La gente de Mikel
Compa?eros, paisanos, familiares y amigos de Zabaltza niegan toda relaci¨®n del joven con ETA
Cuando Jos¨¦ Luis Molinat lleg¨® de p¨¢rroco a Orbaiceta, hace 14 a?os, ten¨ªa un monaguillo majo y atento, hijo mayor de una larga familia de nueve hermanos. La familia viv¨ªa a cinco kil¨®metros de la iglesia, en la antigua f¨¢brica de armas, y le puso a la vivienda el diminutivo vasco de la flor: Casa Loretxo.El monaguillo, un mozo de 18 a?os, se llamaba Mikel, Mikel Zabaltza, y era pastor, como toda su familia. Hab¨ªa dejado la escuela cuatro a?os antes y ahora andaba todo el d¨ªa con el ganado, jugando con el Pirineo de un lado a otro, midiendo sus faldas cent¨ªmetro a cent¨ªmetro con el trabajo diario, porque ten¨ªa unos primos carnales junto a Saint Jean Pied de Port y porque ¨¦l no pensaba que su conocimiento de las ca?adas y de los valles, su identificaci¨®n con los accidentes geogr¨¢ficos del monte pudiera un d¨ªa volverse tan en su contra como para convertirse en una factura que le pasara la muerte.
Una f¨¢ctura -se lamentan sus compa?eros- presta a ser firmada por quienes pretenden llegar a conclusiones, por ejemplo, porque un coche pase reiteradamente la frontera, sin pararse a considerar si la distancia entre San Sebasti¨¢n y la casa de los padres es m¨¢s corta por el lado de all¨¢ del Pirineo o si en el autom¨®vil no va un mugalari, sino un compa?ero de trabajo del due?o, a quien ¨¦ste se lo presta habitualmente para que lleve a su hijo al dentista a Anglet.
El cura recuerda a Mikel con afecto y dice que "era servicial, muy atento. Era, en definitiva, un buen hombre". Hab¨ªa nacido en Navarra, en Orbaiceta, y jam¨¢s perdi¨® el amor por ese grupo de casas ligeramente inclinado sobre la carretera que va a Roncesvalles, a 60 kil¨®metros de Pamplona, y que, con sus ahora 291 habitantes, como recalca el alcalde, constituye el mayor ayuntamiento del valle de Aezkoa.
El pueblo del que ya Mikel no saldr¨¢ nunca vive de la patata y de la ganader¨ªa y, seg¨²n su alcalde, Jes¨²s Mar¨ªa Goikoa, de 26 a?os, tiene un alto n¨²mero de jubilados, 65 o 70, hasta el punto de que los m¨¢s de dos millones de peseta: que llegan all¨ª todos los meses, en concepto de pensiones de la Seguridad Social, son una de las fuentes de ingresos m¨¢s importantes de la localidad.
En la misma ¨¦poca en que Mikel Zabaltza se convert¨ªa en el primer monaguillo que tuvo en Orbaiceta el p¨¢rroco Molinat, su primo y ¨²ltimamente compa?ero de trabajo, Alejandro Zabaltza, le acompa?aba alguna vez de fiesta por los pueblos, de baile a Burguete. El pastor del monte Aizpegui no era muy hablador, pero s¨ª aficionado a la juerga cuando hab¨ªa que meterse en ella. ?Y de chicas? Dice su primo que, por entonces, "Mikel, de chicas, pues normal". ?Y qu¨¦ quiere decir eso? "Pues normal, ya me entiendes".
Familia de maestros
Pasaron los a?os. Los otros hijos de la familia Zabaltza fueron estudiando, "porque, ?sabe?, ¨¦l siempre trabaj¨® para sus hermanos". Y Miguel Zabaltza, un hombre menudo de ojos brillantes, enfundado en una gabardina clara sobre la que lleva un brazalete de luto, va enumerando lo que hacen los ocho hijos que le quedan: una es maestra en Bara?ain, un barrio de Pamplona; otra, de 21 a?os, est¨¢ casada en Aoiz, y tambi¨¦n es maestra, aunque no ejerce; otra est¨¢ en la Universidad, haciendo ingenier¨ªa t¨¦cnica industrial; otra m¨¢s es maestra, y est¨¢ casada con el maestro de Saldia; otro trabaja en la Caja Rural de Arive.
