Gaddafi invita a Reagan a que le visite en su tienda de beduino y compruebe que no es un terrorista
El l¨ªder libio, Muammar el Gaddafi, ha lanzado una invitaci¨®n al Presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, para que le visite en su Jauna (tienda de beduino) de Bab el Azzazia, en las inmediaciones de Tr¨ªpoli, y compruebe que no es un terrorista. Esta declaraci¨®n es la ¨²ltima efectuada hasta la fecha por el dirigente libio a la Prensa extranjera acreditada en Tr¨ªpoli. Para ello seleccion¨® a un grupo de cinco mujeres periodistas que pudieron departir en la tienda durante m¨¢s de una hora con ¨¦l y con su esposa, Sasiya, de 31 a?os.
Las cinco mujeres periodistas forman parte de un conjunto de m¨¢s de 60 profesionales de la informaci¨®n, en gran parte de nacionalidad norteamericana, que han obtenido visado para entrar en Tr¨ªpoli, donde esperan acontecimientos, entre ellos ser recibidos por el gu¨ªa de la revoluci¨®n de septiembre.El cuartel general de la Prensa internacional en Tr¨ªpoli ha sido instalado en el lujoso Al Kabir (Gran Hotel), donde las autoridades del pa¨ªs, en este caso concretamente funcionarios del servicio de informaci¨®n exterior, tienen montada una oficina de orientaci¨®n y control.
El hotel, que ha ubicado esa oficina en su tercera planta, es el mismo en el que, seg¨²n denuncia formulada por el presidente egipcio, Hosni Mubarak, estuvo alojado, durante la realizaci¨®n del atentado, el cerebro del desv¨ªo a Malta de un avi¨®n de Egypt Air, hecho ocurrido el pasado mes de noviembre. Cincuenta y nueve personas fallecieron en el secuestro, que concluy¨® cuando un comando egipcio asalt¨® el avi¨®n en el mismo aeropuerto de La Valetta. Posteriormente se inform¨® que la habitaci¨®n mencionada por Mubarak estaba ocupada por un conocido jurista africano.
El libio de la calle reh¨²ye cualquier contacto con la Prensa extranjera, y los periodistas deambulan por los pasillos del hotel en espera de autorizaciones para filmar o tomar nota de los diferentes acontecimientos internos que se vienen desarrollando en los ¨²ltimos d¨ªas, en especial las distintas reuniones de los congresos populares de base, debates que, por ejemplo, ayer ocuparon la programaci¨®n de televisi¨®n entre las tres de la tarde y las diez de la noche.
Gaddafi y su mujer, Sasiya, que portaba en brazos al hijo peque?o del matrimonio, Seif Al Arab (la espada de los ¨¢rabes), aparecieron ante las cinco mujeres periodistas dando una imagen familiar, distendida y en cierto modo cari?osa, seg¨²n han comentado las entrevistadoras. Entre otras cuestiones, el l¨ªder libio y su esposa comentaron c¨®mo se conocieron y explicaron el lugar exacto donde se enamoraron.
Adem¨¢s del peque?o Seif Al Arab, de cuatro a?os, el matrimonio compareci¨® con otros tres de sus siete hijos y explic¨® detalles ¨ªntimos hasta ahora desconocidos. Seg¨²n la informaci¨®n obtenida por las cinco entrevistadoras, Sasiya, que tiene actualmente 32 a?os y suele acompa?ar a su marido en sus viajes al ,exterior (con ¨¦l viaj¨® en 1984 a Palma de Mallorca, donde su esposo se entrevist¨® con el presidente Felipe Gonz¨¢lez), conoci¨® a Muammar el Gaddafi en 1969, cuando ella, a¨²n muy joven, hac¨ªa pr¨¢cticas de enfermera en un hospital de Tr¨ªpoli.
El l¨ªder libio, que en ese mismo a?o se hizo con el poder derrocando mediante un golpe de Estado al rey Idriss, ocupaba una cama del centro hospitalario, convaleciente de una intervenci¨®n de apendicitis. ?l ten¨ªa entonces 27 a?os y era ya el n¨²mero uno de la naciente revoluci¨®n libia; Sasiya, tan s¨®lo 14. Ah¨ª surgi¨® el flechazo y posteriormente se casaron. El l¨ªder libio dijo a los periodistas que es por ello por lo que tiene especial debilidad por la medicina y quiere que sus siete hijos -as¨ª lo hacen ya los dos mayores- estudien esta carrera "para ayudar a los hambrientos y a los enfermos de ?frica".
Gaddafi dijo, en relaci¨®n con su invitaci¨®n a Reagan para que visite su tienda de beduino, que el presidente estadounidense podr¨ªa comprobar as¨ª personalmente que ni utiliza habitualmente pistola, ni tiene granadas de mano a su alcance ni vive rodeado de trincheras. La tienda, seg¨²n la narraci¨®n de las cinco periodistas, es sencilla, y al atardecer suele hacer fr¨ªo en su interior. Sus moradores, a falta de calefacci¨®n, lo combaten utilizando prendas de abrigo. Esto le ocurri¨® a Sasiya. Durante el encuentro con las periodistas, se toc¨® la cabeza con un chador de lana para protegerse de las bajas temperaturas.
Sasiya vest¨ªa durante la entrevista una t¨²nica roja y negra, y su esposo utilizaba su tradicional capa.
Durante la conversaci¨®n, la mujer de Gaddafi apareci¨® en todo momento -con la cabeza descubierta, hasta que se que se cubri¨® para protegerse del fr¨ªo.
La costumbre del velo o el simple tocado, muy com¨²n dentro de la rigidez religiosa del islam, no les gusta ni a su marido ni a ella, en sinton¨ªa con la mayor¨ªa de las mujeres j¨®venes libias
El matrimonio es partidario de tener m¨¢s hijos, aunque el propio l¨ªder de la revoluci¨®n confes¨® a los periodistas que a veces le cuesta trabajo recordar la edad de los ya nacidos. Seg¨²n comunic¨® a las periodistas, Gaddafi intenta en sus horas libres ayudar a sus hijos en los deberes escolares, pero confiesa que se aburre en seguida.
Trabajadores marroqu¨ªes
Con esta entrevista son ya tres los encuentros sostenidos por el l¨ªder de la revoluci¨®n libia con la Prensa extranjera que se aloja en el hotel Al Kabir, donde, curiosamente, no hay personal libio de servicio, a excepci¨®n de los miembros de la direcci¨®n.
Todos los puestos secundarios son ocupados por trabajadores inmigrantes marroqu¨ªes, en su mayor¨ªa de las ciudades norte?as de Tetu¨¢n, T¨¢nger y Arcila, que sustituyen a los expulsados tunecinos por la crisis del verano pasado.
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