El reencuentro entre el rey jordano y el presidente sirio favorece la b¨²squeda de la paz entre ¨¢rabes e israel¨ªes

El rey Hussein de Jordania viaj¨® ayer a Damasco para entrevistarse, por primera vez en siete a?os, con el presidente sirio, Hafez el Asad, sellando as¨ª la espectacular reconciliaci¨®n entre ambos pa¨ªses, que se conf¨ªa en que pueda desembocar en una estrategia conjunta para, promover negociaciones de paz ¨¢rabe-israel¨ªes. La solemnidad de la visita qued¨® patente por la importante delegaci¨®n jordana, as¨ª como por el espectacular recibimiento que le fue reservado.

Acogido al mediod¨ªa por 21 salvas de ca?¨®n, Hussein y su anfitri¨®n se besaron efusivamente en las mejillas antes de pasar revista a la guardia de honor. Las calles estaban engalanadas con miles de banderas tricolores jordanas y sirias. Las conversaciones pol¨ªticas empezaron a primera hora de la tarde pero, para hacerse una idea del eventual consenso alcanzado por ambos jefes de Estado sobre la estrategia a seguir en Oriente Pr¨®ximo, habr¨¢ que esperar al comunicado final que ser¨¢ publicado, probablemente, hoy. El a?o concluye con un apreciable ¨¦xito diplom¨¢tico sirio que refuerza la postura de Asad: las tres principales milicias libanesas firmaron el s¨¢bado un acuerdo de paz patrocinado por Damasco.[Para el jueves est¨¢ previsto una entrevista con el presidente liban¨¦s, Am¨ªn Gemayel, en el que Asad intentar¨¢ convencerle de la bondad del acuerdo, seg¨²n informa Reuter.]

Nada m¨¢s empezar la primera reuni¨®n entre las delegaciones, fuentes oficiales daban cuenta a la Prensa de un nuevo s¨ªntoma de mejora en las relaciones bilaterales: el inmediato intercambio de embajadores entre Siria y Jordania, cuyas representaciones diplom¨¢ticas estaban dirigidas desde hace m¨¢s de dos a?os por simples encargados de negocios.

Desde que el pasado verano se inici¨®, bajo los auspicios de Arabia Saud¨ª, el acercamiento siriojordano, el soberano hachem¨ª ha hecho a su ex adversario concesiones econ¨®micas y en materia de pol¨ªtica interior, coartando la libertad de acci¨®n de los integristas musulmanes. Tambi¨¦n Asad, l¨ªder del baasismo, en el poder en Damasco, ha flexibilizado su postura. El 11 de este mes el primer ministro sirio, Rauf el Kassem, acept¨® la tesis jordana sobre la celebraci¨®n de una conferencia internacional de paz con "la participaci¨®n de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU".

Hasta ahora Siria consideraba que, previamente a la reuni¨®n de este foro internacional, los Estados ¨¢rabes deb¨ªan alcanzar el equilibrio estrat¨¦gico, es decir militar, con Israel -un Estado al que no aspira ya a destruir- para no sentarse a la mesa de negociaciones en situaci¨®n de inferioridad frente al enemigo.

Aunque con matices, todas las potencias ¨¢rabes han dado su acuerdo a esa conferencia auspiciada por las Naciones Unidas, que EE UU acaba tambi¨¦n de aceptar a mediados de ffies por boca de su secretario de Estado, George Shultz. Israel ha dado a entender que lo har¨ªa, a su vez, siempre y cuando Mosc¨² restablezca previamente plenas relaciones diplom¨¢ticas con el Estado jud¨ªo.

Dicho esto, Jordania y Siria difieren radicalmente sobre todo lo dem¨¢s, empezando por las condiciones en que debe ser convocada por la ONU la mencionada conferencia. Mientras para Amman el punto de partida de la negociaci¨®n ha de ser la resoluci¨®n 242 del Consejo de Seguridad -que circunscribe la cuesti¨®n palestina a un mero problema de refugiados-, para Damasco debe ser organizada m¨¢s bien en el marco definido en 1983 por la Asamblea General de la ONU.

Esta discrepancia podr¨ªa ser f¨¢cilmente superada mediante una nueva concesi¨®n del Gobierno sirio, que podr¨ªa acabar reconociendo la pol¨¦mica resoluci¨®n 242, aprobada en 1967, con tanta mayor raz¨®n que seis a?os despu¨¦s dio su visto bueno a la 338, que recoge y desarrolla el texto anterior.

Pero la divergencia hasta ahora insalvable consiste en determinar qui¨¦n encabezar¨¢ y en qu¨¦ marco se presentar¨¢ la representaci¨®n palestina en una eventual conferencia. Toda la estrategia de Hussein se basaba -desde que el pasado mes de febrero concluy¨® con Yasir Arafat, l¨ªder de la OLP, su f¨®rmula de acci¨®n conjunta- en considerar a su aliado como el m¨¢s representativo de los l¨ªderes palestinos y, para esquivar algunas objeciones esgrimidas por los dem¨¢s participantes, formar una delegaci¨®n com¨²n jordano-palestina. La fusi¨®n parece especialmente justificada, ya que el objetivo final de la, negociaci¨®n es confederar a los territorios ocupados por Israel -Cisjordania y Gaza- con el reino hachem¨ª.

Desde que concluy¨®, en septiembre de 1982, la etapa caliente de la invasi¨®n israel¨ª de L¨ªbano, la tirantez entre Asad y Arafat ha ido en auge, convirti¨¦ndose en una franca enemistad, que le vali¨® al l¨ªder palestino ser expulsado de Siria en junio de 1983. M¨¢s tarde Arafat se enfrent¨® con una rebeli¨®n en sus filas fomentada por Damasco, que dej¨® al mismo tiempo de considerarle como el principal exponente de la causa palestina. Si se llegan a entablar conversaciones de paz, el r¨¦gimen baasista no s¨®lo se opondr¨¢ a que Arafat ostente la representaci¨®n de la OLP, sino que pretender¨¢ adem¨¢s evitar que una potencia rival, como lo es en definitiva Jordania, pueda, englob¨¢ndoles en su delegaci¨®n, hablar en nombre de los palestinos.