Franco
Realmente, la tabarra que nos est¨¢n dando con Franco estos d¨ªas resulta excesiva. Al parecer, el d¨¦cimo aniversario de su muerte se ha convertido en un festival para analistas, soci¨®logos, historiadores y fabricantes de fasc¨ªculos que buscan la forma de sacar unas perras con el recuerdo de aquel se?or. Antes se armaban calientes jolgorios en la plaza de Oriente, ahora se montan fr¨ªas encuestas, pero la murga es la misma, s¨®lo que enci~ ma hoy se nos exige una opini¨®n serena. A m¨ª no me apetece nada criticar, ensalzar, insultar o elogiar a Franco ni tampoco hacer un balance imparcial de su paso por esta tierra. Cuando alg¨²n joven, que no lo conoci¨®, me pregunta por ¨¦l siempre contesto i gual: era un tipo gord¨ªto y goloso al que le gustaban mucho los pasteles. Por lo dem¨¢s, remedando a no s¨¦ qui¨¦n, puedo a?adir: Dios ha muerto, Nietszche ha muerto, Franco ha muerto, yo mismo no me encuentro muy bien de salud. En este momento de la Historia, bastante esfuerzo tengo que hacer para estar a la altura de una crema de afeitar. ?Se puede ser maravilloso un martes cualquiera? Los anuncios de belleza, las vallas publicitarias lo est¨¢n poniendo cada vez m¨¢s dif¨ªcil.Prefiero ir a la sauna, darme un masaje o comprarme una fl¨¢ccida chaqueta sin hombreras que recordar a Franco. Porque de eso se trata. Con la excusa del juicio distanciado acerca de su figura, con las im¨¢genes de una ¨¦poca en la que todav¨ªa no ¨¦ramos calvos, canosos ni fondones, los quiosqueros intentan vendernos la memoria de nuestra juventud. Ese es el mensaje subliminal: pegar la silueta de aquel sujeto en nuestro rostro sin arrugas, transformar su nueva presencia en una bufanda de moda. Pero Franco nunca ser¨¢ tan m¨®rbido como el salpicadero de un buen coche, ni tendr¨¢ la suavidad de unos calzoncillos de seda, ni su voz resbalar¨¢ jam¨¢s en nuestro pasado con la elegancia de la ginebra en una copa con hielo. Una generaci¨®n de espa?oles ignora ya que ¨¦l existi¨®. Otra va por la vida exhibiendo la crueldad de la indiferencia. Y a nosotros intentan hacernos ahora una limpieza de cutis con su recuerdo. Sinceramente, para estar guapo cambiar¨ªa a Franco por una simple camisa de popel¨ªn.
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