Incidentes al saberse la levedad de las penas a los militares argentinos
La C¨¢mara Federal en lo Criminal y Correccional argentina dict¨® ayer sentencia contra las tres primeras juntas militares, que gobernaron al pa¨ªs entre 1976 y 1983. El fallo, como solicitaba el fiscal, condenaba a cadena perpetua y a inhabilitaci¨®n de por vida al general Jorge Rafael Videla y al almirante Emilio Eduardo Massera. En los otros casos, las condenas fueron mucho menores de lo solicitado. El fallo provoc¨® incidentes entre los asistentes y protestas en la calle.
Resultaron absueltos de las acusaciones el teniente general Leopoldo Galtieri, el general Omar Rub¨¦n Graffigna, el almirante Jorge Isaac Anaya y el brigadier Basilio Lami Dozo, mientras eran condenados el teniente general Roberto Eduardo Viola, ex presidente de la naci¨®n, a 17 a?os de c¨¢rcel, libr¨¢ndose de la acusaci¨®n de homicidio; el almirante Armando Lambruschini, a ocho a?os de reclusi¨®n, y el brigadier Orlando Ram¨®n Agosti, a cuatro y medio de prisi¨®n.La sentencia eriz¨® los ¨¢nimos de los asistentes, que ya antes de que se constituyera el tribunal protagonizaron incidentes. La lectura del fallo comenz¨® con 48 minutos de retraso por un problema de cortes¨ªa procesal. La C¨¢mara exigi¨® a Hebe de Bonafini, presidenta de las madres de Plaza de Mayo, que se destocara. La se?ora de Bonafini luc¨ªa el pa?uelo blanco distintivo de las Madres de Mayo. La Corte estim¨® que era un distintivo pol¨ªtico que deb¨ªa ser retirado. Hebe adujo a su vez que en la C¨¢mara figuraban hombres con uniforme de las fuerzas armadas, lo que a su vez tambi¨¦n significaba un distintivo pol¨ªtico. Finalmente el propio fiscal, Julio C¨¦sar Strassera, la convenci¨® de que se destocara. A la mitad de la lectura de las sentencias Hebe de Bonafini y otras madres abandonaron ostentosamente la sala, coloc¨¢ndose de nuevo sus pa?uelos blancos en la cabeza, cuando el presidente del tribunal, Le¨®n Carlos Arslain, le¨ªa las absoluciones. Paralelamente, en el centro de Buenos Aires unos 2.000 manifestantes protestaron el fallo interrumpiendo el tr¨¢fico.
[El fiscal Strassera manifest¨® anoche al programa Hora Veinticinco, de la Cadena SER: "A pesar de que no me satisfagan las penas, es positivo el solo hecho de la condena a miembros de la c¨²pula militar por un tribunal civil, cualquiera que sea el monto de las condenas". El fiscal a?adi¨®: "Tenemos la posibilidad de poner un recurso extraordinario contra la sentencia de este tribunal ante la Corte Suprema de Apelaci¨®n"].
El fallo de la C¨¢mara Federal se produjo horas despu¨¦s de que el presidente Alfons¨ªn pusiera fin a la vigencia del estado de sitio impuesto el pasado 23 de octubre para hacer frente a la ola de atentados, amenazas y secuestros que se hab¨ªan desencadenado en el pa¨ªs.
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Ocho de los reos recibieron sus sentencias en prisi¨®n
Viene de la primera p¨¢ginaOcho de los nueve implicados recibieron la sentencia en sus lugares de retenci¨®n: en la Unidad Penal 22 de la polic¨ªa federal, los tenientes generales Jorge Rafael Videla y Roberto Eduardo Viola (ex presidentes de la naci¨®n), el almirante Armando Lambruschini y el brigadier general del Aire Orlando Ram¨®n Agosti; en la c¨¢rcel militar de Magdalena, el teniente general Leopoldo Fortunato Galtieri (ex presidente de la naci¨®n); en la base a¨¦rea El Palomar, el brigadier general del Aire Basilio Lami Dozo, y en la Escuela de Mec¨¢nica de la Armada, s¨ªmbolo del horror de la represi¨®n, el almirante Jorge Isaac Anaya.
El brigadier general Omar Domingo Rub¨¦n Graffigna, ¨²nico en libertad provisional, recibi¨® su sentencia personalmente en la sala de la C¨¢mara. A la lectura de las sentencias asistieron los fiscales Julio C¨¦sar Strassera y su adjunto Moreno Ocampo, as¨ª como los 23 abogados defensores. El acto judicial fue transmitido en directo por radio y televisi¨®n en cadena nacional.
La expectaci¨®n, l¨®gicamente, era grande y en Argentina, donde las corridas de toros est¨¢n prohibidas, a las cinco de la tarde estaban todos prendidos de sus televisores o receptores de radio en las v¨ªsperas de la conmemoraci¨®n mundial del D¨ªa Universal de los Derechos del Hombre. El juicio ha durado seis meses y se consuma poco menos de dos a?os despu¨¦s de que Ra¨²l Alfons¨ªn, tres d¨ªas despu¨¦s de ser investido presidente de la Rep¨²blica, decretara, en su calidad de comandante en jefe de las fuerzas armadas, el procesamiento de los nueve triunviros por supuestos cr¨ªmenes contra la humanidad.
El alegato del fiscal Strassera, fielmente apoyado en el informe Nunca m¨¢s -elaborado por la Comisi¨®n Nacional sobre Desaparici¨®n de Personas, que presidi¨® Ernesto S¨¢bato-, fue demoledor para los acusados. Si las penas establecidas por el C¨®digo de Justicia Militar, con el que esta C¨¢mara civil juzga a los acusados, fueran acumulativas, el teniente general Videla podr¨ªa recabar para s¨ª el dudoso honor de ser sentenciado a 10.728 a?os de prisi¨®n.
Antes de que se conociera el fallo se esperaban sentencias a cadena perpetua al menos contra Videla, Massera y Viola y una graduaci¨®n de penas y responsabilidades sobre sus restantes camaradas de arma. Uno de los puntos esenciales de discusi¨®n era si se establecer¨ªa la responsabilidad conjunta de cada junta militar o triunvirato o esta responsabilidad se definir¨ªa individualmente, tesis por la que parece que al final se opt¨®. El fiscal Strassera hab¨ªa puesto todo su notable empe?o jur¨ªdico en demostrar que las responsabilidades fueron conjuntas.
A este respecto se tem¨ªa que pesase sobre la C¨¢mara el s¨ªndrome de Agosti y que los jueces se hubieran inclinado por el costado de una mal entendida piedad. En la primera junta militar, el brigadier general Agosti, hombre moralmente d¨¦bil y al frente de una fuerza con escasa capacidad operativa para la represi¨®n interior, qued¨® anulado por las fuertes personalidades de Videla y Massera: el primero, un hip¨®crita ligado al Opus De? que pretend¨ªa ser un freno para los halcones de su arma; y el segundo, un bandido amoral cargado de simpat¨ªa, malas intenciones, atractivo para las mujeres y con desmesuradas ansias de poder personal. Agosti, desde hace dos a?os, se encuentra en tratamiento psiqui¨¢trico y alimenta unas profundas ganas de dispararse un tiro.
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