Prodigio
Quisiera saber leer, en plan Sibila, la realidad que esconde este prodigio. Quisiera poder encontrar el coraz¨®n de semejante exceso, y sacarlo a la luz, y escudri?arlo, y descubrir, por el estado de la v¨ªscera, qu¨¦ diantres nos ocurre, qu¨¦ ha pasado. Punks de crestas en arco iris aferrando claveles, viejitas soltando lagrimones, un Madrid desaforado de emociones, Tierno santificado, el acabose.Atr¨¢s queda, aplastado por la leyenda fulminante, el Tierno hombre. Un pol¨ªtico ambicioso que luch¨® por el poder y que perdi¨®. Cabr¨ªa preguntarse el porqu¨¦ de su derrota frente al PSOE. Quiz¨¢ el profesor fuera un hombre m¨¢s honesto; o menos h¨¢bil en las estrategias de partidos; o m¨¢s sabio; o m¨¢s cansado; o quiz¨¢ simplemente su precio era m¨¢s alto y su orgullo m¨¢s profundo. En cualquier caso, Tierno supo hacer de su alcald¨ªa una obra de arte y convirti¨® su fracaso en una victoria colosal. Me pregunto qu¨¦ pensaba ese Felipe Gonz¨¢lez demudado que segu¨ªa el f¨¦retro entre la hirviente masa. Ese Felipe Gonz¨¢lez que tuvo la sensata delicadeza de no soltar un discurso en todo el acto. Quiz¨¢ tambien ¨¦l andaba intentando comprender qu¨¦ urgentes necesidades oculta un pueblo capaz de construir un dios en una noche.
Yo s¨®lo s¨¦ que nunca he votado a Tierno y que, sin embargo, fui al entierro. S¨®lo s¨¦ que las deidades son ante todo s¨ªmbolos. Soplan malos vientos para lo simb¨®lico: vivimos una vida oficial sin contenido, desideologizada, movediza, en la que todo puede ser lo uno y lo contrario. En medio de esta amalgama de nadas, Tierno era un cuerpo s¨®lido y opaco. Segu¨ªa siendo p¨²blicamente agn¨®stico y marxista, segu¨ªa estando en contra de la OTAN, supo desairar a Reagan cuando todos nos sent¨ªamos por Reagan desairados. Nuestro alcalde jam¨¢s hubiera dormido en el Azor, pongo por caso: ¨¦l sab¨ªa la magnitud de los peque?os gestos. Tierno consigui¨® ser la memoria de un pa¨ªs amn¨¦sico, un punto de referencia en el vac¨ªo. Ahora, instalados en la resaca de esta embriaguez de duelo, es el momento de intentar comprender lo sucedido para poder actuar en consecuencia. Porque si no, todo puede quedarse en pura histeria.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.