El a?o que fuimos millonarios
El 'gordo' permiti¨® a muchos campesinos vallisoletanos comprarse un v¨ªdeo, y a algunos, casarse
Ferm¨ªn, el fot¨®grafo, se cas¨® con una chica que le escribi¨® tras verle en la tele. Ahora est¨¢ compuesto, sin novia y con varios millones malgastados. To?o, el director de la Caja Rural, consigui¨® que una buena parte del dinero se quedara en su entidad. Son dos de las historias ocurridas en el ¨²ltimo a?o en la comarca vallisoletana de ?scar, sobre la que tal d¨ªa como hoy llovieron 2.500 millones de pesetas. Doce meses han pasado y el gordo no ha cambiado nada a simple vista: el mismo fr¨ªo, los mismos transe¨²ntes modestamente vestidos, los mismos abuelos que juegan al tute. Pero, eso s¨ª, ahora casi todas las casas tienen v¨ªdeo y televisi¨®n en color.
JAVIER VALENZUELA, La banda lleg¨® de Coca, con 35 m¨²sicos y tambores, cornetas, trombones, clarinetes, flautas y platillos. La Guardia Civil cort¨® la circulaci¨®n para dar paso al cortejo que segu¨ªa a los novios, una muchedumbre como nunca se hab¨ªa visto en ?scar para festejar un acontecimiento privado. El champa?a corri¨® en El Oasis, y aunque la boda se celebr¨® en la tarde del 3 de abril, la gente, al recordarla, la sit¨²a al comienzo del verano, hacia junio o por ah¨ª. Hasta el sol luci¨® ese d¨ªa sobre las tierras de Valladolid.
La loter¨ªa hab¨ªa hecho el milagro de que Ferm¨ªn -"s¨ª, mujer, Ferm¨ªn, el fot¨®grafo"- encontrara novia y se casara a sus 48 a?os. Ferm¨ªn Esteban ?lvaro hab¨ªa sido uno de los que el 21 de diciembre de 1984 pellizcaron del premio gordo del sorteo extraordinario de Navidad. Fueron 10 millones de pesetas y la pedrea de aparecer en televisi¨®n. Y luego lleg¨® la carta de Segovia: "Me llamo Isabel. Te he visto en la tele. Me gustar¨ªa conocerte. Abajo te pongo mis se?as".
Ferm¨ªn se plant¨® en Segovia, conoci¨® a Isabel y hasta se olvid¨® de sus males de pulm¨®n y columna, herencia del lustro que trabaj¨® en una fundici¨®n alemana. Poco le importaba que Isabel fuera casi 30 a?os m¨¢s joven que ¨¦l y que tuviera una hija de cuatro a?os y que todo ?scar le dijera: "Ferm¨ªn, ¨¢ndate con cuidado, que ¨¦sa viene por tus perras".
Ten¨ªa la muchacha "un cuerpo que no lo hay mejor en Segovia", y con Ferm¨ªn se mostraba cari?osa, y su hija era "maj¨ªsima , una joya
As¨ª que se casaron en ?scar, "una boda que no la ha habido mejor en Espa?a, ni la de Juan Carlos". Con la banda, la Guardia Civil, cientos de vecinos y un banquete de nuevo rico. Fue una de las pocas bodas de ?scar que Ferm¨ªn no fotografi¨®.
No hubo viaje de luna de miel. El marido se qued¨® con los billetes a Canarias y con las reservas de hotel, porque al d¨ªa siguiente a la boda el matrimonio ya estaba en crisis. Un mes despu¨¦s Isabel, embarazada de mellizos, abandon¨® al fot¨®grafo y se llev¨® su hija. El asunto anda ahora en manos de abogados.
El 21 de diciembre de 1984 los ni?os de San Ildefonso cantaron el n¨²mero 50.076 como el gordo de Navidad. En ese instante 2.500 millones de pesetas llovieron sobre ?scar, localidad vallisoletana de unos 6.000 habitantes, y sobre los pueblos de la contornada.
Amargura
Se ha cumplido un a?o de aquella millonada. Es mediod¨ªa y sobre ?scar pesa una niebla tan espesa como una resaca de mala ginebra. Ferm¨ªn est¨¢ en su casa, solo y sin esperar visita pero vestido al completo: sombrerillo de fieltro, corbat¨®n rojo, cazadora de cuero, zapatos de piel y esclavina de oro. Fuma tabaco norteamericano de contrabando. Delante de ¨¦l un plato de mariscos rancios; detr¨¢s fotos coloreadas de familiares y un juego de magnetoscopio y televisor.
-?C¨®mo le va la vida, Ferm¨ªn?
-Mal, que a m¨ª el dinero no me ha tra¨ªdo felicidad, sino amargura.
-?Y eso?
-Que me cas¨¦ con una fresca que s¨®lo buscaba mi dinero, y cuando no se lo puse a su nombre me dej¨®.
-?Qu¨¦ me dice?
-Pues eso, que me enga?¨®.
-?A un hombre experimentado como usted, Ferm¨ªn?
Se hace un silencio de m¨¢rmol. Lo quiebra el trallazo de una moto en la calle y Ferm¨ªn responde:
-Una mujer hace de un hombre lo que quiere, lo que quiere.
