La carrera presidencial portuguesa
LA AFIRMACI?N -hecha tanto en c¨ªrculos de izquierda como de derecha- de que la elecci¨®n presidencial del 26 de enero podr¨¢ dar lugar a ciertos cambios en la pol¨ªtica portuguesa parece adquirir mayores visos de probabilidad a la luz de los ¨²ltimos acontecimientos. La perspectiva, considerada casi inevitable durante mucho tiempo, de un enfrentamiento entre el candidato de la derecha y Mario Soares significaba el continu¨ªsmo del desarrollo pol¨ªtico que han conocido nuestros vecinos desde que se apagaron las ilusiones de la revoluci¨®n de los claveles; proceso caracterizado por la incapacidad del sistema para encuadrar sectores de la voluntad popular, por una desilusi¨®n creciente de los ciudadanos y un funcionamiento democr¨¢tico desajustado, con repetidas disoluciones del Parlamento y un recurso excesivo a elecciones anticipadas. Hoy, a tres semanas de dichas elecciones presidenciales, las premisas se han modificado, y una segunda vuelta en la que Diego Freitas do Amaral, el candidato de la derecha, tenga frente a s¨ª a Mario Soares aparece como la menos probable de las hip¨®tesis que cabe manejar.La derechizaci¨®n del partido socialista mediante largas etapas de poder ha tenido en Portugal consecuencias totalmente diferentes, al menos hasta ahora, de las registradas en Espa?a: ha dado lugar a la aparici¨®n en la izquierda -e incluso en el centro-izquierda- de amplios espacios pol¨ªticos al margen del partido socialista, que se han materializado en los ¨²ltimos meses, primero, en las elecciones legislativas del pasado octubre, y ahora, en las candidaturas para la presidencia de la Rep¨²blica. Soares ha ido cargando sobre sus espaldas muchas de las frustraciones sentidas por una ciudadan¨ªa que, superado el entusiasmo revolucionario inicial, esperaba alcanzar un sistema pol¨ªtico democr¨¢tico transparente, sensible a los anhelos de la calle y capaz de introducir en el desarrollo econ¨®mico ciertas dosis de justicia social. El m¨¢ximo dirigente del partido socialista se ha convertido, a los ojos de grandes masas, en la personificaci¨®n de la pol¨ªtica con min¨²scula, del anhelo de poder por el poder y del clientelismo.
Esta degradaci¨®n tuvo su expresi¨®n m¨¢s neta en las elecciones de octubre pasado, en las que el partido socialista perdi¨® m¨¢s del 40% de sus votos y la mitad de sus diputados. Dichos resultados han determinado la presentaci¨®n de la candidatura de Francisco Salgado Zenha, que ha sido durante mucho tiempo el n¨²mero dos del partido socialista y a la vez, por su concepci¨®n del quehacer pol¨ªtico, la ant¨ªtesis de Soares dentro del socialismo portugu¨¦s. La candidatura tiende a crear una opci¨®n diferente de izquierda democr¨¢tica. Se diferencia netamente del populismo de Mar¨ªa Lurdes Pintasilgo, de trayectoria mucho m¨¢s err¨¢tica, pero que ha contado con fuertes simpat¨ªas entre las masas y puede suponer cierta esperanza de futuro para el partido socialista, condenado hoy a una tregua en sus debates interiores, pendiente del resultado que Soares obtenga el 26 de enero.
Salgado ha obtenido dos apoyos significativos y que elevan sus posibilidades de ¨¦xito: el personal del presidente Eanes y el del Partido Renovador Democr¨¢tico, que tuvo en octubre, en su primera presentaci¨®n, el 18% de los votos. Con semejantes muletas, su candidatura puede tener una seria capacidad de penetraci¨®n en sectores de centro-izquierda de diversas ideolog¨ªas. Eanes ha obtenido en dos ocasiones, 1976 y 1980, la mayor¨ªa absoluta de los votos en la primera vuelta. Precisamente por ello, la actual elecci¨®n presidencial es la primera en la que con toda probabilidad ser¨¢ necesaria una segunda vuelta para decidir entre los dos candidatos mejor colocados en la primera.
El ¨²ltimo factor que acaba de entrar en juego es la decisi¨®n del partido comunista de retirar su candidato para facilitar que Salgado Zenha se coloque por delante de Soares y pueda representar a la izquierda en esa segunda vuelta. Esta circunstancia puede beneficiar a la derecha en tanto se presente a Salgado como un mero instrumento del partido comunista; Soares intenta igualmente servirse del anticomunismo, que tiene ra¨ªces en una parte amplia del electorado progresista portugu¨¦s. Sin embargo, ese mismo argumento fue utilizado contra Eanes en 1980, con escaso resultado.
La elecci¨®n del 26 de enero ser¨¢ una especie de primaria en la cual los electores de izquierda y centro tendr¨¢n que escoger entre Soares y Salgado (con Lurdes Pintasilgo como eventual sorpresa), con mayores posibilidades para el segundo; la segunda vuelta podr¨¢ dar lugar a un enfrentamiento bastante neto entre izquierda y derecha. La aparici¨®n de Salgado como un l¨ªder novedoso, con enorme prestigio personal, puede desempe?ar en la izquierda un papel similar al del triunfo de Cavaco Silva en las legislativas y en las municipales: la necesidad de una renovaci¨®n de personas en el desgastado proceso pol¨ªtico portugu¨¦s.
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