La victoria de Alfons¨ªn
EL PUEBLO espa?ol, que tiene sentimientos de solidaridad y simpat¨ªa Particularmente calurosos con la democracia argentina, ha seguido con inter¨¦s y preocupaci¨®n el desarrollo de las elecciones del domingo pasado. Esa consulta electoral representaba adem¨¢s una prueba dif¨ªcil, puesto que no es lo mismo acudir a las urnas, como en 1983, proclamando el fin de un largo per¨ªodo de dictaduras militares y anunciando el inicio de una etapa de libertad democr¨¢tica, que presentarse ante los ciudadanos, como ha ocurrido ahora, con un balance de dos a?os de gobierno, con una situaci¨®n econ¨®mica y social muy grave y con las decepciones que produce inevitablemente, entre muchos ciudadanos, la diferencia entre la democracia de la esperanza y la democracia de la vida diaria.Sin embargo, los radicales han confirmado b¨¢sicamente sus resultados de 1983 y han extendido incluso geogr¨¢ficamente su influencia mayoritaria a provincias de tradicional predominio peronista. Con ello se abre a la vez la perspectiva de que el a?o pr¨®ximo cambie la mayor¨ªa en el Senado, elegido por las provincias, y en el que hoy la oposici¨®n tiene una superioridad escasa.
El presidente Alfons¨ªn ha hecho una opci¨®n pol¨ªtica esencial, inspirado sobre todo por una concepci¨®n ¨¦tica de la cosa p¨²blica, decidiendo que los miembros de las Juntas dictatoriales que han gobernado el pa¨ªs, los responsables de una represi¨®n terrible, sean juzgados por los tribunales. Estos procesos no pod¨ªan por menos de remover sentimientos profundos en amplias capas del pa¨ªs, y determinados sectores militares se han sentido particularmente afectados. Con ello ha empezado a manifestarse una especie de trama negra, con explosiones de bombas, amenazas y provocaciones, cuyo principal objetivo era sembrar en la opini¨®n p¨²blica la idea de que con democracia no puede haber tranquilidad.
El presidente decidi¨® proclamar el "estado de sitio" para dar mayor efectividad a las medidas de defensa del orden democr¨¢tico. Medida que resulta una decisi¨®n discutible -ya lo dijimos- pero al cabo comprensible. La jornada del domingo ha puesto de relieve que esa, resoluci¨®n no ha limitado la libertad y pureza de las operaciones electorales. El presidente Alfonsin pidi¨® votos contra bombas. Los ha tenido. Y se encuentra ahora fortalecido ante los momentos tensos que con toda probabilidad se avecinan cuando los tribunales dicten sentencia, a mediados de diciembre, contra los componentes de las Juntas militares.
Otro fen¨®meno pol¨ªtico de enorme significaci¨®n que se desprende de las elecciones del domingo es la derrota del peronismo ortodoxo, y en general el debilitamiento global de los diversos grupos que se han presentado en nombre del peronismo. Lo que en 1983 era un partido es hoy una constelaci¨®n de corrientes diversas. No se trata ya de divisiones internas dentro de un partido, sino de tres, o cuatro opciones enfrentadas que se han presentado en pugna directa unas contra otras. Es dificil saber hoy por hoy lo que significar¨¢n los grupos renovadores, encabezados por Cafiero y Grosso, que en Buenos Aires y su provincia han arrollado a la candidatura peronista oficial, encabezada por Herminio Iglesias. En todo caso parece claro que el fen¨®meno peronista est¨¢ en plena decadencia y tendr¨¢ que decantarse esa mezcolanza de demagogia populista y obrerista, de nacionalismo y aventurerismo revolucionario, con sus zonas de gansterismo pol¨ªtico y sindical, que trata, utilizando los mitos de Per¨®n y de Evita, de suscitar sentimientos y soslayar las definiciones que una democracia moderna exige.
Consolidado por las elecciones, el Gobierno argentino tiene ahora que hacer frente a problemas de suma gravedad, sobre todo en el terreno econ¨®mico y social. Es importante constatar que las medidas rigurosas adoptadas en los ¨²ltimos meses no hayan sido causa de un descenso en la confianza popular hacia el Gobierno, como lo han atestiguado las urnas. Alfons¨ªn, ahora, con una mayor¨ªa ampliada en el Parlamento, necesita abordar, sin embargo, una nueva serie de cuestiones pendientes cuyo tratamiento es imprescindible para que la econom¨ªa pueda recuperar el ritmo de desarrollo necesario.
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