El inmortal m¨¢s joven
Los acad¨¦micos franceses parecen los m¨¢s inmortales de todos los que en cualquier pa¨ªs son distinguidos por esa alta marca del antiguo saber plat¨®nico. En Francia, se les ve desfilar con espad¨ªn, ataviados de gran librea y hasta con varias plumas en el tocado, y el marco de sus deliberaciones evoca una magnificencia cortesana.La Academia Espa?ola celebra sus recepciones p¨²blicas con modestia. No hay procesi¨®n de miembros hasta el estrado, sino acceso desordenado por una portezuela lateral, y s¨®lo el electo es escoltado por el pasillo central del sal¨®n de actos hasta su puesto. Pero entr¨® con paso muy solemne Pere Gimferrer, a pesar del frac y sus 40 a?os, llamativos en una presidencia de edad media provecta. All¨ª estaban el ministro Lluch, que presid¨ªa con La¨ªn, y una Carmen Romero elegantemente vestida de negro, sancionando -imagino- con su presencia no s¨®lo la significaci¨®n algo pol¨ªtica del acto sino la de la personalidad doblemente recordada: Vicente Aleixandre.
Gimferrer suced¨ªa en el sill¨®n acad¨¦mico al poeta hace un a?o fallecido, pero, ampliando notablemente el obligado rito del elogio al antecesor, centr¨® su discurso de entrada sobre nuestro ¨²ltimo premio Nobel. Cr¨ªtico literario am¨¦n de poeta, Gimferrer ha escrito en el pasado p¨¢ginas importantes sobre la obra del sevillano, pero en esta ocasi¨®n quiso limitarse a una evocaci¨®n personal s¨®lo entreverada de espor¨¢dicas alusiones literarias. Esa mezcla da al texto una cierta condici¨®n h¨ªbrida, aunque hay en ¨¦l al menos un pasaje de gran belleza, en el que el nuevo elegido narra con emoci¨®n una escena paralela vivida por ¨¦l con Aleixandre y por ¨¦ste, mucho a?os antes, con Azor¨ªn.
El acto tuvo bastante acento catal¨¢n, como era de rigor. La presencia de Lluch se vio apoyada en el patio de butacas por la de algunos se?alados intelectuales: Joaqu¨ªn Marco, Jordi Herralde o -en primera fila y con aire de fiesta- el padrino de los nov¨ªsimos Castellet, quien coment¨® socarronamente en un aparte el gran triunfo que supon¨ªa colocar en un sitio tan prestigioso y tan joven a su antiguo protegido.
Pero es en el discurso del propio Gimferrer donde hay que buscar las m¨¢s sensibles alusiones a la cultura que de manera abierta viene a representar. Maragall, Foix, Riba, Riquer, fueron algunos de los nombres por ¨¦l citados en el contexto de la evocaci¨®n del compatriota Aleixandre, autor con el que el joven inmortal afirm¨® formar "una tradici¨®n ¨²nica; varia, s¨ª, pero a todos com¨²n en la devanadera de la palabra".
Y Ayala, en su contestaci¨®n, subray¨® oportunamente el papel de puente entre dos lenguas que Gimferrer, como escritor biling¨¹e y como traductor, ha desempe?ado en el conjunto de Espa?a. Fue el discurso del novelista granadino un modelo en su g¨¦nero; y una gran justicia que ese estudioso temprano del cine y ese vanguardista literario de los a?os 20, le diese la r¨¦plica a quien hace 15 a?os a¨²n era hostigado por muchos escritores y publicaciones que hoy, entronizado, le celebran.
Babelia
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