Los muertos de Bogot¨¢
LE MONDELa operaci¨®n del comando suicida lanzada por los desesperados del M-19 en Bogot¨¢ y la toma por asalto del Palacio de Justicia, ocupado por los guerrilleros, ponen cruelmente en evidencia los l¨ªmites de la pol¨ªtica de pacificaci¨®n iniciada desde 1982 por el presidente colombiano, Belisario Betancur.Los colombianos no han aprendido nada. Est¨¢n acostumbrados a lo que se llama entre ellos la violencia. Dura pr¨¢cticamente desde el c¨¦lebre bogotazo de abril de 1948, un levantamiento popular provocado por el asesinato del l¨ªder liberal Jorge Gait¨¢n y salvajemente reprimido por el Ej¨¦rcito. Miles de muertos y el principio de una guerra de guerrillas end¨¦mica, ascendente, hecha de arreglos de cuentas crueles entre liberales y conservadores, con treguas fr¨¢giles y acuerdos provisionales entre pol¨ªticos. La violencia es multiforme, de derecho com¨²n, ligada al tr¨¢fico de drogas o a las rivalidades pol¨ªticas. (...)
Para los colombianos es un episodio m¨¢s, un poco m¨¢s espectacular, un poco m¨¢s sangriento, de esta violencia. Los miles, de espectadores que hab¨ªan invadido las callejuelas pr¨®ximas al Palacio de Justicia han aclamado a los soldados al terminar el combate. No es seguro que el presidente Betancur haya perdido popularidad por haber rehusado negociar con los rebeldes en armas que han ejecutado a sus rehenes. Por el contrario, corre el peligro de ver deteriorada su imagen internacional de hombre de Estado responsable, favorable a la pacificaci¨®n intema y a la soluci¨®n pol¨ªtica y negociada de los conflictos de Am¨¦rica Central. Desde hace un cuarto de siglo, Belisario Betancur es el primer presidente colombiano que ha intentado seriamente romper ese ciclo infemal de violencia. Por otra .parte, ha declarado la guerra a los traficantes de droga, imitado despu¨¦s en Per¨² por el joven presidente Alan Garc¨ªa. Su m¨¦rito no es peque?o. Ha tenido ¨¦xito.
10 de noviembre
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