La formidable 'suite' de Fern¨¢ndez Blanco

El leon¨¦s Evaristo Fern¨¢ndez Blanco, uno de los ¨²ltimos testigos de la generac¨ª¨®n de 1927, cuenta 83 a?os y, sin embargo, es capaz de escribir con dominio y gran sentido de la belleza obras como la Suite de danzas antiguas, un encargo de Radio Nacional estrenado con casi tres a?os de retraso , por la Sinf¨®nica de RTVE, en su ¨²ltimo concierto, bajo la direcci¨®n de Enrique Garc¨ªa Asensio, y en el que intervino como solista Guillermo Gonz¨¢lez, el pianista canario del que recientemente escrib¨ªamos algo de lo que merecen sus dotes, su sensibilidad y su t¨¦cnica, tanto aplicadas a ?a m¨²sica de Mozart, como en esta ocasi¨®n, como a la de otros autores de distinto signo.Como cuando se dio a conocer la Obertura dram¨¢tica, de Fern¨¢ndez Blanco -que ha sufrido olvidos e injusticias de casi todos, tirios y troyanos-, la respuesta del p¨²blico a la Suite fue entusiasta y el compositor debi¨® saludar repetidas veces desde su localidad a un p¨²blico que le aplaud¨ªa con calor.

Ante una partitura como la Suite pueden resultar desorientadores los comentarios del programa, insistentes sobre un supuesto schoenbergismo de Fern¨¢ndez Blanco que ni en ¨¦sta ni en ninguna otra de sus partituras aparece por ninguna parte. Que el autor se ¨ªnteresase por todo e hiciera el viaje de estudios a Alemania (fue disc¨ªpulo de Schreker), y no a Par¨ªs, como la mayor¨ªa, s¨®lo nos habla de la inquietud por "saber lo que se hace" y de la voluntad por alcanzar una libertad expresiva de libre decisi¨®n y no aparentarla desde un desconocimiento de los problemas y soluciones de su tiempo.

Si esto era as¨ª en los a?os j¨®venes (Tr¨ªo, Danzas leonesas), con mayor raz¨®n ha de ser cuando el artista se siente "de vuelta" y dec¨ªde seguir, como dec¨ªa Falla, "su gusto y sus tendencias" para convertirse en "cl¨¢sico de s¨ª mismo", momento que define la m¨¢xima madurez de un creador.

Impacto sobre la sensibilidad

A trav¨¦s de un bell¨ªsimo y original Fandango, un minu¨¦ a la francesa, como sugiere la denominaci¨®n, una pavana -elegante de l¨ªnea, graciosa de andadura-, una gavota en la que se al¨ªan los valores r¨ªtmicos y los expresivos de muy hondo lirismo y un saltarello final, vivac¨ªsimo de aliento, ¨¢gil en su continuidad, cristalino en su textura, Fern¨¢ndez Blanco hace, y muy bien, m¨²sica bella y bien estructurada, de directo impacto sobre la sensibilidad. M¨²sica -volvemos a Falla- para ser sentida antes que entendida, dirigida a la inmensa mayor¨ªa y no a la reducida minor¨ªa.Celebremos el ¨¦xito de Fern¨¢ndez Blanco y rind¨¢mosle el testimonio de admiraci¨®n que merece junto a los pocos viejos maestros que nos quedan: Mompou, los Halffter, Rodrigo, Valls, Bal y Gay y cuantos han dado su adi¨®s a la octava d¨¦cada de su existencia. Pocas dedicatorias estimo tanto como la de esta obra, que tiene tanto de testimonio como de vida, a m¨¢s de valer por un acto de justicia y reparaci¨®n.