?xito para un Haendel convertido en opereta
Xerxes, de HaendelCuando hay obras que duermen un largo letargo, existen motivos para ello. Operas de Donizetti, de Massenet, de Verdi, y en los ¨²ltimos a?os tambi¨¦n de Haendel, son resucitadas de cuando en cuando para despu¨¦s regresar al olvido donde se hallaban. La excusa de estas resurrecciones suele, ser la exhibici¨®n de una gran voz que sea capaz de destacar todos y cada uno de los matices de un personaje por medio de una excepcional t¨¦cnica interpretativa vocal. Aunque reconozcamos tambi¨¦n que hay sus excepciones, el Xerxes no es una de ellas.Su m¨²sica posee una indudable belleza, semejante a la de las estatuas griegas, pero al igual que la limitaci¨®n de ausencia de movimiento en aquellas produce cansancio al contemplar una tras otra siempre de frente o de perfil en las mismas posturas, otro tanto sucede con muchas de las ¨®peras barrocas. Su uniformidad, su unidad de estilo, en la que los n¨²meros resultan casi indiferenciables, la ausencia de d¨²os o concertantes propiamente dichos y su extens¨ªsima, duraci¨®n constituyen unos evidentes puntos d¨¦biles con vistas a un espectador Actual acostumbrado, a vivir en un mundo de grandes contrastes. De ah¨ª la opini¨®n de que la m¨²sica de muchas de estas obras es, preciosa pero aburrida.
Compa?¨ªa de la ?pera de Karlsruhe
Director musical: Charles Farncombe. Director de escena: Uwe Wand. Int¨¦rpretes: J. Wagner, R. Martin Oliver, A. Wilkens, B. Hamblin, D. Peters, H. Toivannen y G. von Kannen. Teatro de la Zarzuela. Madrid 25 de octubre.
Conseguir, por tanto, como anteayer lo logr¨® la ¨®pera de Kalsruhe, que despu¨¦s de tres horas con apenas un descanso el p¨²blico aplauda con entusiasmo el final de la representaci¨®n supone un ¨¦xito y quiere decir algo. El soplo de Atlanta para quitar el polvo que cubre la cabeza de Haendel marc¨® la pauta posterior de intentar acercar la vieja partitura al hombre moderno, tanto esc¨¦nica como musicalmente, mediante resaltar los elementos que hoy en d¨ªa pueden resultar actuales, dotar de movimiento esc¨¦nico a las arias, no eludir una marcada iron¨ªa e incluso caer en una cierta horterada en los decorados. Todo ello transform¨® la considerada ¨²nica ¨®pera c¨®mica de Haendel en casi una opereta con decorados muy t¨ªpicos de este g¨¦nero y c¨®micos movimientos esc¨¦nicos que incluso, recurren a la comedia del arte. La amplia experiencia de la compa?¨ªa en la obra del compositor alem¨¢n, del que cada a?o, desde 1977, presentan una nueva producci¨®n, qued¨® patente a lo largo de la representaci¨®n, y el elenco mostr¨® una excelente profesionalidad dentro de un aceptable nivel art¨ªstico medio del que ser¨ªa imposible destacar un solista para bien o para mal.
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