La transici¨®n democranca / y 2
Hemos analizado en el art¨ªculo anterior los antecedentes pol¨ªticos y sociales de la situaci¨®n en que nos encontramos, y. hemos hablado en torno a los planes de modernizaci¨®n. ?De qu¨¦ se trata ahora? Se trata de consolidar la democracia y la integraci¨®n plena en Europa mediante la regeneraci¨®n ideol¨®gica, moral y pol¨ªtica. Para ello hay que incorporar, junto a las ideas y valores, hombres nuevos en la vida p¨²blica, de forma similar a como se hizo en las dos ocasiones evocadas: la llamada "tercera fuerza", en 1953, y la coordinaci¨®n democr¨¢tica, en 1974. Pero ni antes ni ahora se trata de organizar una acci¨®n de partido, sino de delimitar la acci¨®n, que debe desarrollarse en una doble vertiente: desde la sociedad y desde el poder.Desde la sociedad contin¨²an haci¨¦ndose diferentes contribuciones a la renovaci¨®n intelectual y moral. Una considerable intensificaci¨®n se producir¨ªa si colaborasen en ella los medios de expresi¨®n; en cualquier caso, se est¨¢ llevando a cabo, aun cuando sea por el momento tan min¨²scula como el grano de mostaza. No ha de verse el ¨¢rbol frondoso en una lejan¨ªa descorazonadora...
Ante la dura situaci¨®n p¨²blica, esos hombres de la nueva conciencia intelectual y moral, que sin duda deben salir a la luz, han de acentuar su acci¨®n en el ejercicio intenso de la libertad de expresi¨®n, sin recurrir para ello a los resortes del poder, aunque ¨¦stos son indispensables para la r¨¢pida transformaci¨®n del cuerpo pol¨ªtico, que, a su vez, est¨¢ influido e influye en el cuerpo social. Por ello, este plan de resurgimiento, al mismo tiempo que act¨²a en la sociedad, trata de persuadir al poder de la bondad, de la conveniencia y de la oportunidad de la acci¨®n propuesta.
Se act¨²a con la convicci¨®n de que no se acabar¨¢ con la decadencia s¨®lo por la v¨ªa pol¨ªtica. No se produce con el ¨²nico concurso de ¨¦sta la previa y paralela reconstrucci¨®n intelectual y moral. Es relativamente indiferente, bajo esta perspectiva, el resultado de las numerosas consultas electorales que se avecinan. Ni la hip¨®tesis de un triunfo del socialismo en las urnas avivar¨¢ la esperanza, ni la alternativa de una victoria de la oposici¨®n despierta confianza. Debi¨® ser un ilustre marino quien dijo que no hay viento favorable para el que no sabe a d¨®nde va.
Estas breves consideraciones requieren una doble llamada a la sociedad y al poder. Apelaci¨®n, en primer lugar, a quienes en la sociedad espa?ola, participan de estas ideas, para que acent¨²en su presencia e influencia a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n social. Sugerencia, a la vez, al Gobierno para que previsoramente facilite una acci¨®n intelectual, pedag¨®gica, por medio de ¨®rganos estables a los que compete una misi¨®n de este tipo.
Las fuerzas sociales y hombres nuevos que hay que incorporar a este plan de renovaci¨®n tienen que ser vistos como aliados naturales por el socialismo en el poder, como tambi¨¦n por todas las fuerzas de progreso, porque, como ya previ¨® Ortega y Gasset, al comienzo de los a?os veinte, Espa?a no conseguir¨¢ modernizarse o europeizarse sin la colaboraci¨®n de las fuerzas del trabajo encauzadas por el partido socialista, los cat¨®licos abiertos al futuro y los profesionales apartados del juego pol¨ªtico.
Estas tres realidades de la sociedad espa?ola coinciden ahora en un com¨²n objetivo: la consolidaci¨®n de la democracia mediante el florecimiento privado y p¨²blico de ideas y valores de libertad, trabajo, eficacia y sentido de la justicia. De este modo, el socialismo, en la adversidad electoral, no habr¨ªa de temer un resultado desfavorable, porque continuar¨ªa desarroll¨¢ndose fuera del poder gracias al clima de libertad; y las fuerzas hoy en la oposici¨®n, de encontrarse en el mismo caso, mantendr¨ªan la esperanza de gobernar la sociedad espa?ola, de forma tal que el progreso no destruyera valores que tradicionalmente se han mostrado como indispensables.
