Mano de obispo
Los tres guardias suizos que vigilan a las decenas de periodistas concentrados a la salida del Palacio sinodal apenas son capaces de controlar la desbandada de informadores que se produce al concluir las sesiones. Si el informador consigue alcanzar la mano de un obispo o un cardenal antes que los cancerberos vaticanos se lo impidan, inmediatamente pasa a tener bula para circular libremente en compa?¨ªa del padre sinodal.La escena se reproduce cada mediod¨ªa a la salida del palacio de Nervi, pegado, pared con pared, con las dependencias del ex Santo Oficio, en un recinto cercado sobre el que la polic¨ªa italiana mantiene una discreta vigilancia desde el exterior. A mediod¨ªa los guardias suizos obligan a los periodistas a recluirse en un min¨²sculo espacio vallado, porque "la semana pasada un informador se ech¨® pr¨¢cticamente encima de un obispo", explica uno de los vigilantes suizos.
Pocos minutos despu¨¦s de la hora del ¨¢ngelus, tanto periodistas como guardias est¨¢n dispuestos a la carrera. Los obispos asi¨¢ticos y africanos suelen ser los primeros en salir. Aunque ayer fue uno de los d¨ªas en que se rompi¨® esa regla. El cardenal polaco Jozef Glemp abandon¨® la sala de sesiones sobre las 12.15. Dos sacerdotes con largas sotanas lo aguardaban en el exterior con el motor del veh¨ªculo en marcha. Mientras uno le recog¨ªa la cartera, el otro abr¨ªa maquinalmente la puerta del coche. Pero repentinamente apareci¨® el imprevisto: un compatriota del obispo de Varsovia se arrodill¨® a los pies del primado y le bes¨® la mano. Una vez que Glemp le devolvi¨® el saludo acab¨® el recelo de los guardias suizos.
Mientras se produc¨ªa este hecho aparec¨ªa en la v¨ªa del Santo Oficio el grueso de los restantes padres sinodales. Algunos se dirig¨ªan a pie a tomar el autob¨²s, pero antes de que franquearan la puerta y se deshicieran de sus solideos los informadores se lanzaban sobre ellos. Las preguntas, debido a la brevedad, acostumbran a ser t¨®picas y se ensayan en varios idiomas hasta sintonizar con el del padre sinodal, que casi siempre acepta responder.una olorosa agua de colonia que permanece por, espacio de horas en la mano del interlocutor que le ha saludado.
El arzobispo de Managua iba ayer acompa?ado por Egidio Vigano, superior general de los salesianos, que ha defendido posiciones de apertura en el presente s¨ªnodo. .Preg¨²ntele tambi¨¦n a ¨¦l", dijo Obando, "que es relator de uno de los c¨ªrculos menores". Vigano se mostr¨® contrario a la postura de algunos padres sinodales: "Los debates no son para hacer ning¨²n documento" dijo, 'sino para servir a los obispos, que luego deben volver a sus respectivas conferencias episcopales".
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