Eureka, en marcha
"UN PASO de gigante". Tal es la expresi¨®n utilizada por el ministro de Asuntos Exteriores de la Rep¨²blica Federal de Alemania (RFA), Hans-Dietrich Genscher, para calificar la reuni¨®n en Hannover de los representantes de 18 Estados europeos con el fin de poner en marcha el proyecto Eureka. Muchos se han sorprendido de que a los seis meses escasos de que la idea fuese lanzada por el presidente Fran?ois Mitterrand se hayan adoptado medidas concretas para impulsar los 10 primeros proyectos industriales, en los que colaboran diversas empresas europeas, en ramas de alta tecnolog¨ªa. Como escribe con acierto el International Herald Tribune, "no es frecuente que una piedra b¨¢sica de la construcci¨®n de Europa se coloque en su sitio con tanta rapidez".Hannover ha puesto de relieve, en primer lugar, que una serie de obst¨¢culos que parec¨ªan a primera vista insuperables han sido descartados, o al menos han perdido consistencia. Conviene recordar las reticencias iniciales de los Gobiernos del Reino Unido y de la RFA; sin estos dos pa¨ªses, el proyecto estaba condenado al fracaso. En Hannover, el canciller de la Rep¨²blica Federal de alemania Kohl ha anunciado incluso que los alemanes occidentales estaban dispuestos a aportar una financiaci¨®n estatal, si bien ha sido discreto sobre su cuant¨ªa. Por su parte, el ministro brit¨¢nico de Tecnolog¨ªa. Geoffre Pattie, ha dicho que "Eureka es algo imparable que dar¨¢ a la industria europea la oportunidad de lograr una presencia m¨¢s importante en el mercado mundial de alta tecriolog¨ªa".
Otro rasgo de Eureka que ha causado sorpresa, y que ha quedado netamente plasmado en la reuni¨®n de Hannover, es la participaci¨®n de pa¨ªses que no pertenecen a la CEE, y en particular de pa¨ªses neutros tan significados como Suecia, Suiza, Austria, Finlandia. Hoy, todos los pa¨ªses de Europa occidental (adem¨¢s de Turqu¨ªa) est¨¢n integrados en el proyecto Eureka. Cumple destacar que la incorporaci¨®n de pa¨ªses neutrales confirma el car¨¢cter civil, no militar, de los proyectos cient¨ªficos, tecnol¨®gicos e industriales que Eureka va a impulsar. En ese orden responde a una concepci¨®n pol¨ªtica completamente diferente de la que se plasma en la Iniciativa de Defensa Estrat¨¦gica (SDI) del presidente Reagan, la famosa guerra de las galaxias. Eureka tiende a dar prioridad a una presencia europea en el terreno de las tecnolog¨ªas m¨¢s avanzadas, pero no en el terreno militar, sino para objetivos civiles. Por eso la presencia de los neutrales es posible y a la vez totalmente l¨®gica.
Por otra parte, ser¨ªa err¨®neo dar una imagen de color de rosa de lo ocurrido en la reuni¨®n de Hannover; en ella han surgido dificultades serias y diversas concepciones se enfrentaron en el curso de las discusiones; muchas diferencias y problemas siguen en pie. Algunas delegaciones tend¨ªan a dejar todas las iniciativas, y la financiaci¨®n, en manos de las empresas privadas; Eureka se reducir¨ªa, en tal caso, a un vago est¨ªmulo moral a una cooperaci¨®n europea. Ha prevalecido una concepci¨®n diferente, que implica compromisos financieros de los Estados para los proyectos espec¨ªficos de Eureka y que prev¨¦ incluso cierta estructura, un secretariado peque?o y flexible encargado de reunir y distribuir la informaci¨®n y de asistir a las empresas y centros de investigaci¨®n que deseen entrar en contacto con posibles colaboradores de otros pa¨ªses. En esta decisi¨®n se observa el deseo de evitar la burocracia, tan pesada en otras zonas de la construcci¨®n europea, pero la voluntad pol¨ªtica, al mismo tiempo, de crear posibilidades reales de planificaci¨®n y cooperaci¨®n supranacionales como pilares efectivos de una Europa tecnol¨®gica.
Entre los obst¨¢culos serios que aconsejan considerar las perspectivas de Eureka sin excesivo optimismo est¨¢, en primer lugar, la escasez de su financiaci¨®n. Ello puede conducir a que una iniciativa ambiciosa en su concepci¨®n se traduzca en la pr¨¢ctica en la realizaci¨®n de unos cuantos proyectos m¨¢s o menos interesantes en ramas determinadas, pero sin que ello signifique ese despegue de la ciencia y de la industria europeas de alta tecnolog¨ªa hasta alcanzar niveles comparables a los que de EE UU y Jap¨®n, que es, sin embargo, el verdadero objetivo de Eureka. Otra dificultad estriba en la necesidad de lograr un mercado verdaderamente europeo para respaldar la rentabilidad de los proyectos; es un objetivo sumamente dif¨ªcil, sobre todo en la actual etapa de crisis econ¨®mica.
En todo caso, el proyecto Eureka, que hace seis meses no era m¨¢s que una idea vaga, es ya una realidad en su punto de salida; 10 proyectos (uno de ellos con fuerte participaci¨®n espa?ola) han sido ya aprobados y van a ser puestos en pr¨¢ctica inmediatamente. No cabe duda de que Hannover ha significado el paso de una fase diplom¨¢tica a una fase operativa. Es evidente, asimismo, que en el trasfondo de esta rapidez en la puesta en marcha del proyecto, que tanto ha sorprendido, sobre todo en EE UU, est¨¢ una creciente toma de conciencia de la necesidad para Europa de superar la etapa de las veleidades y de las ilusiones, para pasar a la de las realizaciones concretas.
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