Genial
Hacer un comentario cr¨ªtico- del Napole¨®n de Abel Gance, casi 60 a?os despu¨¦s de su estreno en 1927, ser¨ªa trivial por desproporcionado. Como si un cronista de literatura se las viera ante una cuartilla en blanco con la obligaci¨®n de llenarla con una cr¨ªtica de por poner otro caso desproporcionado, El cantar de M¨ªo Cid. Por un lado, le acosar¨ªa la amenaza de impotencia, y por otro, la mucho m¨¢s intolerable, de petulancia. ?ste es el caso. Intentar narrar las alturas de este pico del Himalaya del cine ser¨ªa tautol¨®gico y ponerse a enumerar sus defectos, que probablemente los tiene, ser¨ªa tan est¨²pido como rastrear las haches que Quevedo dej¨® de poner en su manuscrito de El busc¨®n.Lo ¨²nico que cabe hacer ante una nueva -y van ya 11- edici¨®n de Napole¨®n es una ex¨¦gesis informativa.
Napole¨®n
Director y guionista: Abel Gance. Fotograf¨ªa: Jules Kruger. Montaje: Marguerite Beaug¨¦. Productor: William Delafontaine. Edici¨®n de la versi¨®n, a 24 im¨¢genes por segundo: Francis Ford Coppola. M¨²sica: Carmine Coppola, interpretada en directo por la Orquesta Sinf¨®nica Ciudad de Valladolid. Filme franc¨¦s, en coproduci¨®n con otros pa¨ªses europeos, 1927. Int¨¦rpretes: Albert Dieudonn¨¦ y Vladimir Roudenko (Napole¨®n adulto y ni?o, respectivamente), Gina Manes (Josephine de Beauharnais), Abel Gance (Saint-Just), Antonin Artaud (Marat), Alexandre Koubitsky (Danton), Ediriond van Daelle (Robespierre), Robert Vidalin (Desmoulins), Petit Roblin (Picot), Petit Vidal, (Philippeaux), Harry Krimer (Rouget de Lisie), etc¨¦tera. Estreno en Madrid: palacio de Congresos y Exposiciones, del Ministerio de Cultura, d¨ªas 8, 9 y 10 de noviembre.
Vayamos a esos pelda?os. En 1917, Abel Gance, un pionero del cine franc¨¦s que hab¨ªa comenzado a hacer filmes en 1911, descubri¨® que sus obras eran rudimentarias al ver las de unos colegas suyos que trabajaban, con c¨®digos formales m¨¢s evolucionados que los europeos, en un poblado californiano llamado Hollywood, en los alrededores de Los ?ngeles. El joven franc¨¦s limpi¨® sus ojos y se embarc¨® hacia all¨ª para aprender.
Una de los filmes que vio se llamaba El nacimiento de una naci¨®n y su autor era un tal David Griffith. Gance qued¨® fascinado por aquel desafio americano y concibi¨® la idea de que su anciana Europa ten¨ªa uno de sus nacimientos o renacimientos lo bastante cercano como para poder mirarlo con la cercan¨ªa de los ojos de Griffith: aquel nuevo parto de Europa que se inici¨® en Francia con la Gran Revoluci¨®n.
Abel Gance era un hombre terco. En 1917 su idea germin¨® en ¨¦l una obsesi¨®n que, d¨ªa tras d¨ªa, creci¨® ocho a?os y se convirti¨® en un gui¨®n de m¨¢s de 2.000 p¨¢ginas y nueve horas de duraci¨®n. Si Napole¨®n fue parte y testigo del parto de la nueva Europa, hab¨ªa que ir a sus descendientes de otras latitudes para que ayudaran a Francia a financiar el proyecto de un cineasta loco. Pagaron la pel¨ªcula dineros franceses, italianos, espa?oles, ingleses, holandeses, checos, rusos.
El rodaje de Napole¨®n comenz¨® el 17 de enero de 1925 en los estudios Billancourt, de Par¨ªs, y finaliz¨® a finales del verano de 1926. Tard¨® siete meses, en la sala de montaje, en dar la ¨²ltima pincelada de acetona al ¨²ltimo trozo de celuloide, rodado a 20 im¨¢genes por segundo. El filme se estren¨® poco despu¨¦s, el 17 de abril de 1927, en la ¨®pera de Par¨ªs. Dej¨® mudos a sus detractores.
Cuando Gance comenz¨® a idear, entre 1917 y 1923, Napole¨®n, su modelo era s¨®lo Griffith. Pero desde 1920 a 1926 en el cine europeo hab¨ªan ocurrido trastornos en la evoluci¨®n del nuevo arte. Sobre todo, dos: los primeros en¨¦rgicos pasos del expresionismo alem¨¢n dados por Wegener, Lang y Wiener, y los, m¨¢s que en¨¦rgicos, violentos saltos hacia adelante del cine sovi¨¦tico encarnado en los Vertov, Eisenstein y Pudovkin. La imaginaci¨®n-esponja de Gance lo asimil¨® todo y su Napole¨®n debe ser considerado una s¨ªntesis de todo el cine mudo que le precedi¨® y un anticipo intuitivo, apasionante, pat¨¦tico y gozoso de la inminente irrupci¨®n del sonoro.
Un ejemplo entre docenas: esa portentosa secuencia de montaje paralelo, que se oye, en la que Bonaparte navega en una barca asaltado por una tempestad marina, mientras otra tempestad, esta humana, se desencadena 1.000 kil¨®metros al norte, tierra adentro, en la Convenci¨®n Nacional de Par¨ªs.
Representada por Gance, la verdad miente y la mentira es veraz. Reinventa los hechos en forma de aventura. Miente su Napole¨®n como minti¨® la Iliada o el M¨ªo Cid. No es un filme fiel a la verdad, sino que hace de ¨¦sta pura y hermosa ficci¨®n. Gance hizo cine, leyenda, mito. No cont¨® la Historia, sino que la hizo. Otra Historia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.