En defensa de Gelman
Las clases medias no son la mayor¨ªa del pueblo argentino, como afirma la se?ora Mercader. Ni son las clases que m¨¢s han luchado antes, durante y despu¨¦s de la dictadura, ni siquiera las m¨¢s interesadas en la defensa de las libertades democr¨¢ticas. Las clases medias argentinas, como las de cualquier otro pa¨ªs (profesionales, peque?a burgues¨ªa, intelectuales, altos y medios funcionarios, etc¨¦tera), constituyen el sector menos homog¨¦neo e inestable de cualquier sociedad. Son las clases cuyo nivel de vida y posici¨®n social se ve m¨¢s alterada en menos tiempo. No tiene unos intereses de clase claramente definidos, como puede tenerlos la burgues¨ªa o la clase obrera. Por eso estas clases nunca han jugado, ni jugar¨¢n, un papel independiente en la sociedad. Oscilar¨¢n su apoyo de una clase a otra, dependiendo de quien empuje m¨¢s fuerte.A medida que la sociedad se descompone, las clases medias enloquecen y buscan desesperadamente una salida. Miran hacia la clase obrera y sus dirigentes, y si ¨¦stos no ofrecen una alternativa clara y sin vinculaciones, giran hacia la burgues¨ªa en apoyo de situaciones dr¨¢sticas que normalicen su situaci¨®n en la sociedad. As¨ª ha ocurrido hist¨®ricamente.
En 1976 la alternativa del capitalismo en Argentina fue el golpe militar. La burgues¨ªa supo utilizar y movilizar a los sectores m¨¢s inestables y contradictorios de la sociedad cuando vio peligrar su sistema econ¨®mico. No es por casualidad, como plantea Gelman, que desde el partido radical hasta el comunista, pasando por la m¨¢s variada gama de dem¨®cratas y sindicalistas de ultraderecha, apoyaran y colaboraran con la dictadura. Y tampoco es por casualidad que fueran estos mismos sectores y personajes los m¨¢s fervientes defensores de la democracia argentina cuando la dictadura se descompon¨ªa y la movilizaci¨®n de la clase obrera pon¨ªa en peligro todo el sistema econ¨®mico. Para la burgues¨ªa argentina la democracia es la posibilidad de seguir acumulando plusval¨ªa. Gelman expone la contradicci¨®n: los militares son jueces y parte en los procesos contra las juntas. El aparato del Estado sigue intacto. Y es que hay una regla de oro en todas las transiciones, por democr¨¢ticas que sean: el aparato del Estado no se toca, o s¨®lo lo justo para lavar la cara al nuevo r¨¦gimen. En resumen, variar algo para no cambiar nada. S¨®lo as¨ª pueden entenderse los juicios-farsa a los militares.-
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