Una mujer de la calle
Tres zonas concentran en Valencia el comercio sexual conocido con el eufemismo de hacer la calle, forma tradicional de prostituci¨®n que no han desplazado casas de masajes ni locales donde se ejerce, m¨¢s o menos sofisticadamente, este oficio. Los aleda?os del puerto y el barrio chino -en la parte antigua de la ciudad- conforman el paisaje m¨¢s cutre y desamparado de cuantos se dan en esta carrera de explotaci¨®n y servidumbre. El tercer enclave, aunque parezca parad¨®jico, se sit¨²a en el tri¨¢ngulo formado por la Oficina de Informaci¨®n y Defensa del Consumidor, unos grandes almacenes y el Palacio de Justicia. En pleno centro de la ciudad, la noche valenciana ofrece, junto a ficus y magnolios, el comercio de la carne en todo su esplendor.En este paraje ejercen la prostituci¨®n mujeres de edades dispares y por distinta motivaci¨®n, aunque el factor econ¨®mico sea elemento primordial y com¨²n. La concurrencia nocturna es similar a la Gran V¨ªa de Madrid, donde Pilar, de 35 a?os, puede ingresar hasta 15.000 pesetas "si la noche se ha presentado bien". Pilar ha participado en los debates sobre la prostituci¨®n celebrados estos d¨ªas en Valencia y ha ofrecido la visi¨®n m¨¢s real y descarnada de este submundo marginado.
"La cama, 300 pesetas; la hora, a 1.000, y si es toda la noche, 4.000 pesetas; en esto s¨®lo se saca para vivir al d¨ªa". Es el testimonio de una mujer, madre de cuatro hijos, que afirma: "Dicen que hay que estudiar psicolog¨ªa; mentira: la vida te ense?a". Pilar sostiene haber aprendido en un mundo "donde se juntan el hambre y las ganas de comer, frustraciones, traumas, complejos y todas las historias que te cuentan los clientes". Esta mujer, que prefiere los hombres mayores a los de menor edad, lamenta la suerte de las prostitutas j¨®venes. "Han tenido mala suerte; la mayor¨ªa de estas chicas, con s¨®lo 18 a?os, hacen la calle para pagarse la droga".
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