El Nobel de Literatura Jaroslav Seifert muri¨® en Praga
El premio Nobel de Literatura 1984, Jaroslav Seifert, muri¨® en la noche del jueves en Praga, a la edad de 84, a?os, tras un paro cardiaco. Seifert, que sufr¨ªa par¨¢lisis de ambas piernas desde hace 25 a?os, fue hospitalizado el jueves por la ma?ana a causa de una hipertensi¨®n. Su salud le impidi¨® recoger el Premio Nobel personalmente, y en su lugar tuvieron que acudir sus hijos. El escritor checoslovaco era autor de El paraguas de, Piccadilly y Combate de ¨¢ngel, entre otras obras. Seifert estaba considerado como el l¨ªrico m¨¢s relevante de las letras checoslovacas. Sus poemas dejaban traslucir una marcada preocupaci¨®n por los problemas sociales. Fue adem¨¢s un constante luchador por la libertad de expresi¨®n y uno de los firmantes del documento de las 2.000 palabras, en contra de la represi¨®n de la disidencia.
Adentrarse en la personalidad de Jaroslav Seifert, premio Nobel de Literatura de 1984 que falleci¨® ayer en Praga, es empresa que requiere el conocimiento no s¨®lo de la literatura sino tambi¨¦n de la historia de su pa¨ªs, Checoslovaquia, desde principios de siglo hasta nuestros d¨ªas. Si por un lado es de todos sabido que fue el ¨²ltimo gran representante de una generaci¨®n po¨¦tica de extraordinaria altura y potente capacidad. innovadora, y que su lucha pol¨ªtica personal fue incesante, por otra la distancia que separa a nuestros pa¨ªses Y culturas hace que nos sea pr¨¢cticamente imposible valorar en profundidad su importancia.
Jaroslav Seifert, que naci¨® en el seno de una familia obrera de Praga, fue aquel joven que en sus primeros tanteos literarios se uni¨® al grupo Dev¨¦tsil, que consideraba que el arte deb¨ªa ponerse al servicio del proletariado, dando ya entonces una obra de tanta fuerza expresiva como Ciudad en l¨¢grimas (1921). Dentro del mismo Dev¨¦tsil, movido por una exigencia de calidad y libertad en el arte, fue uno de los que, adoptando la est¨¦tica de las van guardias, y concretamente de Dad¨¢, cre¨® el movimiento llamado poetismo, que preconizaba la poes¨ªa para los cinco sentidos, ya que la consideraba como el arte de vivir y gozar, y cuya influencia en las letras checas posteriores fue decisiva. Nos ofreci¨® entonces un mundo de juego y en sue?o cuya ciudad ideal era Par¨ªs, invocando la musa moderna, aquella que a las ocho de la tarde descorre "la cortina roja que oculta la blanca pantalla del cine", en obras como En las ondas (1926) o Viaje de novios (1926).
Arte y vida
La postura poetista, sin embargo, hizo que se volviera a plantear el conflicto que supone la ant¨ªtesis entre arte y vida; y el contraste entre la fantas¨ªa poetista y la s¨®rdida .realidad explica el movimiento pendular entre optimismo y pesimismo de sus creaciones. Es Seifert, de nuevo, quien encarna antes que nadie este sentir en su obra El ruise?or canta mal (1926), que nos ofrece un carnaval donde las m¨¢scaras son m¨¢scaras de gas y el vestido de arlequ¨ªn est¨¢ hecho de, pedazos de sudarios. Pero pronto una veta nostalgica envolvi¨® ese panorama restaurando el equilibrio (Paloma mensajera, 1929). Esta nostalgia era el preludio de un nuevo paso en la evoluci¨®n de la poes¨ªa de Seifert, que dando pruebas de grandes capacidades po¨¦ticas adopt¨® entonces el estilo cl¨¢sico y escribi¨® poemas con metro y rima. El primer libro de esta nueva fase es Manzana de regazo (1933), al que siguieron La manos de Venus (1936) y Primavera, adi¨®s (1937). Al mismo tiempo que su voz se interiorizaba, la melod¨ªa acog¨ªa c¨¢lidamente sus palabras y aparec¨ªa en el horizonte el mundo de la infancia, la juventud, el amor, la esperanza, y a trav¨¦s de ello, una vinculaci¨®n profunda con el mundo checo y su tradici¨®n literaria. Esto ¨²ltimo, unido a su sencillez expresiva, le otorg¨® ya en aquellos a?os, gran popularidad. Lo po¨¦tico, en Seifert, se iba definiendo a trav¨¦s de elementos sutiles que surg¨ªan por transparencia, de una atm¨®sfera, a veces envuelto en nebulosa y en el que destacaba una mancha de color. Pero los acontecimientos hist¨®ricos se impondr¨ªan en toda la literatura checa y asomar¨ªan en sus obras: Ocho d¨ªas (1937), Apagad las luces (1938) y posteriormente Casco de tierra (1945). Los temas que aparecieron entonces fueron constantes de su producci¨®n.
