Garc¨ªa M¨¢rquez, Serrat y las uvas
Para hacer la nota correspondiente al Sal¨®n Internacional del Libro, EL PA?S envi¨® a un cronista que, con grabador o memoria, recogi¨® comentarios de intelectuales distinguidos. Se publicaron el 5 de octubre en la p¨¢gina 25, primera columna. La charla fue provocada por el rumor de que Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez hab¨ªa aterrizado en Barcelona con el original de una nueva novela y la pretensi¨®n de cobrar por ella un mill¨®n de d¨®lares, moneda hoy enferma. Adem¨¢s, con la insolencia de ser un premio Nobel que jam¨¢s escribi¨® en castizo.El cronista escuch¨® y ahora todos podemos leer lo que se dijo.
Por modestia merecedora de elogio, ninguno hablaba de la feria ni de c¨®mo le hab¨ªa ido en ella. Seg¨²n veo, uno, en excesivo arranque patri¨®tico, afirm¨® que Espa?a era el ¨²nico pa¨ªs del mundo donde se admiraba a Garc¨ªa M¨¢rquez (sic).
Admirable admiraci¨®n. Porque reiteradas encuestas en ambientes editoriales y period¨ªsticos persisten en afirmar que el espa?ol no es hombre de lecturas, que de los libros que aqu¨ª se editan s¨®lo el 14% es vendido en la Pen¨ªnsula y el resto tiene como destino Latinoam¨¦rica. Que, de paso, no tiene dinero para pagarlo. Lo cierto es, aunque moleste, que los libros de Garc¨ªa M¨¢rquez se agotan en Am¨¦rica Latina. Y sus numerosas ediciones alcanzan cifras que olvido para no doler.
El resto de la conversaci¨®n captada por el cronista rue dominada por voces femeninas con su poquito de histeria. Alguien propuso arrancar 200 p¨¢ginas a Cien a?os de soledad.. Otra voz dijo que estaba de acuerdo, a condici¨®n de que tambi¨¦n se quitaran 50 a?os. Es decir, sumando, que el libro deb¨ªa ser convertido en un short-short story.
Pero lo grave, m¨¢s all¨¢ del boom y ya convertido en boomerang, es reconocer que ese 14% de espa?o?es que compran libros admiran a Garc¨ªa M¨¢rquez. Porque tal admiraci¨®n involucra preferencia. La copiada charla es triste, pero tambi¨¦n tiene su gracia.
Tal vez esto que escribo no sea del todo imparcial: porque soy uno de los muchos miles de entusiastas lectores que Garc¨ªa M¨¢rquez tiene en el ancho mundo y adem¨¢s mucho lo estimo como amigo. Pero de tristeza y gracia me cura la ¨²ltima p¨¢gina de la misma edici¨®n del peri¨®dico. All¨ª, Serrat, refiriendo a poetas exquisitos que se sienten rebajados si sus poemas son convertidos en canciones, nos recuerda la vieja historia de aquella zorra que alimentaba viejas ansias de comer uvas. Y pas¨¦ bajo un parral repleto d¨¦ frutos maduros y sabrosos. Pero las uvas estaban demasiado altas para su estatura y sus reiterados saltos. As¨ª que cubri¨® su fracaso diciendo, desde?osa: "Bah, est¨¢n verdes".
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