Christiane Collange: "Estoy contra la explotaci¨®n de los padres por los hijos"
La autora de 'Yo, tu madre' cree que cuando falla la convivencia, los posadolescentes sobran en casa
CARMEN MARI?O El hecho de ser periodista, escritora y madre de familia al mismo tiempo llev¨® a Christiane Collange a escribir su libro Yo, tu madre, con el que ha obtenido un gran ¨¦xito de ventas en Francia. La obra provoc¨® una fuerte pol¨¦mica en torno al problema de la posadolescencia esos a?os que cada vez se dilatan m¨¢s y durante los cuales padres e hijos viven bajo el mismo techo sin compartir la misma vida. En su libro, Collange, hija del periodista, ?mile Servan-Schreiber, aconseja a los padres que cuando la convivencia se hace imposible echen de casa a los hijos que ya no son adolescentes. Una experiencia que, como reconoce en esta entrevista, ha vivido en su propio hogar.
Tiene que haber sufrido mucho Christiane Collange, tan francesa tan elegante, tan ordenada, con esas costumbres tan poco pulcras de los hijos posadolescentes que denuncia en su libro. Salta a la vista cuando retira con presteza un peque?o papel que desluce la mesa que va a salir en las fotograf¨ªas. Se le nota en el ceremonioso respeto con que sigue los ritos sociales, como cuando pide champaf¨ªa -"?pero tienen buen champa?a en Espa?a"- y hasta en la forma de sujetar la copa, y hasta de gesticular. Y ella reconoce que, efectivamente, su libro es el testimonio de algo que ha sufrido d¨ªa a d¨ªa.Pregunta. Da la impresi¨®n de que este libro responde a su propia situaci¨®n personal. Se dir¨ªa incluso que marca ese momento en el que uno se dice "basta ya".
Respuesta. Por supuesto. De haber estado soltera y sin hijos nunca me hubiera pasado por la cabeza escribir este libro.
P. ?C¨®mo se desarroll¨® esa situaci¨®n personal? ?Lleg¨® a sentirse agobiada por sus hijos?
R. Cada palabra de este libro la he sentido, la he experimentado. Cuando escribo que me siento. una mujer frustrada es que me siento as¨ª.
P. ?Incluso cuando habla de tener que echar a los hijos de casa? ?Es una experiencia que ha vivido personalmente?
R. S¨ª, con uno de mis hijos. Lo medit¨¦ mucho y me sent¨ª culpable por tomar esa decisi¨®n.
P. ?Y fue a ra¨ªz de esta experiencia cuando decidi¨® escribir este libro?
R. S¨ª.
P. En las ¨²ltimas p¨¢ginas de Yo, tu madre parece como si lanzara un mensaje en clave a un hijo con el que tem¨ªa no volver a tener ning¨²n contacto y al que ir¨ªa dirigido el libro.
R. S¨ª, as¨ª es. Y al final la comunicaci¨®n entre nosotros no se ha interrumpido, sino que, por el contrario, ha mejorado. Y he recibido testimonios de varios padres a los que le ocurri¨® lo mismo.
P. Sin embargo, ¨¦se no es el caso t¨ªpico actualmente. Y la prueba es que usted alude en su libro a los hijos a quienes hay que abrir la puerta y darles un empuj¨®n porque no se deciden a irse nunca.
R. Yo creo que llega un d¨ªa en el que uno se da cuenta de que el hecho de vivir juntos ocasiona conflictos constantes en los hijos y en .los padres que llegan a hacer insoportable la atm¨®sfera familiar. Y puesto que existe una gran diferencia de mentalidad, de ritmo de vida, de concepci¨®n vital, no hay ninguna raz¨®n para prolongar esta convivencia.
P. Sin embargo, hasta hace poco la situaci¨®n era muy diferente. Exist¨ªan tambi¨¦n estos choques, se produc¨ªan las mismas crisis, pero no se resolv¨ªan de esta manera. Los padres nunca dec¨ªan: "Tienes que irte". Por el contrario, eran los hijos quienes daban el portazo.