Par¨ªs quedaba atr¨¢s y la ciudad de Praga y su historia, tan unida a la historia personal del poeta, se convert¨ªan en una presencia perpetua en su obra -Vestida de luz (1940), Puente de piedra (1945)- Todo ello reaparecer¨ªa en la ¨²ltima etapa de su producci¨®n, donde, tras volver al verso libre, nos dio su mejor poes¨ªa: Concierto en la isla (1965), El cometa Halley (1967), La fundici¨®n de las campanas (1967), La columna de la peste (1977) y Ser poeta (1983).
Si hubiera que destacar un solo rasgo com¨²n a la poes¨ªa y a la persona de Seifert, sin embargo, ¨¦ste ser¨ªa el amor. El amor es el elemento que impregna todos sus escritos, ya de modo subyacente, ya emergiendo a la superficie; el amor en todos sus aspectos, pasional, filial, patri¨®tico; el amor a la verdad y la justicia que fue, en ¨²ltimo t¨¦rmino, lo que rigi¨® su vida. Esa b¨²squeda po¨¦tica que le hizo avanzar siempre en pos de una mayor autenticidad, entrega y perfecci¨®n -adecuaci¨®n- en su obra, donde continuamente, con desbordante generosidad, hace presentes a los dem¨¢s poetas de su generaci¨®n, fue el reflejo de la que orient¨® los pasos de su vida.
Fundador del Partido Comunista checo en sus a?os mozos, se apart¨® de ¨¦l tras un decepcionante viaje a la Uni¨®n Sovi¨¦tica en 1929, para adoptar una actitud de lucha independiente que le llevar¨ªa a declarar su opini¨®n siempre que pudiera expresarla, en cualquier circunstancia, por adversa que fuera. As¨ª conden¨® la pol¨ªtica estalinista en 1956 y la invasi¨®n de los tanques rusos en 1968, firmando ese mismo a?o el manifiesto de las 2.000 palabras y, nueve a?os despu¨¦s, Carta 77. Como consecuencia, sufri¨® diversos per¨ªodos de silencio e imposibilidad de publicaci¨®n. Su honradez, su clarividencia y valent¨ªa le llevaron a ocupar el puesto de presidente de la ,Uni¨®n de Escritores Checos en el momento en que ¨¦sta se vio con mayores dificultades, en 1968. Este mismo sentir fue el que, al recibir el Premio Nobel, le hizo declarar que lo aceptaba como representante de su generaci¨®n, ya que otros de sus poetas (Halas, Nezval y Holan) lo hubieran merecido.
Lucha incesante
La vida de Seifert, pues, fue una vida de lucha incesante regida por la inteligencia. Los avatares que sufri¨® no dejaron en ¨¦l huella alguna de amargura. Quiz¨¢ aquellos primeros pasos dados en la cuerda floja tendida entre el realismo y el sue?o o utop¨ªa, le dotaron de una visi¨®n serena y una seguridad en la esperanza, expresables incluso en el silencio por medio de una mirada transparente y una determinada sonrisa. En su obra, sin embargo, esa sonrisa la hallamos en palabras concretas que son conclusi¨®n del poema y de la actitud vital del hombre que no desfallece. Ahora, el invierno se ha llevado a Jaroslav Seifert, pero su ejemplo de hombre ¨ªntegro que supo responder a la historia y- su creaci¨®n literaria, como esa sonrisa, quedan para siempre en un eterno renacer de primavera.
poeta y escritora, es traductora de Jaroslav Seifert y VIadimir Holan al castellano.
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