Los radicales argentinos ampl¨ªan su mayor¨ªa y se imponen en varios reductos peronistas
La Uni¨®n C¨ªvica Radical (UCR) se impuso en las elecciones del lunes en la capital federal y en 17 provincias de las 23 del pa¨ªs, muchas de ellas tradicionales reductos peronistas o propiedad pol¨ªtica privada de caudillos provinciales. A falta de resultados definitivos, la UCR gan¨® cuatro esca?os, suma 132 y aumenta su mayor¨ªa absoluta; el peronismo, sumadas todas sus variantes -incluidas las de los expulsados que se presentaron como independientes-, perdi¨® cinco esca?os y queda con 107. El Partido Intransigente gan¨® tres y retiene uno en la capital federal. La Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico (UCD) gan¨® un esca?o.
En la noche del domingo, el centro porte?o fue un mar de boinas blancas -distintivo radical- que en el obelisco fueron enfrentadas por columnas peronistas. Intervino la guardia de infanter¨ªa -tropas de choque de la polic¨ªa federal- bombardeando el centro de Buenos Aires con gases lacrim¨®g,enos. En Lan¨²s, en el Gran Buenos Aires, se abri¨® fuego contra una concentraci¨®n radical que festejaba la victoria, malhiriendo al conductor de un autob¨²s.El triunfo radical en estas legislativas parciales [se eleg¨ªa a la mitad de los diputados, por mandalo constitucional] no queda reflejado en su ganancia provisional de cuatro diputados nacionales, y necesita una explicaci¨®n m¨¢s compleja. El radicalismo ha ampliado sus bases provinciales, sus cargos municipales, en provincias hist¨®ricas para el peronismo como Santa Fe, Catamarca, Santiago del Estero, Pujuy, La Pampa, Santa Cruz y El Chaco.
En todas estas provincias, en las que los radicales ten¨ªan que pedir permiso para entrar, se ha dado un vuelco a la vieja situaci¨®n votando todas, mayoritariamente, por el antiguo partido de Irigoyen.
Particularmente f¨²nebre para el justicialismo ha sido la votaci¨®n en Catamarca, feudo entre los feudos de la familia Saadi. Vicente Le¨®nidas Saadi es el jefe liosco del peronismo oficial en la naci¨®n -bajo el ectoplasma, por supuesto, de Isabelita Per¨®n, que contin¨²a legalmente presidiendo el partido- y los radicales pusieron todo su empe?o en derrotarle en su propia provincia, en su propio terreno, m¨¢s buscando humillarle y procurando arrebatar el estandarte al adversario, hacerle morder el polvo, que por la simple obtenci¨®n de unos cientos de cargos provinciales en una provincia sure?a y remota.
Saadi y el peronismo anclado en el pasado y en las tumbas de sus fundadores continuar¨¢ gobernando Catamarca, pero continuar¨¢ gobernando una provincia mayoritariamente radical.
En las provincias de Neuquen y San Juan, el caciquismo pol¨ªtico provinciano, aparentemente imposible de remover, ha sido puesto en fuga por el avance de los radicales.
Ya, sin lugar a dudas, cuando a finales de 1986 nueve provincias elijan un nuevo senador, el partido del Gobierno tendr¨¢ la mayor¨ªa absoluta -y amplia- en las dos C¨¢maras legislativas.
El derrumbe del peronismo tampoco queda reflejado por los cinco esca?os que ha perdido en la C¨¢mara de los Diputados.
Con una honradez y buena voluntad que les distinguen, los medios de informaci¨®n argentinos han sumado todas las peras, manzanas, albaricoques, papayas, naranjas del peronismo en una suma imposible. La explicaci¨®n del cataclismo justicialista obliga a otras divagaciones no menos complejas que la anterior.
En primer lugar, hay que volver a recorrer el calvario peronista en sus provincias de obediencia debida en las que se les ha derrotado toda la estructura org¨¢nica de cargos provinciales en manos del radicalismo.
La doble pol¨ªtica
En segundo lugar, es obligado considerar el fracaso de la extra?a y doble pol¨ªtica peronista en la capital federal.En Buenos Aires, capital federal, Carlos Grosso, joven, moderado, preparado intelectualmente, dialogante, con fortuna personal, esposa y ni?os atractivos, levemente kennedyano, pele¨® denoda,damente porque el justicialismo levantara la cabeza, y rechaz¨® expl¨ªcitamente el apoyo de las 62 organizaciones, brazo pol¨ªtico del peronismo en la Confederaci¨®n General del Trabajo.
Probablemente gracias a sus esfuerzos logr¨¦ a la postre mantener los cuatro diputados de Per¨®n que ya ten¨ªa en la capital. Pero nada m¨¢s.
En tercer y ¨²ltimo lugar hay que comprender cabalmente los datos de la provincia de Buenos Aires, la clave pol¨ªtica del pa¨ªs, eterno reducto peronista, por su gran concentraci¨®n obrera.
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