En casa quedan a¨²n dos chicos y una chica. "?l siempre trabaj¨® para sus hermanos, y ellos le ten¨ªan como un padre", dice Miguel Zabaltza, mientras espera junto a la iglesia el cuerpo de su hijo mayor.
Si Mikel no hubiera trabajado para sus hermanos, quiz¨¢ no hubiera habido en la casa para tanto magisterio. "Mire, yo soy jubilado, pero antes andaba con el ganado en el campo y labrando la tierra, era agricultor y ganadero pero de poca monta, porque en estas monta?as hay unos barrancos y unos sitios que no dan para mucho m¨¢s", dice el padre.
Por eso, cuando salieron unos contratos temporales de la Diputaci¨®n Foral para realizar en verano tareas de limpieza de montes y de bomberos, el mayor de los Zabaltza se apunt¨®, y estuvo por la zona de Lesaka. Y despu¨¦s, cuando ten¨ªa alrededor de 27 a?os, encontr¨® un trabajo estable, como conductor de la Compa?¨ªa del Tranv¨ªa, de San Sebasti¨¢n. Cinco a?os despu¨¦s, el pasado 15 de diciembre, su cad¨¢ver esposado llevaba el pantal¨®n del uniforme cuando, seg¨²n la Guardia Civil, fue encontrado flotando en el r¨ªo Bidasoa. Hallazgo a modo de macabra respuesta a las paredes de Pamplona, donde decenas de manos hab¨ªan escrito: MikeI non dago? (?D¨®nde est¨¢ Mikel?).
En Guip¨²zcoa no le iban mal las cosas. Y Mikel dej¨® de estar de patrona en Bidebieta-La Paz y se compr¨¦ un piso de protecci¨®n oficial, tres habitaciones y sal¨®n comedor, en la calle Bertsolari Txirrita, en Alza, cerca de su trabajo. Le encantaba pasar horas en ¨¦l, colocando planchas de tarima, viendo c¨®mo iba a ponerlo, los tabiques que iba a tirar, los tresillos que le hab¨ªa tapizado su compa?ero Jos¨¦ Mar¨ªa Valle.
Orbaiceta
Cuando ¨¦ste se acercaba, Mikel le recib¨ªa con un "?Qu¨¦ pasa, m¨ªster?", y luego le hablaba del valle de Aezkoa, de Orbaiceta, de cu¨¢ndo podr¨ªa cambiar un turno, porque ten¨ªa ganas de ir a su pueblo, que estaba en una zona muy bonita, llena de bosques, muy buena para hacer camping. Valle le preguntaba si se iba a casar ya con Idoia, llevaban cuatro a?os y estaban muy unidos, y ¨¦l dec¨ªa que todav¨ªa no ten¨ªa acabado el piso, que lo iba arreglando poco a poco.
No iba mucho de potes. "Cuando se coloc¨® en el barrio", cuenta Mariano Lopetegui, tambi¨¦n compa?ero suyo y cu?ado de su novia, "alguna vez jug¨¢bamos al tute subastado frente a la cl¨ªnica del Pilar. ¨²ltimamente, algun vinito ech¨¢bamos, despu¨¦s del trabajo, pero luego se iba para casa, porque lo que m¨¢s ilusi¨®n le hac¨ªa era acabar la obra del piso. Por eso le gustaba m¨¢s el ¨²ltimo horario, de tres a doce, porque as¨ª por la ma?ana se quedaba haciendo chapuzas en casa, pintaba, empapelaba".
Y, en cuanto pod¨ªa, cog¨ªa el coche y se iba a Orbaiceta, a ver a la familia, a la fiesta de alg¨²n pueblo, a jugar un campeonato de mus, de pareja con su hermano ??igo, como le recuerda el alcalde. "Cuando ¨ªbamos de fiesta, adem¨¢s, preparaba unas buenas sopas de ajo y cordero asado, en lo que era especialista. Era un buen cocinero", cuenta su primo Alejandro. Y ten¨ªa, desde hace tiempo, una ilusi¨®n: conocer La Rioja, adonde le hab¨ªa invitado otro conductor de la Compa?¨ªa del Tranv¨ªa, Domingo Reinares, justamente el fin de semana del d¨ªa 29, excursi¨®n truncada por la detenci¨®n de MikeI.
