterrand, "que no participar¨¢ en la batalla electoral, pero que est¨¢ en nuestro recuerdo y en nuestro coraz¨®n, y a quien enviamos nuestro agradecimiento", invit¨® a Chev¨¦nement, Rocard y al primer ministro, Laurent Fabius, a compartir los aplausos.
El congreso de Toulouse puede representar el copaienzo de la definitiva modernizaci¨®n del PS, expl¨ªcaba uno de los portavoces de Rocard. "La nueva direcci¨®n, en la que estamos representados, dar¨¢ instrucciones para una nueva redacci¨®n de la declaraci¨®n de principios del partido, que sigue conteniendo absurdas alusiones a la ruptura con el capitalismo". La batalla de M¨ªchel Rocard, sin embargo, no ha hecho m¨¢s que empezar. El ex ministro de Agricultura, que ha constatado una vez m¨¢s que su popularidad nacional no se traduce en las filas del PS, tiene que lograr en el plazo de dos a?os que ese rechazo se traduzca enapoyo si quiere acudir a las elecciones presidenciales de 1988 con el respaldo de un partido. Toulouse le ha abierto una puerta, pero le ha ense?ado tambi¨¦n que Laurent Fabius, pr¨¢cticamente desconocido hace unos pocos a?os, es capaz de presentarse hoy en un congreso del PS como si fuera el hijo de Mitterrand, su sucesor.
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