Se ha hecho referencia a, los a?os veinte. Pero antes, en marzo de 1918, tuvo que formarse en Espa?a un Gobierno nacional, presidido por Antonio Maura, dada la incapacidad de los partidos para resolver los acuciantes problemas que aquejaban al pa¨ªs. Ante su fracaso, la dictadura militar result¨® inevitable. Ahora, un nuevo Gobierno de salvaci¨®n o de concentraci¨®n nacional constituir¨ªa, llegado el caso, una alternativa a la impotencia de los partidos en un r¨¦gimen desajustado con las exigencias de la modernizaci¨®n.
Los pa¨ªses antes citados, Francia y Grecia, formaron tambi¨¦n, de hecho, en 1958 el primero, y en 1974 el segundo, Gobiernos de representatividad nacional en los que personalidades independientes desempe?aron un gran papel. De Gaulle fue llamado al poder cuando se cre¨ªa terminada su vida p¨²blica, como consecuencia de una intervenci¨®n de militares descontentos con la pol¨ªtica de Par¨ªs en la guerra de Argelia. El general dio a Francia hombres nuevos y una nueva organizaci¨®n constitucional dentro de la democracia. A?os m¨¢s tarde, Caramanlis fue llamado por el Ej¨¦rcito al constatarse el sinsentido de la violencia contra la oposici¨®n democr¨¢tica a la dictadura de los coroneles. De este modo, tambi¨¦n Grecia se reintegr¨® en la democracia, bajo la inspiraci¨®n de la V Rep¨²blica francesa.
En Espa?a, ?cabe que se repitan estas historias recientes? ?No es de temer que la violencia en el Pa¨ªs Vasco fuerce a una soluci¨®n de la naturaleza de las anteriores? Para cerrar este peligroso camino hay que acelerar la soluci¨®n pol¨ªtica a la que estamos todos comprometidos, quer¨¢moslo o no.
Este an¨¢lisis y esta visi¨®n del futuro se hallan en l¨ªnea con la experiencia de las acciones aludidas en 1953 y en 1974. Creo que tras esos dos previsores proyectos no faltar¨¢n espa?oles que pongan su confianza y su esperanza en una tercera opci¨®n, como aqu¨ª queda apuntado. Esta opci¨®n, de cualquier modo que se denomine, es una opci¨®n social-liberal, capaz de agrupar a socialdem¨®cratas y a neoliberales:
Como las ideas son las que mueven a los hombres, deben precisarse las ideas social-liberales se?alando sus diferencias y posibles coincidencias con las que impulsan a los socialistas y a los conservadores. La concepci¨®n del hombre, seg¨²n los social-liberales, es la de la antropolog¨ªa cristiana o la del humanismo. La ¨¦tica, por tanto, que rige el comportamiento asume la mayor¨ªa de las virtudes y valores naturales, b¨¢sicos para acabar con la decadencia y conseguir el resurgimiento, de los que destacamos: trabajo, libertad, tolerancia, orden, eficiencia, sobriedad, ahorro y lealtad.
En s¨ªntesis, la transici¨®n del autoritarismo a la democracia, cuya sintuaci¨®n se analiza en el tiempo en coincidencia con el cincuentenario que festejamos, est¨¢ determinada en cierto sentido, pero en otros no lo est¨¢. Se encuentra tan avanzado el proceso democr¨¢tico que pr¨¢cticamente resulta irreversible. Lo que se inici¨® con una reforma en 1976, pronto se convirti¨® en una ruptura negociada, y en las elecciones de 1982 el cambio radical de la clase gobernante equivale a la ruptura que no se hizo siete a?os antes.
Pero perduran h¨¢bitos y pautas de comportamiento antidemocr¨¢ticos y autoritarios, que de persistir hacen problem¨¢tica la plena consolidaci¨®n de la democracia y, por tanto, no permiten considerar acabada la transici¨®n. Adem¨¢s, contin¨²a inseguro el rumbo en los campos de la econom¨ªa, de la estructura social, de la cultura y, muy esencialmente, de los valores morales.
es catedr¨¢tico de Historia de la Filosof¨ªa de la universidad de Madrid y miembro del Opus De?; perteneci¨® al consejo privado del conde de Barcelona y fue premio Nacional de Literatura en 1949 por su libro Espa?a sin problema; posteriormente se hizo cargo del diario Madrid, cuyo cierre y destrucci¨®n motivaron su exilio en Francia, donde fund¨®, al lado del PCE, la Junta Democr¨¢tica. Actualmente prepara la reaparici¨®n del citado peri¨®dico.
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