Un viaje esclarecedor
LA VISITA oficial a Espa?a de lord Carrington, secretario general de la OTAN, ha servido para despejar algunas dudas respecto a las relaciones de nuestro pa¨ªs con la Alianza Atl¨¢ntica. Las contestaciones dadas por el presidente Gonz¨¢lez a los periodistas tambi¨¦n han aclarado parcialmente las inc¨®gnitas sobre la celebraci¨®n del prometido refer¨¦ndum en tomo a la permanencia de Espa?a en la organizaci¨®n creada por el Tratado de Washington. Reafirmada la voluntad de realizar la consulta y admitido el car¨¢cter pol¨ªticamente vinculante de la respuesta, s¨®lo queda por conocer la fecha exacta y la pregunta precisa del refer¨¦ndum. En ese sentido, el viaje de lord Carrington -un diplom¨¢tico avezado, que ha sustituido con ventaja en su puesto a Joseph Luns- ha contribuido al esclarecimiento de una situaci¨®n mantenida hasta ahora en un estado de considerable confusi¨®n.El secretario general de la OTAN vincul¨® expresamente nuestro ingreso en las Comunidades Europeas con la permanencia de Espa?a en la alianza militar del Atl¨¢ntico Norte. Es cierto que no todos los pa¨ªses europeos de la OTAN pertenecen a la CEE (en ese caso se encuentran Noruega e Islandia), que Irlanda es miembro de la Europa de los doce pero no forma parte de la Alianza Atl¨¢ntica, que Suecia, Austria y Suiza se hallanal margen tanto de la OTAN como de la CEE y que la presencia de Estados Unidos y Canad¨¢ priva al pacto militar de una supuesta especificidad europea. Sin embargo, pocas dudas existen sobre el papel jugado en las negociaciones de Bruselas por las expectativas en torno a la permanencia de Espa?a en la OTAN. Por lo dem¨¢s, lord Carrington hizo una presentaci¨®n de la Alianza Atl¨¢ntica orientada a subrayar el peso que desempe?an los pa¨ªses europeos en la adopci¨®n de las decisiones y en la aportaci¨®n de efectivos militares y a matizar la hegemon¨ªa -dif¨ªcilmente ocultable- de Estados Unidos en sus estrategias. La descripci¨®n de la Alianza Atl¨¢ntica como el reverso potencial de una futura Europa unida fue acompa?ada por el recordatorio de los valores y objetivos democr¨¢ticos de los socios que la componen, dato que hist¨®ricamente no se compadece con la pertenencia a la organizaci¨®n del Portugal salazarista, la Grecia de los coroneles y la Turqu¨ªa autoritaria.
En cualquier caso, la intervenci¨®n de lord Carrington despej¨® las dudas artificialmente sembradas en torno a la aceptaci¨®n por los dem¨¢s pa¨ªses miembros de la OTAN de los planes de integraci¨®n parcial de Espa?a defendidos por el Gobierno Gonz¨¢lez. Los precedentes de Francia, Noruega, Dinamarca e Islandia hac¨ªan casi innecesaria la aclaraci¨®n. La met¨¢fora de un restaurante cuyos clientes pueden almorzar variadamente a la carta, en vez de tener que aceptar obligatoriamente el men¨² fijo de la casa, permiti¨® al secretario general de la Alianza Atl¨¢ntica aclarar tanto sus preferencias -en tanto que chef del establecimiento- en favor de la generalizaci¨®n del men¨², identificado con la plena integraci¨®n militar, como el derecho de los comensales a pedir la combinaci¨®n que les plazca, en este caso la permanencia de Espa?a fuera de la estructura de mando militar. Frente a la propensi¨®n de algunos sectores de la sociedad espa?ola a ser m¨¢s papistas que el Papa y m¨¢s atlantistas que el Pent¨¢gono, lord Carrington record¨® que la Alianza Atl¨¢ntica est¨¢ formada por 16 pa¨ªses soberanos -"para ninguno de los cuales existe una fuerza vinculante"- y que el anunciado refer¨¦ndum sobre nuestra permanencia en la OTAN es "un asunto exclusivo del pueblo espa?ol".
