El lenguaje y la Academia
L¨ªbreme yo de defender incondicionalmente a la Real Academia Espa?ola, sus normas y sus definiciones. Pero ni mi prevenci¨®n frente al organismo en cuesti¨®n ni el hecho de ser periodista me ciegan hasta el punto de no ver lo errado de la argumentaci¨®n presentada por el editorial de EL PAIS del pasado 23 de octubre. Sostienen ustedes en ¨¦l que el periodista, en su af¨¢n por describir una realidad siempre cambiante e innovadora, se ve en la obligaci¨®n de recurrir a neologismos y realizar torsiones sint¨¢cticas que la Academia, renuente y premiosa, rechaza o tarda en aceptar. La culpa -escriben ustedes, en resumen- no la tiene el periodista, sino la realidad, de un lado, y la propia Academia, de otro.Pero, o mucho me equivoco, o el principal reproche que la Academia dirige a los medios de comunicaci¨®n social no apunta contra sus innovaciones, sino contra el empobrecimiento de su lenguaje. No les critica por correr demasiado aprisa, sino por retroceder.
El lenguaje actual de los medios de comunicaci¨®n social, influido por la jerga cada vez m¨¢s peculiar en que se expresa la llamada clase pol¨ªtica, est¨¢ salpicado de muletillas, bordones y tics cuya constante utilizaci¨®n convierte la expresi¨®n oral o escrita en una aut¨¦ntica letan¨ªa, paup¨¦rrima y aburrida. De esa guisa, la pol¨¦mica sobre la OTAN se transforma en el tema OTAN, y el refer¨¦ndum, en refer¨¦ndum OTAN (?cobrar¨¢n. un tanto por cada preposici¨®n asesinada?); todo se vuelve tema (el actual ministro de Asuntos Exteriores suelta la palabra de marras en la casi totalidad de las frases que emite); nadie habla de nada, sino en torno a todo; las cosas ya no se muestras influidas, sino influenciadas; lo complejo -?ay!, se?or Enders- se nos anglosajoniza y se nos transforma en sofisticado... Todo esto poco tiene que ver con un esfuerzo por enriquecer el idioma y mucho con lo contrario. Nada de lo cual se resolver¨ªa, de todos modos, con enviar a los periodistas a la Universidad, amenaza que han entrevisto ustedes en los reproches de la Academia. Si se dieran ustedes un garbeo por las aulas ver¨ªan que aquello, en este aspecto como en tantos otros, tambi¨¦n da pena.-
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