Fue gol
EL FORMIDABLE patinazo del presidente de los ¨¢rbitros, Jos¨¦ Plaza, equivoc¨¢ndose al enjuiciar la jugada del gol legal anulado por el ¨¢rbitro Ur¨ªo Vel¨¢zquez durante el partido Barcelona-Real Madrid, en una magistral lecci¨®n de desconocimiento de la regla del fuera de juego, no significa, sin embargo, m¨¢s que una lamentable an¨¦cdota en el contexto de un sistema arbitral desfasado, que domingo a domingo aumenta el desconcierto de los aficionados. El tantas veces mencionado problema arbitral, respecto al cual se ha querido ver tan s¨®lo interesadas operaciones de presi¨®n por parte de uno u otro club, queda claramente de manifiesto ante un acontecimiento de esta envergadura. De nada vale, por otra parte, que ante la evidencia del clamoroso error el se?or Plaza rectificara su opini¨®n dos d¨ªas m¨¢s tarde. Su enmienda no altera el resultado, y de haberse tratado de un gol que decidiera el reparto de puntos, el da?o habr¨ªa sido irremediable.Que los ¨¢rbitros espa?oles no disponen de la mejor preparaci¨®n para la responsabilidad que se les encomienda parece obvio. Salvo excepciones, su forma f¨ªsica es inadecuada y en algunos casos tan mediocre que mueve a la irrisi¨®n o a la conmiseraci¨®n cuando se les contempla sobre el campo. Una vez al a?o -generalmente Cuando la Liga ya est¨¢ en marcha y se han sucedido los primeros esc¨¢ndalos arbitrales-, los colegiados espaficiles se re¨²nen para "unificar criterios", someterse a reconocimientos m¨¦dicos y realizar unas pruebas de aptitud f¨ªsica que en verdad s¨®lo sirven para sembrar la duda sobre qu¨¦ entidades se hacen cargo de los gastos. La unidad de criterios, por otra parte, apenas se mantiene hasta el partido pr¨®ximo. Y, a lo que se ve, si la unificaci¨®n de criterios incluye la coincidencia en la mala interpreteaci¨®n del fuera de juego, no existe otra conclusi¨®n que la desesperanza.
Frente a los argumentos sobre la dificultad que encierra decidir en d¨¦cimas de segundo, y el recurso, no menos razonable, al comprensible error humano que esgrimen los colegiados y sus dirigentes, el aficionado dif¨ªilmente entiende por qu¨¦ lo que un domingo se sanciona como falta al siguiente se transforma en una acci¨®n legal. Entradas peligrosas de caracter¨ªsticas semejantes son unas veces objeto de simples advertencias verbales y otras motivo de expulsi¨®n. O m¨¢s a¨²n, frente a la escandalosa permisividad de algunos trencillas, la sutileza en el juicio de otros llega a extremos como el del ¨¢rbitro andaluz And¨²jar Oliver, que lleg¨® a justificar la expulsi¨®n de un jugador, del Atl¨¦tico de Madrid, Land¨¢buru, porque hab¨ªa observado una supuesta infracci¨®n "con el rabillo del ojo".
Todas estas contradicciones se han multiplicado en los ¨²ltimos a?os con la actitud del Colegio Nacional de ?rbitros, que preside Jos¨¦ Plaza, cuyo estilo dictatorial ha cohibido las cr¨ªticas que podr¨ªan haber mejorado la situaci¨®n. Su proceder ha sido tan arbitrario, valga la paradoja, que le ha conducido a sancionar colegiados por el hecho de reconocer p¨²blicamente sus equivocaciones. En coherencia con ello, una dimisi¨®n inmediata del presidente, a prop¨®sito de este glorioso error, cerrar¨ªa justamente el bucle de una gesti¨®n calamitosa.
De otra parte, los aficionados cada vez entienden menos que si con los nuevos medios audiovisuales existe la posibilidad de rectificar las injusticias que, bien por parcialidad, por incompetencia t¨¦cnica o por mero error humano, se cometen en el campo, su utilizaci¨®n tan s¨®lo lleve, en el mejor de los casos, a un consuelo moral y, con alguna frecuencia, a una duplicaci¨®n de las confusiones.
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