Lorin Maazel, un l¨ªder musical
Contin¨²a el desfile de grandes orquestas por el escenario del teatro Real, tra¨ªdas unas por el Festival de Oto?o y otras por el Ministerio de Cultura mediante la Orquesta Nacional de Espa?a (ONE). Despu¨¦s de la de Par¨ªs, con Barenboim, han seguido la Orquesta Sinf¨®nica de Bamberg (Rowicki) y la Orquesta Nacional Francesa (Lorin Maazel), a las que suceder¨¢n, inmediatamente, la Nacional Acad¨¦mica de la URSS (Svetlanov) y la RAI. de Tur¨ªn (Armando Krieger).Lorin Maazel (55 a?os), adem¨¢s de ser famoso, es director muy querido por nuestro p¨²blico. Hace casi 30 a?os se present¨® con la Orquesta Nacional y el violinista Ferr¨¢s y llam¨® la atenci¨®n con Petrouchka y el Poema del ¨¦xtasis. Se iniciaba una carrera que iba a ser fulgurante, hasta alcanzar el m¨¢ximo estrellato y, si se quiere, el divismo m¨¢s electrizante. No otra cosa fueron las versiones escuchadas ahora a Maazel y la Orquesta de la Radio francesa -excelente, profundamente trabajada, aunque sin el perfeccionamiento virtuosista de la de Par¨ªs- de El mar, Dafnis y Cloe, la obertura de Benvenuto Cellini, m¨¢s las propinas: otra p¨¢gina de Berlioz -Romeo y Julieta- y la zarandole de La Arlesiana.
Orquesta Nacional Francesa
Director: Lorin Maazel. Obras de Berlioz, Debussy y Ravel. Teatro Real, 13 de octubre.
Puestos a jugar a los aniversarios, encontramos que ayer mismo se cumplieron los 80 a?os del estreno de El mar, y los mismos d¨ªas 13 al 16, 19 a?os de la reinauguraci¨®n del Real como sala de conciertos, con la suite Homenajes, de Falla, y la Novena, de Beethoven, dirigidas por el entonces titular de la ONE, Rafael Fr¨¹hbeck.
Entre el Ravel escuchado a Barenboim -Mamerl' oye-- y las dos suites de Dafnis y Cloe interpretadas por Maazel va un mundo de distancia. Busc¨® el primero, en esa serie de minuciosos primores orquestales sobre cuentos tradicionales, un preciosismo sin ¨¦nfasis. Levant¨® Maazel en su Dafnis un friso hel¨¦nico muy del gusto modernista, expuesto con opulencia sonora y azogada vivacidad a trav¨¦s de procesos din¨¢micos calculados en sus m¨¢ximas posibilidades de brillantez.
De modo an¨¢logo, El mar debussiano fue pintado por el gtan director con tonalidades oscuras y a la vez fosforescentes. En el c¨¦lebre Di¨¢logo entre el viento y el mar, el encrespamiento y la altisonancia fue tanta que por momentos, m¨¢s que impresionismo o simbolismo, parec¨ªa un Cesar Franck un poco enloquecido y un mucho col¨¦rico.
Bien, se trataba de versiones avasalladoras, como la de la obertura de Berlioz o la danza de Lorin Maazel, en el Teatro Real.
Bizet, cuyo fin, m¨¢s que convencer, parec¨ªa querer vencer lisa y llanamente. Hasta el esteticista Ravel, el moderador de sus propias expansiones emocionales, cobraba fuerza realista, compromet¨ªa a los oyentes sin guardar las distancias que forman parte sustantiva tanto de la est¨¦tica de Debussy como de la de Ravel.
Babelia
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