La especificidad electoral de las nacionalidades
En a?o y medio se han celebrado las elecciones parlamentarias auton¨®micas de las llamadas nacionalidades hist¨®ricas: Euskadi, Catalu?a y Galicia, y de las tres convocatorias han salido, o se han consolidado, mapas electorales espec¨ªficos, diferenciados del tendencialmente homog¨¦neo mapa electoral espa?ol (cabr¨ªa introducir matices tambi¨¦n por lo que respecta a Cantabria y Baleares, matices que creo que refuerzan la siguiente argumentaci¨®n). Ya a principios de siglo, y sobre todo con el advenimiento de la II Rep¨²blica, empezando por Catalu?a, se dio aquella caracter¨ªstica diferencial, tanto por lo que se refiere al bipartidismo mon¨¢rquico como por lo que se refer¨ªa al multipartidismo republicano.Por todo ello, me parece una solemne tonter¨ªa afirmar -como hizo la ¨²ltima noche electoral (24 de noviembre de 1985) el vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, en TVE- que "las elecciones gallegas confirmaban el bipartidismo existente en el resto de Espa?a". Creo que aquellas tres elecciones confirman todo lo contrario. En Euskadi, Catalu?a y Galicia se produce un multipartidismo imperfecto o atemperado bastante diferente del seudobipartidismo existente en otras latitudes. Si no se le debe llamar as¨ª, ?c¨®mo califica el se?or Guerra un mapa electoral como el italiano, en donde el partido socialista tiene el 12% de los votos (y gobierna, ichapeau!), mientras que la Democracia Cristiana y el partido comunista suman en conjunto m¨¢s del 65% de los votos? ?En Italia hay bipartidismo?
Es curioso que desde el Gobierno del PSOE se intente vender la idea de un bipartidismo estable, precisamente en unas elecciones auton¨®micas de nacionalidad. Nadie puede olvidar, y menos las izquierdas, que en las tres nacionalidades citadas han triunfado opciones de centro-derecha. Dicho de otra forma, en las tres elecciones el PSOE no triunf¨®. ?C¨®mo se debe explicar que con una mayor¨ªa absoluta del PSOE en las Cortes Generales no se logre consolidar este voto en las auton¨®micas? Por m¨¢s intentos verbales que se realicen, aquellas tres elecciones muestran que no es realista proyectar mec¨¢nicamente los resultados generales en unas elecciones auton¨®micas.
Por derecho propio
Es evidente que la pol¨ªtica estatal influye en todas las elecciones auton¨®micas, pero donde menos es precisamente en las nacionalidades. La especificidad del mapa electoral de ¨¦stas viene demostrada tambi¨¦n por la progresiva afirmaci¨®n de mensajes y opciones nacionalistas de diverso signo. Esto en parte lo ha aprovechado el t¨¢ndem Roca-Coalici¨®n Galega para consolidar 11 esca?os de centro (herencia de la UCD ya en la primera legislatura) con un mensaje de nacionalismo moderado.
?ste es tambi¨¦n, y en mayor medida, el caso de Esquerda Galega, la cual ha avanzado por derecho propio y sin necesidad de emparentarse con ning¨²n protector estatal. Dicha opci¨®n ha m¨¢s que duplicado sus votos de las anteriores elecciones auton¨®micas y, como se sabe, ha pasado de uno a tres esca?os. En mi opini¨®n, ha logrado este objetivo por diversos motivos:
1. Un trabajo parlamentario concienzudo desde un profundo sentido democr¨¢tico de las alternativas institucionales.
2. Un mensaje n¨ªtido de izquierdas y nacional.
3. La atracci¨®n, por convencimiento, de voto ex socialista, desencantado por las costosas renuncias sociales que ha emprendido el actual Gobierno central.
La especificidad de las elecciones gallegas viene tambi¨¦n marcada por la desaparici¨®n parlamentaria de la opci¨®n comunista. Las excesivas divisiones (ya es ir¨®nico o¨ªr a Santiago Carrillo, el art¨ªfice de la ruptura del PSUC y de la dispersi¨®n del PCE, hablar de la unidad) no han hecho m¨¢s que acabar de desorientar al electorado potencial. Hay que a?adir, en el caso de Galicia, que la posici¨®n de la que part¨ªan los comunistas no era precisamente ventajosa. En las primeras elecciones auton¨®micas obtuvieron un diputado por los pelos. En las legislaturas de 1982 tan s¨®lo lograron el 1,5%, y en las municipales de 1983, el 2,5%. La situaci¨®n del comunismo gallego es muy distinta de la de Catalu?a (en las auton¨®micas de 1984, el 6% el PSUC y el 2,8% el PCC) o de la de Andaluc¨ªa, donde los sondeos actuales dan a la opci¨®n Anguita del PCA hasta un 15% de expectativa de voto.
Sin embargo, la s¨ªntesis de estos dos ¨²ltimos factores de especificidad, la subida de Esquerda y la desaparici¨®n parlamentaria de los comunistas, servir¨ªan para extraer una sencilla lecci¨®n. La izquierda alternativa real al PSOE no puede construirse sobre el pasado nost¨¢lgico ni sobre personalismos fratricidas. Hay que contar con el espacio comunista para las alternativas de izquierdas, pero ¨¦ste no tiene ni mucho menos la patente o la exclusiva. Hoy por hoy, las fuerzas progresistas deber¨ªan sumarse a Esquerda Galega o, guardando las distancias, a Euskadiko Eskerra, en Galicia y Euskadi, respectivamente. En Catalu?a, los sectores que pretenden construir aquella alternativa, PSUC incluido, deber¨ªan debatir y asumir esta lecci¨®n.
La relaci¨®n y coordinaci¨®n a escala estatal no deber¨ªa ser nunca obst¨¢culo ni apriorismo, sino consecuencia acordada desde aquellas especificidades. Valdr¨ªa la pena tenerlo en cuenta ante convocatorias electorales pr¨®ximas, ya sean de car¨¢cter general o europeo.
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