Y el fot¨®grafo larga su historia al periodista, la que corre de boca en boca por el pueblo. De c¨®mo se fundi¨® tres millones de pesetas en la boda y en c¨¢maras de fotos, magnetoscopios, televisores y un cochazo que tuvo que revender porque no tiene carn¨¦ de conducir. De c¨®mo se gast¨® otros tres millones en un piso en Segovia, donde pensaba vivir con Isabel, y otros tantos en amueblarlo "de cine".
De c¨®mo su mujer le exigi¨® que pusiera todo a su nombre y de c¨®mo, al negarse ¨¦l, ella le dej¨®.
-?Qu¨¦ ser¨¢ de los hijos que va a tener su mujer?
-Mis hijos. Yo me los quedar¨ªa con gusto. No quiero que anden por ah¨ª tirados.
El despacho de Jos¨¦ Antonio Alonso, director de la Caja Rural de ?scar, est¨¢ justo a espaldas de la casa de Ferm¨ªn. De las amarillentas paredes no cuelga ni un almanaque; la mesa de trabajo es met¨¢lica y vulgar, y el tel¨¦fono y la m¨¢quina de escribir, modelos antiguos. Jos¨¦ Antonio, 43 a?os, casado y con dos hijos, sigue siendo To?o, el campesino que estudi¨® para cura y luego se meti¨® a oficinista.
Y sin embargo no s¨®lo es propietario de varias decenas de millones, sino que fue ¨¦l quien trajo a ?scar 250.000 pesetas del n¨²mero 50.076 y reparti¨® las participaciones de la suerte.
-Ahora puede decirlo, To?o. ?Cu¨¢nto le toc¨®?
Los dedos del director, cortos arrugados, velludos, juguetean con las fotocopias de los reportajes sobre el d¨ªa en que el gordo cay¨® en ?scar. Su rostro, enmarcado por un pelo ralo y plateado que se pro longa en dos patillones, es el de un labrador listo.
-Eso no lo sabe nadie. Bueno, mi mujer lo sabe a medias.
-Lo que s¨ª podr¨¢ decir es en qu¨¦ gast¨® la gente el dinero.
-De v¨ªdeo y televisor en color no se ha privado nadie, pero nadie. Le sigue la compra de coches y tractores, y por ¨²ltimo la de pisos
Pero, bancario al fin y al cabo To?o se ha encargado de que la mitad de los 2.500 millones haya sido ahorrada, la mayor¨ªa en su entidad, en dep¨®sitos a plazo fijo. "Una se?ora a la que le tocaron cuatro millones quer¨ªa llevarlos a otro banco y me consult¨®. Yo s¨®lo le dije, porque ¨¦lla es muy devota 'Comulgue ma?ana y cons¨²lteselo a Dios'. Y volvi¨® al d¨ªa siguiente para dejar el dinero aqu¨ª".
-Y usted ?qu¨¦ ha comprado?
-Pues la mayor parte lo tengo ahorrado, pero tambi¨¦n he gastado algo, s¨®lo que en Remondo, mi pueblo. En reformar mi casa, en una polideportivo para todos y en un v¨ªdeo que he regalado a la escuela, pero no para ver pel¨ªculas, sino para que los chicos aprendan ingl¨¦s.
To?o invita al periodista a tomar una copa en Remondo despu¨¦s de comer.
Tractores y chal¨¦s
Remondo, 400 almas, est¨¢ a pocos kil¨®metros de ?scar, ya en la provincia de Segovia. A la hora del caf¨¦, copa y puro, la mayor¨ªa de los hombres est¨¢ en el campo, ocupados en la recogida de zanahoria, remolacha y achicoria. Ni ellos ni los flamantes tractores comprados con parte de los 200 millones que tocaron en el pueblo pueden verse a causa de la niebla. S¨®lo a pocos metros se adivinan algunos chal¨¦s nuevos, construcciones estilo Lo que el viento se llev¨®.
To?o entra en el bar Finito. All¨ª nada ha cambiado desde hace un a?o. La misma estufa de troncos a cuya vera Jenara hace punto. El mismo o parecido cartel que advierte que hay que pasar la revista militar. La misma pe?a de abuelos que juegan al tute con viejos naipes. El mismo periodista que hace preguntas t¨®picas.
-Jenara, ?encontr¨® novia Luis Mateo?
Hace un a?o, Luis, soltero de 39 a?os, dec¨ªa a los periodistas que le entrevistaban el d¨ªa de la loter¨ªa de Navidad: "Me he llevado dos millones, pero digan que son m¨¢s, para ver si alguna pica".
Sin dejar la labor, Jenara responde:
-Qu¨¦ va, y adem¨¢s se le muri¨® la galga y se llev¨® un disgusto grande, porque es muy cazador.
La vida sigue. Durante 12 meses, labradores y oficinistas tuvieron dinero para gastar y lo gastaron. Tuvieron dinero para ahorrar y lo ahorraron. Mejor o peor. Era su dinero y pod¨ªan hacer con ¨¦l lo que quisieran. Fue el a?o en que fueron millonarios.
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