La batalla de Wackersdorf
Miles de polic¨ªas para desmantelar un buc¨®lico poblado pacifista en Baviera
La escena que se produjo el pasado martes en un peque?o claro de los bosques b¨¢varos, a pocos kil¨®metros de la frontera checoslovaca, parec¨ªa extra¨ªda de una pel¨ªcula de vaqueros en la que un grupo de colonos defiende su precario poblado contra multitudes de agresores pieles rojas. A las nueve de la ma?ana de aquel d¨ªa, cerca de 1.000 habitantes del poblado de chozas de troncos y ramas que dio en llamarse Rep¨²blica Libre de Wackerland se ve¨ªan rodeados por una multitud cuyo declarado prop¨®dito era demoler la aldea, que aquella ma?ana cumpl¨ªa 18 d¨ªas de existencia.
La multitud no la constitu¨ªan pieles rojas, porque ¨¦stos no suelen llevar cascos antidisturbios. Se trataba de un gran despliegue de la polic¨ªa b¨¢vara y fuerzas de la guardia fronteriza alemana que hab¨ªan recibido la orden de acabar con el poblado y desalojar a todos sus habitantes. ?stos, en su mayor¨ªa miembros del partido de los verdes, pacifistas, ecologistas y cristianos, se hab¨ªan instalado en aquel claro del bosque para obstaculizar la tala de pinos necesaria para comenzar la obra m¨¢s controvertida de la Rep¨²blica Federal de Alemania (RFA): la planta de enriquecimiento de combustible nuclear de Wackersdorf.Wackersdorf es un min¨²sculo pueblo de esta regi¨®n b¨¢vara, cuya existencia era ignorada por la inmensa mayor¨ªa de los alemanes hasta que a principios del pasado a?o el Gobierno del Estado de Baviera decidi¨® dar luz verde a la construcci¨®n en aquel t¨¦rmino municipal de la primera planta nuclear de este tipo de la RFA. Entonces surgieron las primeras protestas.
El 15 de agosto de 1985, d¨ªa de la Ascensi¨®n de la Virgen, se produjo la primera ocupaci¨®n de los terrenos designados para la obra. Las manifestaciones contra esta instalaci¨®n nuclear no sirvieron de nada, y en diciembre comenzaron los trabajos de la tala para dejar sitio al proyecto. Entre tanto, Wackersdorf se ha convertido en el principal caballo de batalla del movimiento ecologista y pacifista de la RFA y en objeto de primer orden en el debate electoral ante los comicios generales en Alemania Occidental previstos para enero de 1987.
Un 7 de enero movido
El hasta ahora ¨²ltimo episodio de la lucha contra la planta de Wackersdorf acab¨® como era de prever. Cerca de 3.000 agentes dedicaron todo el d¨ªa 7 de enero a cargar o arrastrar a los militantes ecologistas a los autobuses policiales para conducirlos a comisar¨ªa. All¨ª, una vez controlada su identidad, todos fueron puestos en libertad. Hubo sus m¨¢s y sus menos. Se produjeron cargas policiales contra los grupos m¨¢s obstinados, los agentes azuzaron a sus perros contra algunos grupos y hubo m¨¢s de un herido por mordidas de estos fieles ayudantes de las fuerzas de seguridad.Pese a la supuesta peligrosidad de los moradores del poblado, que seg¨²n la polic¨ªa b¨¢vara hab¨ªan preparado estrategias de defensa activa contra las fuerzas de seguridad, lo que justificaba el napole¨®nico despliegue de tropas, s¨®lo se produjeron cuatro heridos por parte de la polic¨ªa. Dos resbalaron en una placa de hielo y dos se cayeron de un ¨¢rbol cuando intentaban desmantelar una caba?a construida en las ramas. Tambi¨¦n se registraron, al parecer, pinchazos masivos en las ruedas de los veh¨ªculos policiales causados por clavos esparcidos por las carreteras de acceso al terreno.
El Gobierno de Baviera hab¨ªa anunciado desde un principio que no tolerar¨ªa obstaculizaci¨®n alguna de las obras aprobadas por el Parlamento b¨¢varo, que cuenta con mayor¨ªa absoluta del partido Uni¨®n Cristianosocial (CSU), que dirige el presidente b¨¢varo, Franz Josef Strauss. ?ste nunca se ha andado con contemplaciones a la hora de reprimir las iniciativas de izquierdistas, pacifistas o ecologistas. Pese a su enorme capacidad y visi¨®n pol¨ªtica reconocidas por todos, Strauss nunca se ha podido liberar de la obsesi¨®n de descubrir criptocomunistas hasta debajo de las piedras, obsesi¨®n que caracteriza a todo buen conservador b¨¢varo.
Por otra parte, exist¨ªa el precedente de la ocupaci¨®n de los terrenos de Hainburg, en Austria, donde con un campamento similar los ecologistas austriacos lograron paralizar el proyecto de construcci¨®n de una central hidroel¨¦ctrica que amenazaba con destruir un microclima ¨²nico en Europa en la ribera del Danubio. La protesta logr¨® imponer un estudio que finalmente supuso la suspensi¨®n del proyecto y una gran victoria para las iniciativas ciudadanas. El presidente de Baviera no otorgar¨ªa una victoria a los movimientos ecologistas ni en su plenitud de buen humor tras la fiesta de la cerveza de octubre en M¨²nich.
Sin embargo, el movimiento de oposici¨®n a Wackersdorf es ya un nuevo avance cualitativo del movimiento ecologista de la RFA. Pese a las advertencias del Gobierno sobre la peligrosidad del mismo, ha demostrado ser una iniciativa no violenta con gran tenacidad, como demuestra la permanencia en el poblado de cientos de personas a temperaturas extremadamente bajas durmiendo pr¨¢cticamente en la nieve durante casi tres semanas.
Frente a otras campa?as antinucleares o manifestaciones contra proyectos como las pistas del aeropuerto de Francfort, Wackersdorf ha demostrado tambi¨¦n el creciente protagonismo de los cristianos en el movimiento ecologista. En Wackersdorf, las cruces -de gran tama?o, construidas con troncos, o peque?as pendiendo de cadenas en los pechos de los manifestantes- eran absoluta mayor¨ªa frente a cualquier s¨ªmbolo pol¨ªtico.
El fortalecimiento de las tendencias cristianas dentro del movimiento ecologista parece estar paliando el sectarismo de los grupos radicales exclusivistas que se consideran los paladines de la protecci¨®n de la naturaleza y de la vida y ven en sus adversarios pol¨ªticos a los enemigos de la naturaleza con los que no cabe el di¨¢logo. Tambi¨¦n en la base del partido de los verdes, que intenta capitalizar Wackersdorf como motor electoral ante 1987, se advierte una mayor tendencia al di¨¢logo y cooperaci¨®n con otras fuerzas.
Esto es, posiblemente, lo que en Wackersdorf, por primera vez en la historia del movimiento ecologista alem¨¢n, hizo que la gran mayor¨ªa de los habitantes de las poblaciones cercanas al terreno designado para la construcci¨®n se solidarizara con los pobladores de la Rep¨²blica Libre de Wackerland, los alimentara durante su estancia y acudiera a increpar a la polic¨ªa cuando ¨¦sta cumpli¨® la orden de desalojo y derribo del poblado.
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