Elecciones y poder en Honduras
LAS ELECCIONES que se acaban de celebrar en Honduras han creado una situaci¨®n totalmente anormal. Unas horas antes de abrirse las urnas, el Tribunal de Elecciones determin¨® que el futuro presidente ser¨¢, no el candidato que obtenga m¨¢s votos, sino el candidato mejor colocado dentro del partido que obtenga globalmente el mayor n¨²mero de votos. Esta regla, contraria a la Constituci¨®n, tiende a garantizar que el Partido Liberal, fuertemente dividido en cuatro fracciones, y que presentaba cuatro candidatos a presidente, conserve en cualquier caso la jefatura del Estado. De esta manera el candidato del Partido Nacional, Rafael Callejas, que ha obtenido el mayor n¨²mero de votos, ha sido derrotado. Y ser¨¢ elegido presidente, con menos del 30% de los votos, uno de los candidatos liberales, Jos¨¦ Azcona. Esta situaci¨®n an¨®mala ayuda a comprender hasta qu¨¦ punto la democracia en Honduras es un concepto que conviene relativizar. En realidad, los poderes constitucionales, civiles, est¨¢n supeditados a un poder superior, el de la c¨²pula militar. Y los dos partidos pol¨ªticos que de verdad funcionan, el Liberal y el Nacional no cuestiona el superpoder de los militares.?Han sido estas ¨²ltimas elecciones un progreso de la democracia? Cabr¨ªa aceptar esta tesis, pero en un sentido muy concreto: si el actual presidente Suazo C¨®rdova transmite sus poderes al candidato que sea proclamado como presidente -dentro de las anomal¨ªas indicadas m¨¢s arriba- ser¨¢ la primera vez desde hace m¨¢s de medio siglo que tiene lugar en Honduras una sucesi¨®n regular, entre presidentes civiles, designados por las urnas. Pero ser¨ªa absurdo exagerar la importancia de este hecho: primero porque permanece la mediatizaci¨®n del poder civil por los militares. A la vez, por el hecho fundamental de que los diversos candidatos, con agudos conflictos personales entre s¨ª, tienen todos un significado pol¨ªtico parecido: todos son b¨¢sicamente conservadores. Y ning¨²n partido de izquierda ha podido presentarse a las elecciones.
Tampoco podr¨¢n estas elecciones modificar otro rasgo b¨¢sico del sistema de poder tradicional: la supeditaci¨®n del pa¨ªs a lo que se decide en Washington. Honduras ha sido un ejemplo t¨ªpico de rep¨²blica bananera; hoy, con una econom¨ªa arruinada, se mantiene gracias a las ayudas que recibe de Washington. Ello crea lazos de dependencia no s¨®lo econ¨®micos, sino en el terreno pol¨ªtico y militar. En los ¨²ltimos tres a?os, Estados Unidos ha trasformado a Honduras en la base principal de sus operaciones militares en esa zona. En Honduras est¨¢n las bases principales de los contra para la lucha contra el Gobierno sandinista. Esta situaci¨®n ha provocado reacciones bastante fuertes entre la poblaci¨®n e incluso en el seno del Ej¨¦rcito. Si Honduras pudiese decidir, no cabe duda que buscar¨ªa relaciones pac¨ªficas con Nicaragua. Es sintom¨¢tico que casi todos los candidatos a presidentes han hablado en su campa?a contra la presencia de los contra en territorio hondure?o.
Las ¨²ltimas elecciones ponen de relieve la incongruencia de quienes pretenden presentar a Honduras como ejemplo de democracia. La propaganda norteamericana ha empleado como argumento b¨¢sico contra el sandinismo la falta de democracia en las ¨²ltimas elecciones celebradas en Nicaragua. Utilizar ese argumento con respecto a Nicaragua y encomiar, en cambio, lo que ocurre en Honduras es aplicar la ley del embudo y renunciar a un an¨¢lisis racional de la realidad.
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