Ninguno de sus compa?eros le oy¨® jam¨¢s hablar de pol¨ªtica. Nadie de quienes trabajaron con ¨¦l, de quienes le conocieron en el pueblo, de los miembros de su familia, cree que tuviera una relaci¨®n ni remota con ETA. Para empezar, en la Compa?¨ªa del Tranv¨ªa de San Sebasti¨¢n estaba afiliado al sindicato ELA, pr¨®ximo al Partido Nacionalista Vasco, cuyo presidente, Jes¨²s Insausti, asisti¨® a su funeral. Algunos de sus amigos comentaron que en la pasada campa?a electoral lleg¨® a pegar carteles del PNV por los pueblos, con un hermano suyo. Por eso Mariano Lopetegui entiende a la madre de Mikel, Garbi?e G¨¢rate, cuando dice: "32 a?os de una vida como la de este chico y que le maten como a un perro".
Lopetegui fue el ¨²ltimo que vio a Mikel en las cocheras de los autobuses, la noche del 25 de noviembre. "Sali¨® a las nueve y veinte, cuando yo llegaba. Le dije que ¨ªbamos a tomar un pote y me contest¨®: 'No, que tengo sue?o'. Otro compa?ero nuestro me dijo despu¨¦s que, a las diez menos veinticinco, subi¨® con ¨¦l en el ascensor de su casa. A las dos y media de la madrugada del d¨ªa 26 se presentaron a detenerle". Y a?ade: "Que digan ahora que el coche de Mikel pasaba mucho la frontera. Ese coche lo he llevado yo m¨¢s de 20 veces a Francia para ir con mi chaval al dentista, porque ten¨ªa carta verde, y, adem¨¢s, cuando ¨¦l ven¨ªa a su pueblo lo hac¨ªa muchas veces por el otro lado de la frontera, porque el camino es m¨¢s corto que por Pamplona".
Mikel ha tenido una escolta amplia y uniformada para bajar, por ¨²ltima vez, la cuesta que une la iglesia de Orbaiceta con el cementerio. La pr¨¢ctica totalidad de la plantilla de la Compa?¨ªa del Tranv¨ªa de San Sebasti¨¢n ha llegado en dos autocares, directivos e inspectores inclu¨ªdos. Alguno ha dejado sus vacaciones en C¨¢diz, que hab¨ªa iniciado dos d¨ªas antes, para despedirle. Todos han decidido acudir de uniforme, porque, como explica Edurne Agirretxe, la ¨²nica mujer que conduce un autob¨²s de la empresa, es un homenaje de los trabajadores, de sus compa?eros.
"No hay crimen perfecto", dice Edurne, dolorida e indignada. "Era un jatorra, qu¨¦ te voy a decir. Ten¨ªa un trato correct¨ªsimo y era una persona de di¨¢logo constructivo. No hablaba de chorradas. Para m¨ª, Mikel ser¨¢ siempre un s¨ªmbolo de identificaci¨®n vasca, nacional. Son muchas cosas. Y que nadie le relacione con ETA, ni nada de eso. A ¨¦l le gustaba mucho hablar euskera desde cr¨ªo. Siempre saludaba con un Kaixo! al entrar en la cochera. Pero lo dem¨¢s..."
Telesforo Mart¨ªn, un inspector de la compa?¨ªa, jefe de Mikel Zabaltza, dice que ¨¦ste era "m¨¢s bien callado, muy tranquilo, de trato muy agradable y siempre dispuesto a cambiar un turno a un compa?ero, a hacer un favor. Como empleado era muy bueno, y prueba de ello es que la empresa ha apoyado absolutamente todas nuestras acciones en protesta por su desaparici¨®n y muerte. El d¨ªa que hicimos una de las huelgas, la empresa nos cedi¨® un autob¨²s para que fu¨¦ramos al pleno del Ayuntamiento.
