Salvar a Maz¨®n y a Feij¨®o, aun a costa de Europa
El filibusterismo del PP en Bruselas contra Ribera forma parte de una estrategia para tapar su responsabilidad en la gesti¨®n de la dana
Las grandes crisis sacan lo mejor y lo peor de cada pa¨ªs; de su ciudadan¨ªa y de su clase pol¨ªtica. El pasado marzo se cumplieron 20 a?os del mayor bulo jam¨¢s contado en la joven democracia espa?ola: el 11-M de 2004, un atentado yihadista revent¨® varios trenes y caus¨® 192 muertos en v¨ªsperas de unas elecciones generales. ¡°Tengo la certeza de que ha sido ETA¡±, dijo el entonces presidente del Gobierno, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, a varios directores de peri¨®dicos, incluido EL PA?S. Despu¨¦s se arm¨® toda una teor¨ªa de la conspiraci¨®n totalmente ajena a la evidencia y a lo que acab¨® dictaminando la sentencia judicial. Todo para tapar una mentira pol¨ªtica. No sirvi¨®.
Esa din¨¢mica vuelve a aparecer en el horizonte. Hace dos semanas, el cielo se abati¨® en forma de agua sobre Valencia y caus¨® m¨¢s de 200 muertos. Con un aviso rojo de la Aemet desde el amanecer, la Generalitat presidida por Carlos Maz¨®n fue incapaz de alertar en tiempo y forma a sus ciudadanos ante la cat¨¢strofe clim¨¢tica; las negligencias de Maz¨®n son cada vez m¨¢s claras y son incomparables a los fallos que pueda haber protagonizado el Gobierno central. Generalitat y Gobierno consiguieron durante unos d¨ªas mantener la unidad con encendidos elogios del presidente valenciano a la rapidez y disponibilidad del Ejecutivo central. Pero la err¨¢tica estrategia de los populares ha conectado finalmente con su tradici¨®n y ha decidido tapar un error catastr¨®fico pasando al ataque. El PP ha elegido a la vicepresidenta Teresa Ribera como v¨ªctima propiciatoria para tapar su mala gesti¨®n. El debate est¨¢ ya definitivamente embarrado. Y no solo en Espa?a: tambi¨¦n en Bruselas.
El bloqueo que el Partido Popular Europeo, a trav¨¦s del PP espa?ol, est¨¢ imponiendo para que se constituya la pr¨®xima Comisi¨®n Europea, en un momento en que las instituciones comunitarias debieran ser m¨¢s estables que nunca, tiene pocos precedentes. Dilatar (aun a riesgo de frustrar) el nombramiento de todo el Ejecutivo comunitario con el argumento de que Ribera, llamada a ser la n¨²mero dos de Ursula von der Leyen, tiene que rendir cuentas en el Congreso espa?ol sobre la dana resulta impropio de un partido serio que, adem¨¢s, se define como europe¨ªsta. Ning¨²n otro partido de oposici¨®n en la UE con posibilidades de gobernar hace ejercicios de filibusterismo de ese calibre.
La desafortunada novedad ahora es que el primer grupo de la Euroc¨¢mara se preste a desestabilizar la instituci¨®n con m¨¢s poder de la UE para sacar r¨¦dito pol¨ªtico en uno solo de los Estados miembros (Espa?a) y, en el fondo, para enmascarar su propia responsabilidad pol¨ªtica en la tragedia.
El movimiento del PP espa?ol tiene profundas consecuencias sobre el proyecto europeo. El PPE parece decidido a poner fin en esta legislatura a la alianza entre conservadores, socialistas y liberales que ha codirigido la UE desde su fundaci¨®n. La mayor¨ªa proeuropea se resquebraja: los populares acusan a liberales y socialdem¨®cratas de no entender que la aritm¨¦tica del Parlamento Europeo ha cambiado. Y socialistas y verdes advierten al PPE del riesgo de bloqueo si prosigue su acercamiento a la ultraderecha. La evaluaci¨®n de Ribera en la Euroc¨¢mara se ha convertido en la prueba de fuego de la estrategia del l¨ªder popular en el Parlamento, el alem¨¢n Manfred Weber, enfrentado a su compa?era de grupo Von der Leyen. El arriesgado movimiento de Weber toma como palanca la fuga hacia adelante del l¨ªder del PP espa?ol, Alberto N¨²?ez Feij¨®o, que en su intento por salvar al presidente de la Generalitat, y su propio liderazgo, ha ido buscando chivos expiatorios hasta dar con Ribera. Esta marruller¨ªa cortoplacista, unida a la temeraria visi¨®n de largo plazo de Weber, puede abocar a la Uni¨®n a una crisis de gobernabilidad, hasta el punto de condenar al fracaso a la Comisi¨®n de Von der Leyen o de obligar a la alemana a basar su segundo mandato en el apoyo de fuerzas claramente contrarias a la integraci¨®n europea como el grupo Patriotas por Europa (encabezado por Orb¨¢n y con Vox entre sus miembros) o los ultraconservadores (ECR) de la neofascista Giorgia Meloni.
La derecha europea se adentrar¨ªa as¨ª en terra incognita justo cuando en la otra orilla del Atl¨¢ntico aparece Donald Trump. En la corta andadura de esta legislatura, iniciada en julio, el PPE ya se ha saltado varias veces el cord¨®n sanitario y ha pactado con la ultraderecha aun a costa de dejar a los socialistas y verdes en la estacada. Ese riesgo estaba ah¨ª desde el 9-J, ante el empuje de la marea ultra, y ahora se materializa n¨ªtidamente. Pero la UE es una estructura pol¨ªtica demasiado valiosa y delicada como para aplicarle una mera aritm¨¦tica de suma de esca?os. La integraci¨®n comunitaria ha avanzado gracias al impulso de partidos que, m¨¢s all¨¢ de sus diferencias ideol¨®gicas, pon¨ªan por encima de todo el inter¨¦s com¨²n de mantener una Europa unida, pr¨®spera y en paz. Weber y el PPE, empujados por el PP espa?ol, parecen despreciar el valor intangible de esa gran coalici¨®n entre las principales fuerzas del continente de derecha e izquierda. Su ceguera puede condenar al continente a una crisis pol¨ªtica justo cuando deber¨ªa estar cerrando filas para hacer frente al segundo mandato de Trump, a¨²n m¨¢s imprevisible y potencialmente peligroso para Europa que el primero.
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