La huelga general
El sindicalismo pol¨ªtico ha muerto. Al negarse a obedecer las consignas de la CGT, los asalariados han condenado a la central de obediencia comunista. El Gobierno cometer¨ªa un error por regocijarse del fracaso sindical. La derrota de la CGT es tambi¨¦n la suya, la del sindicalismo pol¨ªtico, de la que la izquierda hab¨ªa hecho la piedra angular de su edificio. La lecci¨®n es severa; despu¨¦s de haber compartido el poder con los sindicatos, los socialistas verifican que ¨¦stos ya no tienen influencia sobre los asalariados. Una de las consecuencias m¨¢s turbadoras de la experiencia de estos ¨²ltimos a?os habr¨ªa consistido en el hecho de que el socialismo se ha encarnizado en cavar su propia tumba.La alternancia no ha tenido m¨¢s que aspectos negativos. Ha permitido hacer reventar la p¨²stula socialista. En 1981, el nuevo poder hab¨ªa prometido a la vez la prosperidad y la redistribuci¨®n de las riquezas. Actualmente es evidente que no ha aportado ni una ni otra de esas bendiciones. El fracaso de la jornada de huelga organizada por la CGT muestra que los sindicalistas, y singularmente la CGT, son las primeras v¨ªctimas de ese desastre pol¨ªtico.
El d¨ªa en que la CGT sufri¨® esa derrota humillante fue Jacques Chirac quien declar¨® al recibir a los congresistas de la CGC: "Es urgente reconstruir un sindicalismo poderoso y responsable".
Como se?ala el presidente de RPR, es un sindicalismo nuevo el que puede sacar al pa¨ªs de la crisis actual. El Estado debe jugar un papel activo en el di¨¢logo social, sin renunciar jam¨¢s a la funci¨®n de ¨¢rbitro y sin jam¨¢s sobrepasarlo. Una de las tareas esenciales de la futura mayor¨ªa ser¨¢ promover un nuevo. sindicato basado sobre la responsabilidad.
Correspondiendo con las declaraciones del alcalde de Par¨ªs, Raymond Barre demostraba en Dunquerque que el exceso de protecci¨®n, defendido con vigor por los sindicatos, ha terminado por debilitar la protecci¨®n normal que los asalariados tienen el derecho de esperar.( ... )
27 de octubre
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