Idoia, su novia
"Desde luego", sigue el inspector, "si dicen que estaba metido en algo que me expliquen de d¨®nde sacaba el tiempo. Este verano, por ejemplo, estuvo saliendo de trabajar a las doce y pico de la noche, y por la ma?ana le ve¨ªamos paseando con una cu?ada suya. El tiempo se lo habr¨¢ sacado el ministro del Interior de la manga".
Desde que sali¨® de las manos de la Guardia Civil, Idoia Aierbe, vinculada durante un tiempo a las Gestoras Pro Amnist¨ªa, no duerme. Cuentan sus hermanas que el m¨¦dico le ha recetado pastillas para descansar, pero que no logra ni cerrar los ojos si no hay luz encendida, si no hay gente junto a ella. Cuando se le pregunta por su novio s¨®lo logra decir que "era muy solidario con la gente", que "ayudaba desinteresadamente a todo el mundo" y que, por favor, no se le hagan m¨¢s preguntas.
"La prueba de que Mikel no era de ETA es que las otras cinco personas a las que detuvieron con ¨¦l han sido puestas en libertad", dice Maritxu Aierbe. "Sin cargos, sin fianza", a?ade Ana, otra hermana.
"No nos creemos la versi¨®n oficial de la muerte de Mikel, pero si todo esto sirviera, al menos, para que desapareciera la Ley Antiterrorista... Aunque, desgraciadamente, no creemos que ¨¦ste vaya a ser el ¨²ltimo caso".
Se cruzan preguntas unas a otras. ?Cu¨¢ndo se ahog¨® Mikel? ?D¨®nde? Y hablan al aire: "Teniendo la verdad, nos sentimos impotentes. Las torturas existen. Mikel era un hombre de paz". Idoia le vio en el cuartel de Intxaurrondo, con una bolsa de pl¨¢stico en la cabeza. Le oyeron quejarse. La versi¨®n oficial niega que alguno de los detenidos pudiera verle, pero su novia describi¨® con toda exactitud la ropa que llevaba puesta, la misma ropa con la que luego apareci¨® el cad¨¢ver. Ha ido tambi¨¦n al entierro Jon Arretxe, otro de los detenidos, quien afirma que le sumergieron la cabeza cinco veces en una corriente de agua. Tendr¨ªa que ser el r¨ªo, piensan todos. ?Cu¨¢ndo se ahog¨® Mikel? ?D¨®nde? Su madre tiene muchas sospechas y una certeza: "La Guardia Civil me lo llev¨® vivo y me lo devolvi¨® muerto".
Un pueblo tranquilo
Orbaiceta era un pueblo tranquilo. El cuartel de la Guardia Civil que hab¨ªa hasta el a?o pasado lo trasladaron a Arive, a seis kil¨®metros. "El pueblo era tranquilo", dice el alcalde, "pero quedar¨¢ marcado durante mucho tiempo, y aqu¨ª no se cree nadie ni la versi¨®n oficial de la muerte de Mikel Zabaltza ni su presunta relaci¨®n con ETA. Para darse cuenta de hasta qu¨¦ punto la juventud de este pueblo es apol¨ªtica puedo decir que yo tengo 26 a?os y que las primeras manifestaciones a las que he asistido en mi vida son ¨¦stas, por la muerte de Mikel. Yo hasta ahora no me hab¨ªa dado cuenta de lo que es la Ley Antiterrorista".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Caso Mikel Zabalza
- Comandos terroristas
- Ley Antiterrorista
- Pol¨ªtica nacional
- Ley Enjuiciamiento Criminal
- Mikel Zabalza
- Detenci¨®n terroristas
- Muerte terroristas
- Presos ETA
- Guardia Civil
- Presos
- Terroristas ETA
- GAL
- Operaciones antiterroristas
- Defensor Pueblo
- Terrorismo Estado
- Terroristas
- Legislaci¨®n espa?ola
- Presos terroristas
- Pol¨ªtica antiterrorista
- Prisiones
- ETA
- Casos judiciales
- Centros penitenciarios
- Lucha antiterrorista