La resaca de Galicia
EL AN?LISIS de las elecciones auton¨®micas gallegas, cuyos principales rasgos fueron la holgada victoria -a un esca?o de la mayor¨ªa absoluta- de Coalici¨®n Popular y los buenos resultados de Coalici¨®n Galega, ha llevado a pol¨ªticos y comentaristas a extraer algunas ense?anzas que pudieran resultar v¨¢lidas para el conjunto de la pol¨ªtica espa?ola, ya en v¨ªsperas de las pr¨®ximas elecciones generales. Cualquier extrapolaci¨®n debe superar, sin embargo, dos obst¨¢culos. De un lado, las experiencias de Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco demuestran que la orientaci¨®n del voto y los ¨ªndices de participaci¨®n ofrecen sensibles variaciones seg¨²n se trate de elecciones auton¨®micas o parlamentarias. De otro, la pol¨ªtica gallega -su historia, sus condicionamientos sociales, su cultura c¨ªvica, su elevado abstencionismo- presenta caracter¨ªsticas irrepetibles en cualquier otra regi¨®n de Espa?a.Manuel Fraga particip¨® personalmente en la agotadora campa?a electoral y se lanz¨® a la apuesta de asegurar a sus seguidores una victoria por mayor¨ªa absoluta. El despliegue de medios econ¨®micos, el prestigio de Fern¨¢ndez Albor, la dosificaci¨®n de galleguismo y moderaci¨®n en los mensajes de Coalici¨®n Popular, la identificaci¨®n de las instituciones auton¨®micas con la primera Xunta, la ruptura en Orense de Coalici¨®n Galega y la red de intereses caciquiles para captar votos creaban las condiciones que hac¨ªan posible ese triunfo mayoritario. Sin embargo, la meta no fue alcanzada. Aun as¨ª, los resultados obtenidos por Coalici¨®n Popular marcan un aumento de votos en comparaci¨®n con las ¨²ltimas elecciones parlamentarias y una ganancia a¨²n mayor -consecuencia del mayor ¨ªndice de abstenci¨®n- en t¨¦rminos porcentuales (41,85%. frente al 38,5%).
Para Fraga, la consecuci¨®n de la mayor¨ªa absoluta pose¨ªa. un alto inter¨¦s estrat¨¦gico, no tanto en relaci¨®n con Galicia (donde Coalici¨®n Popular podr¨¢ gobernar sin grave dificultad) sino con vistas a las futuras legislativas. Los sondeos contin¨²an arrojando un elevado porcentaje de rechazo a su figura (demasiados ciudadanos afirman que nunca votar¨¢n a Manuel Fraga) y confirman la existencia por ahora de un techo electoral que le impedir¨ªa alcanzar la presidencia del Gobierno. Durante los ¨²ltimos meses, los asociados de Coalici¨®n Popular -y tambi¨¦n algunos dirigentes de AP- extrajeron de esa actitud la conclusi¨®n de que el liderazgo de Fraga es un obst¨¢culo para una victoria sobre los socialistas. Las maniobras y las conspiraciones para jubilar al veterano dirigente y para sustituirle por un candidato que no suscitase tan en¨¦rgicos rechazos est¨¢n obligando a Fraga a defender sus derechos a la primogenitura de Coalici¨®n Popular. Los comicios de Galicia constitu¨ªan un banco de prueba para demostrar que su nueva imagen pod¨ªa romper el famoso techo y que Fraga 86 ser¨ªa la mejor consigna imaginable para la derrota socialista en las parlamentarias. El incumplimiento de esa voluntarista profec¨ªa reforzar¨¢ ahora, en cambio, los argumentos de quienes est¨¢n horadando, en el seno de la coalici¨®n conservadora, el suelo de Manuel Fraga.
Coalici¨®n Galega gan¨® sus 11 esca?os y sus 162.000 votos gracias a una buena campa?a electoral, a la elecci¨®n de Pablo Gonz¨¢lez Mari?as como cabeza de lista y a su propia organizaci¨®n de intereses en la pol¨ªtica local gallega. No resulta f¨¢cil valorar la eficacia y el peso del mensaje centrista (asociado con la operaci¨®n Roca y el PDR) dentro de la oferta de Coalici¨®n Galega, de la que forman tambi¨¦n parte el galleguismo moderado y la lealtad de algunos sectores de la vida rural a sus l¨ªderes y caciques tradicionales. Quienes subrayan exclusivamente los rasgos de modernidad y centrismo de Coalici¨®n Galega necesitan explicar las razones de que sus porcentajes de voto hayan sido muy superiores en las provincias menos urbanizadas: el 20,367. en Lugo y el 22,56% en Orense, frente al 9,83% de La Coru?a y el 8,86% de Pontevedra. Quiz¨¢ resulte excesiva la euforia de los reformistas de Roca, inclinados a abstraer los factores espec¨ªficamente gallegos de esos resultados y a olvidar que los llamamientos centristas en otras regiones espa?olas no contar¨¢n con la ayuda de las redes de influencia local de Lugo y Orense. Por esa misma raz¨®n, el espectacular naufragio en las elecciones gallegas del CDS -defendido por un inveros¨ªmil candidato- no sepulta definitivamente las oportunidades, a escala estatal, de Adolfo Su¨¢rez.
El enjuiciamiento de los resultados obtenidos por los socialistas var¨ªa seg¨²n cu¨¢l sea el t¨¦rmino de comparaci¨®n elegido. En las elecciones parlamentarias de 1982 el PSOE obtuvo 426.000 sufragios y el 32,3% de los votos; en las auton¨®micas, esos resultados descendieron a 356.000 sufragios y al 28,4%. de los votos. La pol¨ªtica de ajuste del Gobierno Gonz¨¢lez y la reconversi¨®n naval en Galicia han influido seguramente en esa p¨¦rdida. En la b¨²squeda de su mejor perfil, el PSOE ha tratado de imponer como ¨²nicos t¨¦rminos de comparaci¨®n posibles dos referencias favorables: las elecciones auton¨®micas de 1981 (con 193.000 sufragios y el 19,6% de los votos) y los comicios locales de mayo de 1983 (con 335.000 sufragios y el 26,97. de los votos).
Las fuerzas propiamente nacionalistas de Galicia han ocupado casi el 10%, de los sufragios populares, manteniendo la cuota de porcentajes de las anteriores auton¨®micas pero aumentando el n¨²mero de sufragios. El dato m¨¢s relevante es que el PSG-Esquerda Galega, formaci¨®n de izquierda democr¨¢tica, ha superado al Bloque Nacional Galego (BNG), radical y rupturista. Una de las razones que explican el papel marginal de esas opciones es que la rama gallega de Alianza Popular -partido que en Madrid desea reformar el art¨ªculo 2 y el t¨ªtulo VIII de la Constituci¨®n para borrar de su texto la expresi¨®n nacionalidades y para laminar las competencias de las comunidades aut¨®nomas- ha logrado apoderarse de algunas de las banderas del nacionalismo moderado y competir con las opciones galleguistas. Curioso fen¨®meno este de oportunismo pol¨ªtico, que permite subrayar las incoherencias ideol¨®gicas de una opci¨®n que cambia de vestimenta -en Galicia, en Catalu?a, en el Pa¨ªs Vasco o en Andaluc¨ªa- en funci¨®n de la rentabilidad electoral de cada modelo.
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