El Gobierno mexicano intenta recuperar la iniciativa perdida tras el terremoto
El PRI fue desbordado por la acci¨®n popular
El Gobierno mexicano, al expropiar 7.000 propiedades, que ocupan 250 hect¨¢reas del centro de la capital mexicana, trata de solucionar los problemas de unas 180.000 personas que se quedaron sin vivienda tras el terremoto del 19 de septiembre. A la vez, elimina un potencial foco conflictivo en el coraz¨®n del distrito federal. A lo largo de m¨¢s de medio siglo, el gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI) ha sido objeto de numerosas cr¨ªticas, pero no cabe duda de su arraigo en la sociedad mexicana. El terremoto, sin embargo, desbord¨® al aparato de poder y dej¨® al descubierto las deficiencias del sistema e incluso del PRI. El llamado ogro filantr¨®pico, expresi¨®n que da t¨ªtulo a un libro de Octavio Paz, qued¨® rebasado en los primeros d¨ªas
Tras la cat¨¢strofe, se produjo una avalancha de brigadas populares que se autoorganizaban libremente mientras que, desde el poder, se lanzaban esl¨®ganes de autosuficiencia y el ej¨¦rcito quedaba reducido al desairado papel de vigilantes y guardia urbana.Dos semanas despu¨¦s del terremoto, el PRI capt¨® el peligro que supon¨ªan los g¨¦rmenes de autoorganizaci¨®n popular y comenz¨® a desmantelar e infiltrar los intentos autogestionarios de albergues y organizaciones surgidos espont¨¢neamente. La tarea qued¨® facilitada por la ausencia de una izquierda potente y organizada, capaz de articular y dar cauce a la fuerza espont¨¢nea del movimiento popular.
El PRI ha jugado a lo largo de su historia con las dos vertientes de su personalidad: fil¨¢ntropo para acallar y aplacar descontentos, pero ogro represivo cuando la filantrop¨ªa no basta.
La expropiaci¨®n de 250 hect¨¢reas y 7.500 propiedades en el centro mismo de la capital mexicana es una jugada maestra para recuperar popularidad y quitar las bases a la protesta popular. Es una medida ins¨®lita, pero no significa un enfrentamiento directo con el n¨²cleo capitalista de M¨¦xico, lo que habr¨ªa supuesto un conflicto serio. La zona expropiada estaba ocupada por viviendas viejas y de mala calidad. Los inquilinos, pagaban unos alquileres ¨ªnfimos, por tratarse de rentas congeladas, y los propietarios no invert¨ªan en los edificios porque no les resultaba rentable. La expropiaci¨®n no hace apenas da?o a unos propietarios que casi no percib¨ªan renta por unos inmuebles ruinosos.
Convertir en propietarios de su vivienda a unas 180.000 personas y darles facilidades para la obtenci¨®n de cr¨¦ditos y materiales en condiciones favorables es una medida populista que supone un factor de estabilizaci¨®n social al eliminar un posible foco de conflicto. El ogro saca su cara filantr¨®pica.
Casi al mismo tiempo que los habitantes de los barrios beneficiados por la expropiaci¨®n festejaban la medida, sali¨® a la calle otro sector de damnificados por el terremoto. El s¨¢bado por la ma?ana, los tlatelolcas, habitantes del barrio de Tlatelolco, se manifestaron desde el paseo de la Reforma hasta la residencia presidencial de Los Pinos. En Tlatelolco viven -ahora muchos acampan, por la destrucci¨®n de sus edificios- unas 100.000 personas en lo que est¨¢ considerada como la mayor concentraci¨®n urbana de Am¨¦rica Latina. El s¨¢bado, unos 1.000 manifestantes llegaron a Los Pinos. Llevaban en las solapas una T roja, la inicial del nombre de su barrio, y muchos iban con crespones negros en se?al de luto.
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