R. Esta situaci¨®n es muy moderna. Un factor muy importante es el hecho de que antes, para que un hijo pudiera realizarse en su vida sexual, ten¨ªa que irse de casa, mientras que hoy d¨ªa puede vivir tranquilamente en el hogar familiar y mantener relaciones sexuales con una persona e incluso tra¨¦rsela a casa.
P. ? En que medida influye el paro?
R. El paro influye mucho en esta situaci¨®n, pero tambi¨¦n sucede que los hijos que trabajan consideran el primer sueldo insuficiente para mantener el nivel de vida del que disfrutaban en la casa familiar, y el primer sueldo se convierte en dinero de bolsillo.
P. Tal vez lo que ocurre es que, en definitiva, se encuentran bien en casa.
R. Por supuesto. Y tienen raz¨®n, porque es mucho m¨¢s f¨¢cil vivir as¨ª que asumir responsabilidades. Yo estoy contra la explotaci¨®n del hombre por el hombre o de la mujer por el hombre o de los padres por los hijos. Ante estas situaciones, llega un momento en que el explotado se rebela.
P. O sea, que a partir de una determinada edad los hijos molestan en casa de los padres.
R. S¨ª. A los 25 a?os, sobran.
P. Algunos pensar¨¢n que es muy c¨®moda su postura. Se puede argumentar que como hija ha vivido la revoluci¨®n generacional propia de su ¨¦poca y, sin embargo, no permite que sus hijos vivan la suya, que es similar en definitiva, aunque tenga caracter¨ªsticas diferentes.
R. Mientras hagan su revoluci¨®n en su habitaci¨®n no me molestan, pero el hecho de que a la vuelta de vacaciones encuentre colillas de cigarros por todo el dormitorio, por ejemplo, y que encima intenten hacerme tragar el sapo de que no han sido ellos, ya es excesivo.
P. Lo que he tratado de decir es que tal vez todo se reduzca a que los hijos siempre molestan a los padres, porque quiz¨¢s usted tambi¨¦n se habr¨¢...
R. ?Acostado en la cama de mis padres, no!
P. Pero habr¨¢ hecho otro tipo de cosas que a los suyos no les gustaba.
R. A los 20 a?os estaba casada, me hab¨ªa marchado. Como no pod¨ªa seguir en casa de mis padres, porque no me dejaban vivir mi vida, me fui. Y he permitido muchas m¨¢s cosas a mis hijos que mis padres a m¨ª.
P. En su libro dice que esta generaci¨®n de eternos posadolescentes s¨®lo ha producido artistas en sus diversas manifestaciones, publicitarios, cantantes, dise?adores de moda, pero que dif¨ªcilmente destacan en otras profesiones. ?A qu¨¦ se debe este fen¨®meno?.
R. Yo creo que los resp'onsables no son los padres, sino el sistema educativo.La pol¨ªtica educativa no ha logrado alcanzar el t¨¦rmino medio entre la etapa represiva de antes y el sistema demasiado liberal al que han pasado y en el que el ni?o no sabe contar ni aprende las tablas de multiplicar. Han intentado que el ni?o no derrame nunca una l¨¢grima y ¨¦stos son los resultados.
P. ?Cu¨¢l cree que va a ser la relaci¨®n entre esta generaci¨®n de posadolescentes que analiza en su libro y sus propios hijos?.
R. Le voy a contar una an¨¦cdota. Cuando mi hijo era peque?o quise que estudiara piano porque advert¨ª que ten¨ªa un buen o¨ªdo musical. Lo pas¨® tan mal que pronto abandon¨¦ la idea de que se convirtiera en un buen pianista. Cuando sali¨® mi libro, una revista francesa hizo una entrevista a mis hijos. Al m¨¢s peque?o le preguntaron qu¨¦ har¨ªa con sus hijos cuando fuera padre, y ¨¦l contest¨®: "En todo caso, le har¨¦ estudiar piano". Por supuesto, yo me puse hist¨¦rica.
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