Aventurero sentimental
Cyril Connolly, que defendi¨® su prosa fr¨ªa desde las primeras novelas de finales de los veinte, dec¨ªa que Isherwood escrib¨ªa persuasivamente porque era "insinuantemente templado y an¨®nimo; nada le conmueve, nada le sobresalta". Esta calificaci¨®n al escritor no cuadra, sin embargo, al inquieto aventurero sentimental que desde sus d¨ªas de estudiante fue Isherwood.Su aventura fue la de una generaci¨®n -Auden, Spender, Britten, el esp¨ªa Blunt, el propio Connolly- que vivi¨® intensamente la curiosidad hist¨®rica, el compromiso pol¨ªtico y el rechazo activo o pasivo a un pa¨ªs natal que les quedaba estrecho, cuando no agobiante. Sabemos las distintas formas de respuesta de este grupo de artistas, salidos todos del privilegiado eje Oxford-Cam bridge: unos murieron combatiendo al franquismo en nuestro suelo; otros, que regresaron de esa lucha, contempl¨¢ron sin excesiva ilusi¨®n las primeras experiencias sociales del laborismo en el poder; los hubo que se refugiaron en las brumas de la religi¨®n o en la infidelidad al espionaje por convicci¨®n ideol¨®gica.
Los tres amigos literariamente de m¨¢s promesa -Isberwood, Auden y Spender- cultivaron la imagen del outsider, pero s¨®lo el primero la desempe?¨® a fondo. Coincidieron en el chispeante Berl¨ªn de los primeros a?os treinta, compartieron all¨ª la cama con numerosos j¨®venes locales y salieron zumbando cuando la sombra de Hitier tom¨® cuerpo. De aquella Alemania (reflejada en su c¨¦lebre novela Adi¨®s a Berl¨ªn, base de la a¨²n m¨¢s c¨¦lebre pel¨ªcula Cabaret, y en otra, a mi juicio mejor, Mr. Norris cambia de trenes), Isherwood regres¨® a Londres, trabaj¨® con Auden en interesantes experiencias de teatro pol¨ªtico, viaj¨® a China, se meti¨® en el mundo del cine. No volvi¨® nunca a su pa¨ªs. Pero en su renuncia a la ciudadan¨ªa brit¨¢nica y en su definitivo alejamiento de aquella Inglaterra de esperanzas de los a?os veinte y treinta puede verse una forma de condena no-activa, un estudiado adi¨®s a todo aquello.
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