En respuesta a preguntas de los periodistas, Felipe Gonz¨¢lez formaliz¨® p¨²blicamente su compromiso de no mantener a Espa?a en la Alianza Atl¨¢ntica" si la mayor¨ªa de los votantes que acudan a las urnas se pronuncia en ese sentido. S¨®lo una abstenci¨®n del 90%. podr¨ªa plantearle "un grave problema" al respecto. La discusi¨®n sobre el car¨¢cter vinculante del prometido refer¨¦ndum era, en verdad, bizantina. Si el presidente del Gobierno pide a los ciudadanos su veredicto sobre una "decisi¨®n pol¨ªtica de especial trascendencia", resulta obvio que la consulta ¨²nicamente se justifica por su voluntad de hacer suya la respuesta solicitada. La caracterizaci¨®n como consultivo de este tipo de refer¨¦ndum posee
tan s¨®lo el significado jur¨ªdico-t¨¦cnico de que el pronunciamiento de los ciudadanos en las urnas no produce autom¨¢ticamente efectos sobre el ordenamiento constitucional, sino que necesita la mediaci¨®n instrumental de decisiones y de leyes, tarea que corresponde realizar al Gobierno y a las Cortes Generales. El refer¨¦ndum, sin embargo, vincula a quien lo convoca no s¨®lo moralmente sino, sobre todo, pol¨ªticamente. La democracia exige que las reglas del juego sean respetadas por los actores tanto cuando ganan como cuando pierden. Dado que el presidente del Gobierno tiene una desahogada mayor¨ªa parlamentaria, y dado tambi¨¦n que la disciplina de los diputados y senadores socialistas ha funcionado hasta ahora sin una sola quiebra, resultar¨ªa inexplicable que una votaci¨®n favorable a la salida de Espa?a en la OTAN no tuviese una traducci¨®n legal inmediata por las Cortes Generales. Es cierto que los diputados socialistas respaldaron hace dos semanas, en un Pleno del Congreso, la permanencia de nuestro pa¨ªs en la Alianza Atl¨¢ntica, de forma tal que un resultado adverso al Gobierno implicar¨ªa la desautorizaci¨®n de los elegidos por sus electores. Pero la propia l¨®gica del refer¨¦ndum no dejar¨ªa otra salida a ese conflicto entre la democracia directa y la democracia representativa que la instrumentaci¨®n por las Cortes Generales de la respuesta ciudadana a esa "decisi¨®n pol¨ªtica de especial trascendencia".
En cualquier caso, el compromiso -nuevamente reiterado anteayer por Felipe Gonz¨¢lez- de cumplir la promesa del programa electoral socialista de 1982 parece descansar sobre la convicci¨®n de que la respuesta ciudadana ser¨¢ favorable a las tesis continuistas del Gobierno. Resulta l¨®gico que el presidente Gonz¨¢lez proclame su confiaza en la victoria, aunque s¨®lo sea por los efectos de arrastre de las profec¨ªas, y que trate de vestir al c¨¢lculo de probabilidades con los ropajes de la absoluta certeza. Es peligroso, en cambio, que ese optimismo movilizador pueda expresarse en f¨®rmulas tan sospechosas como la jactancia de Felipe Gonz¨¢lez de afirmar que la derrota es "una hip¨®tesis que no contemplo". Porque el deber de todos los participantes en el juego democr¨¢tico es, precisamente, contemplar cualquier hip¨®tesis -entre ellas, la derrota del Gobierno en un refer¨¦ndum- y aceptarla como posible. La anunciada abstenci¨®n de Coalici¨®n Popular -decisi¨®n contra la que apunte tal vez t¨¢cticamente la rotunda afirmaci¨®n del presidente del Gobierno sobre el car¨¢cter vinculante de la consulta- no constituye el ¨²nico dato preocupante para los c¨¢lculos triunfalistas del Gobierno. Otros riesgos para la apuesta de Felipe Gonz¨¢lez ser¨ªan la eventual aparici¨®n de variables imprevisibles e incontrolables -fundamentalmente, de pol¨ªtica exterior- capaces de engrosar las filas del no, el abstencionismo de electores socialistas antiatlantistas deseosos de evitar el dilema de desautorizar al Gobierno o de votar contra sus convicciones y la fuga hacia el voto negativo de aquellos atlantistas que -convencidos de la irreversibilidad de nuestra permanencia en la OTAN- opten por castigar a los socialistas. Hip¨®tesis, todas ellas, que merecen ser analizadas.
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