J¨®venes
Alg¨²n d¨ªa el tedio de la juventud dar¨¢ un fruto hermoso. De momento muchos j¨®venes est¨¢n en el paro, no saben qu¨¦ hacer, se dedican a vaciar la nevera de los padres, se re¨²nen en los bares, s¨®lo hablan entre ellos, se sientan en corro sobre el sill¨ªn de las motocicletas formando tertulias ambulantes, realizan una vida end¨®gena, tratan de imitarse o de excitar se unos a otros, permanecen a¨²n firmemente unidos con su familia a trav¨¦s de? papel higi¨¦nico com¨²n, pero despu¨¦s de tomar la sopa ineludible que les prepara la dulce mam¨¢ salen otra vez de casa a reunirse con la manada. Se les ve llenando las aceras en los puntos calientes de la ciudad y all¨ª cargan la imaginaci¨®n con la electricidad que genera el contacto de la tribu. Al anochecer se oye la gran berrea de estos ciervos. Y ¨¦sa es su mejor canci¨®n: el sonido de los deseos, el ritmo sincopado del silencio, el chasquido de las miradas contra el alcohol, los bostezos en el vac¨ªo. Hasta ahora el aburrimiento les ha obligado a pintarse el pelo de color cereza, a traspasarse la mejilla con un alfiler, a ensayar toda suerte de juegos con el propio cuerpo. Tienen su carne de rosa a mano y por ella son devorados, mientras otras levas de adolescentes con una n¨¢usea prematura por la existencia acceden en oleadas a los recintos donde se con densa el hast¨ªo y agolpados en los abrevaderos esperan algo que no llega. Probablemente la mayor¨ªa de estos tiernos seres nunca trabajar¨¢n en una multinacional. Tampoco har¨¢n ninguna revoluci¨®n, ni siquiera atracar¨¢n un banco, ni arrastrar¨¢n a una anciana por el collar de oro en la calza da, y se inyectar¨¢n salsa de toma te para ver el para¨ªso. Sin duda seguir¨¢n siendo, como siempre, halagados con sinuosas palabras por los mayores para que no se produzca la estampida. Pero alg¨²n d¨ªa el tedio de los j¨®venes reventar¨¢ por alguna parte y germinar¨¢ con un hermoso fruto que ignoro. Tal vez ellos impondr¨¢n la evidencia de que la vida no es sino un vago sue?o, una confusa luz, un paisaje lleno de perplejidad, y del ocio consolidado nacer¨¢ una nueva creaci¨®n est¨¦tica: el placer de existir al borde de la belleza del naufragio.
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