Naturalismo y magia
En una televisi¨®n con tanto predominio de programas dram¨¢ticos de miri?aque y levita como es Televisi¨®n Espa?ola, el proyecto de adaptar dos grandes libracos de Emilia Pardo Baz¨¢n (Los pazos de Ulloa y La madre naturaleza) no hac¨ªa concebir grandes esperanzas. Pero las ilusiones perdidas de antemano cambiaron de signo cuando se supo la lista de nombres ins¨®litos en el medio que iban a responsabilizarse en un modo u otro de la serie.No s¨®lo debutar¨ªa en la peque?a pantalla el cineasta y novelista Gonzalo Su¨¢rez, autor reciente de la premiada pel¨ªcula Ep¨ªlogo y escritor de narraciones memorables, sino que uno de nuestros directores m¨¢s hardcore y m¨¢s letrados, Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n, escrib¨ªa algunos de los guiones (de otros se hac¨ªa cargo la acreditada periodista Carmen Rico Godoy, tambi¨¦n nueva en el oficio). La direcci¨®n art¨ªstica estaba a cargo de Gerardo Vera, art¨ªfice del maravilloso look de pel¨ªculas como La noche m¨¢s hermosa, S¨¦ infiel y no mires con qui¨¦n y la pr¨®xima El amor brujo o de obras de teatro como Geograf¨ªa. Fernando Rey, Jos¨¦ Luis G¨®mez, Omero Antonutti, grandes nombres de la pantalla grande, ser¨ªan los principales actores, junto a Victoria Abril, regresando con fald¨®n largo a la casa que, faldicorta, la vio nacer como figura del espect¨¢culo.
El resultado final de la serie tiene la rara virtud de no desmentir ninguna de las dos expectativas expuestas. La r¨¦mora de viejo naturalismo tel¨²rico y cuadro de costumbres caciquiles da a muchos momentos de la serie un aire mortecino y rutinario, pero en otros la calidad art¨ªstica exhibida roza los techos m¨¢s altos de este tipo de producciones.
El primer cap¨ªtulo emitido de Los pazos de Ulloa se demoraba demasiado en la presentaci¨®n de personajes y localismos, aunque ya aparec¨ªa la especial magia del cineasta Gonzalo Su¨¢rez en los bell¨ªsimos planos de iniciaci¨®n al pazo (de la otra magia que abunda en la serie, la de la brujer¨ªa galaica, es preferible que no hablemos mucho; son las escenas m¨¢s visiblemente marcadas por una ret¨®rica visual de guardarrop¨ªa).
Testigo y esp¨ªa
Tambi¨¦n quedaba se?alado uno de los hallazgos del gui¨®n: la relevancia dram¨¢tica atribuida al personaje del ni?o bastardo del Marqu¨¦s, que -presente siempre como una sombra ang¨¦lica- se convierte en testigo y esp¨ªa, acusador y v¨ªctima de las pasiones adultas.El segundo cap¨ªtulo de la serie es, en su mayor parte, magistral. El extenso episodio del cortejo a las primas en Santiago est¨¢ muy sabiamente estructurado en el gui¨®n, y Su¨¢rez, que posee un talento natural para la metamorfosis sublime de ¨¢mbitos ordinarios, consigue una descripci¨®n fascinante, llena de misterio y brotes de humor, de la rancia casa, la rancia criada (creaci¨®n de la actriz Chus Lampreave) y las frescas hermanas en busca de novio.
Personajes de segundo orden como el pretendiente furtivo que aguarda en la plaza, y situaciones laterales estaban en esta parte magn¨ªficamente coordinados con la l¨ªnea central del relato, dominado por la siempre original Victoria Abril, interpretando a Nucha, la hermana menos favorecida, y una Pastora Vega que, en asombrosa caracterizaci¨®n de fea, revela dotes de actriz.
El cap¨ªtulo que hoy se emite es el m¨¢s perjudicado por la polvorienta carga del texto original. Interminables escenas de politiqueo local, mercados vecinales, ferias de animales y otros rasgos de ambiente (arte que en la televisi¨®n moderna s¨®lo poseen sin paliativos de ning¨²n tipo los realizadores ingleses) descompensan la narraci¨®n, que tampoco es lo suficientemente precisa en la descripci¨®n del maleficio que sufre Nucha en la gran casa de Ulloa.
La sobreactuaci¨®n de G¨®mez
Dram¨¢ticamente confuso y con alg¨²n efectismo, este cap¨ªtulo comparte, sin embargo, con los dos primeros un vigoroso trazado de personajes secundarios, elegidos con ojo por su llamativo f¨ªsico y muy bien dirigidos.P¨¢rrafo aparte merece la interpretaci¨®n, estudiadamente sobreactuada, de Jos¨¦ Luis G¨®mez. El gran actor y director hace un magn¨ªfico despliegue de recursos, pero mi impresi¨®n es que su composici¨®n a base de tensiones faciales y emociones interiorizadas choca con la recia naturalidad de los papeles encomendados a Charo L¨®pez u Omero Antonutti. Quiz¨¢ choca, y de frente, con el tono global impuesto por el director a los int¨¦rpretes, aislando excesivamente a su personaje de atormentado cura del contexto drem¨¢tico en el que se mueve.
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