Amenazas en Centroam¨¦rica.

LAS RECIENTES declaraciones de Ronald Reagan sobre Nicaragua, en el marco de una campa?a que se viene desarrollando desde hace varios d¨ªas, no pueden por menos de provocar inquietud. No es la primera vez que el presidente norteamericano utiliza palabras fuertes para condenar al Gobierno de Managua, pero esta vez ha incrementado todav¨ªa m¨¢s la naturaleza de las acusaciones y la violencia de las amenazas. Ha dicho que los dirigentes sandinistas son "unos bandidos" y que "es clara" la conexi¨®n de Managua con el ataque del M-19 colombiano al Palacio de Justicia de Bogot¨¢. ?C¨®mo explicar que Reagan lance personalmente una acusaci¨®n de este g¨¦nero, sin ninguna prueba, sin poder siquiera apoyarse en la actitud de las autoridades colombianas? La gratuidad misma de esta imputaci¨®n denota una voluntad deliberada de denigrar al sandinismo utilizando todos los procedimientos.Es dif¨ªcil creer que esta campa?a tienda a influir favorablemente sobre la opini¨®n internacional. M¨¢s bien, las intenciones parecen de orden muy distinto y permiten dos clases de interpretaciones: la menos dram¨¢tica ser¨ªa suponer que se trata de lograr del Congreso, en una fecha pr¨®xima, la votaci¨®n de asignaciones para la ayuda militar a la contra. Puesto que Reagan ha tenido serias dificultades para lograr fondos con ese fin en el a?o que est¨¢ terminando, se esforzar¨ªa ahora en crear un china que favorezca sus demandas para continuar la guerra secreta contra el Gobierno de Managua. En este caso estar¨ªamos ante la perspectiva de una prolongaci¨®n de la actual estrategia y con ella continuar¨ªan las ayudas a los grupos rebeldes, sobre todo a trav¨¦s de Honduras, con el objetivo de obligar al Gobierno sandinista a aceptar la negociaci¨®n con la contra. Perspectiva poco compatible, seg¨²n se comprueba, con el progreso de soluciones negociadas y pac¨ªficas.

Cabe, no obstante, otra interpretaci¨®n m¨¢s inquietante de las palabras de Ronald Reagan. Con ella se tratar¨ªa de ir caldeando el ambiente para operaciones militares m¨¢s directas y encaminadas a derribar el Gobierno sandinista. En ese sentido, el secretario de Estado adjunto para Asuntos Interamericanos, Ellicit Abrams, ha dicho: "Antes de que gane la contra, tendr¨¢ que haber m¨¢s violencia". Palabras que parecen confirmar la tesis expuesta por el antiguo candidato dem¨®crata a la presidencia, George McGovern, que, en una conferencia en Madrid, ha declarado: "Reagan se embarcar¨¢ en un esfuerzo especial para derrocar el r¨¦gimen sandinista en 1986".

En esta situaci¨®n resulta particularmente incomprensible la actitud adoptada por el Gobierno de Managua pidiendo la suspensi¨®n durante medio a?o de las labores del grupo de Contadora y condicionando todo progreso de la negociaci¨®n a un di¨¢logo Managua-Washington. Conviene destacar que Contadora ha permitido, adem¨¢s de la redacci¨®n de un proyecto de acta de paz, asentar en la situaci¨®n centroamericana el principio de llegar a encontrar una soluci¨®n regional de los conflictos, as¨ª como el derecho de los Estados centroamericanos a resolver sus diferencias con la ayuda de otros Estados de la zona (en este caso, M¨¦xico, Panam¨¢, Colombia y Venezuela), al margen de la intervenci¨®n de EE UU. Ello ha permitido un movimiento internacional de extraordinaria amplitud apoyando los esfuerzos de Contadora. Adem¨¢s de acciones espec¨ªficas de diversos pa¨ªses de Europa, tal apoyo ha sido afirmado por la Comunidad Europea en dos conferencias especiales. A la vez, el conjunto de los Estados latinoamericanos, con una o dos excepciones, ha adoptado una actitud resuelta de respaldo al grupo de Contadora. Ser¨ªa, pues, completamente err¨®neo considerar que ante los conflictos de Am¨¦rica Central no hay m¨¢s que dos alternativas: o el apoyo al sandinismo o el apoyo a la pol¨ªtica intervencionista de la Administraci¨®n de Reagan.

Cabe reconocer, y lamentar, serios defectos en la pol¨ªtica sandinista, y a la vez considerar fundamental el respeto a la independencia de cada pa¨ªs. Y cabe, por tanto, rechazar con toda energ¨ªa los prop¨®sitos norteamericanos tendentes a derribar el Gobierno de Managua. En realidad, esta pol¨ªtica encuentra en el plano americano e internacional obst¨¢culos muy serios. Es sintom¨¢tico que el nuevo presidente de Guatemala, Vinicio Cerezo, duramente atacado por la izquierda de su pa¨ªs, y cuya campa?a electoral moderada ha contado con cierta simpat¨ªa de EE UU, haya declarado, durante sus recientes conversaciones con los gobernantes de Nicaragua, que rechaza "cualquier conducta tendente a interferir en la decisi¨®n de cada pa¨ªs para escoger su propio destino". Y reviste particular significaci¨®n en estos momentos lo ocurrido en la Asamblea General de la ONU, donde, por 91 votos contra 6 y 49 abstenciones, la ONU ha condenado el embargo impuesto por EE UU contra Nicaragua. Espa?a ha votado en un sentido favorable a esa condena, al lado tanto de dos pa¨ªses europeos miembros de la OTAN, Francia y Grecia, como de la gran mayor¨ªa de los pa¨ªses latinoamericanos. Esta votaci¨®n indica, a partir de un aspecto concreto, la amplitud de la oposici¨®n internacional a los prop¨®sitos intervencionistas de Washington.