Una ¨®pera de Scarlatti con 265 a?os de retraso
Las celebraciones scarlattianas -m¨¢s bien modestas-, con motivo del tercer centenario del nacimiento de Domenico Scarlatti, que se celebra el proximo s¨¢bado, han tenido en el Festival de Oto?o un cap¨ªtulo de alt¨ªsimo inter¨¦s. Lleg¨® a Madrid despu¨¦s de presentarse en el Festival Gulbenkian, de Lisboa, la ¨®pera Narciso, seg¨²n el montaje y la versi¨®n del Clemencic Consort, de Austria. Es decir, la pieza ha hecho el mismo recorrido que hiciera el propio Scarlatti: Italia, Portugal, Espa?a.No existen noticias de que Narciso, ni su antecedente Amor de una sombra y celos de un aura, se haya representado nunca entre nosotros, pues el Scarlatti espa?ol es, salvo algunas excepciones, el de la inmensa obra para teclado. Esto es: el m¨¢s genial.
Narciso
?pera de Capeci, Rolli y Scarlatti. Int¨¦rpretes: Elisabetta Tandura, Jorio Zennaro, William Matteuzzi, Gloria Banditeli y Gerardo Lesne. Commedia dell'Arte: Maria Teresa Vartolo, Titino Carrara y Augusto di Bono. Orquesta Barroca del Clemencic Consort. Escenarios, seg¨²n modelos hist¨®ricos, de Casalonga. Trajes: Alberati, de Bolonia. M¨¢scaras: Richter. Direcci¨®n esc¨¦nica: Maria Teresa Vartolo. Direcci¨®n musical y general: Ren¨¦ Clemencic. Festival de Oto?o. Teatro de la Zarzuela, 22 de octubre.
De la quincena de t¨ªtulos oper¨ªsticos scarlattianos se conserva poco, documentalmente y como repertorio. En 1938 y en 1977, los italianos recuperaron La Dirindina, que en su origen, seg¨²n Luciani, debi¨® constituir un intermezzo de Ambleto. La misma pieza fue montada en el Oto?o Musical Napolitano, 1968, bajo la direcci¨®n de Riccardo Muti. Tambi¨¦n Tetide in Sciro conoci¨® un retorno el a?o 1957, en el Ang¨¦licum, de Mil¨¢n. En uno y otro caso, la cr¨ªtica insisti¨® en sus juicios comparativos: "Frente a su producci¨®n clavecin¨ªstica", escribe Guido Pannain, la ¨®pera desaparece en su fr¨¢gil inconsistencia".
El Clemencic Consort austriaco ha montado Narciso con fidelidad, belleza y la necesaria dosis de actualizaci¨®n.
Como en el estreno
Como en el estreno londinense (Haymarket, 30 de mayo de 1720), Narciso fue encarnado por una soprano, y Eco, por un contratenor, siguiendo los usos travestistas tan queridos por el teatro barroco y que, andando el tiempo, llegan a nuestra misma zarzuela (El rey que rabi¨®, La viejecita, El tambor de granaderos, por ejemplo). Tambi¨¦n, al estilo del tiempo, se han introducido intermezzi con personajes de la Commedia dell'Arte y m¨²sica de Banchieri y Vivaldi.
En el argumento, Capeci (cuyo texto modific¨® luego Rolli) mezcl¨® las f¨¢bulas de Eco y Narciso, y C¨¦falo y Procris, modificadas a gusto del autor. Ni Narciso se enamora de s¨ª mismo, sino de la ninfa Eco, ni Procris muere a manos de C¨¦falo, sino que resulta solamente herida.
La partitura de la larga pieza escrita por quien estaba llamado a ser el rey de la condensaci¨®n en las sonatas para teclado, posee no pocas bellezas, especialmente en el acto tercero, en el que el compositor se deja invadir por esa melancol¨ªa que toc¨® de leve pasi¨®n los pentagramas de los setecentistas italianos. Todo es m¨¢s simple que en Haendel -al menos en la realizaci¨®n escuchada-, pero mel¨®dica y expresivamente no menos atractivo.
Los int¨¦rpretes
Excelentes de todo punto la mezzo Gloria Banditelli (Narciso) y el contratenor Gerald Lesne, bien equilibrados por la soprano Elisabetta Tandura (Procris) y los tenores Jorio Zennaro y William Matteuzzi (C¨¦falo y Aristeo); la Orquesta Barroca, con instrumentos de la ¨¦poca, actu¨® con perfecci¨®n que, en partes destacadas, sobresali¨® en el concert¨ªno Fabio Biondi y en el clavecinista Edward Smith. Deliciosa la m¨¢quina esc¨¦nica de Toni Casalonga, as¨ª como los trajes y m¨¢scaras de Alberati y Richter.
Tambi¨¦n el grupo de los intermezzi se produjo con maestr¨ªa, sobre todo Titino Carrara en Arlequ¨ªn, y Mar¨ªa Teresa Vartolo movi¨® la escena con talento creativo.
De Ren¨¦ Clemencic, director musical, s¨®lo diremos que revalid¨® su prestigio en un trabajo a la vez sabio y natural. En resumen, una verdadera fiesta y un acontecimiento scarlattiano que mereci¨® largos aplausos del p¨²blico que llenaba el teatro de la Zarzuela en el estreno.
Babelia
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