Pol¨ªtica y sindicalismo en Argentina
UNO DE los misterios del siglo XIX es el fracaso de Argentina como naci¨®n: su poblaci¨®n es peque?a en relaci¨®n con su inmenso territorio, sus riquezas naturales son cuantiosas y hasta virgenes, posee petr¨®leo para su autoconsumo, disfruta de la primera industria at¨®mica del subcontinente -y adem¨¢s aut¨®ctona-, el nivel educativo medio de sus habitantes es alto, han aportado a la humanidad cinco premios Nobel en ciencias aplicadas y todo el pa¨ªs es un gran dep¨®sito natural de carnes y cereales.Empero, el pa¨ªs no funciona, viene despe?¨¢ndose desde el crack financiero internacional de 1929 por el baremo de las naciones ricas, su sociedad -exenta de problemas raciales, de origen primordialmente europeo, esencialmente mesocr¨¢tica- a¨²n est¨¢ por articular y vertebrarse y sus expectativas de recuperaci¨®n son remotas.
Este es un exordio preciso para entender que en 26 meses de democracia, y con un Gobierno leg¨ªtimo refrendado por el 52% de los votos, la ¨²nica central obrera del pa¨ªs -la peronista Confederaci¨®n General del Trabajo, CGT- haya promovido cuatro huelgas generales y se apreste a inmediatos planes de movilizaci¨®n y lucha.
Pese a las graves consecuencias de estas demostraciones de fuerza sindical -p¨¦rdida de horas de trabajo, destrucci¨®n del esp¨ªritu del plan de econom¨ªa de guerra dictado por Alfons¨ªn, retraimiento de la inversi¨®n extranjera y del regreso de los capitales nacionales exportados-, debe aclararse desde el principio que para el sindicalismo argentino, como para la generalidad del sindicalismo surarnericano, la huelga general carece de las connotaciones revolucionarias de la historia europea.
Pero adem¨¢s debe entenderse el peculiar papel de la CGT en la pol¨ªtica argentina. La CGT, m¨¢s que correa de transmisi¨®n del movimiento peronista, fue anta?o el garrote de Per¨®n, su palanca para movilizar a la sociedad argentina. Y muerto el caudillo y depurados el sindicato y el movimiento de sus infiltraciones izquierdistas por la barbarie de la dictadura rnilitar, la CGT emergi¨® en la democracia como la ¨²nica fiterzajusticialista coherente y renovadamente derechizada.
Tras la derrota electoral peronista de noviembre de 1983, la diligencia de la CGT desembarc¨® en el movimiento peronista, y tras la multidivisi¨®n del partido, la central obrera y su secretario, Sa¨²l Ubaldini, se transformaron en la oposici¨®n pol¨ªtica al Gobierno en el poder. As¨ª las cosas, todos los esfuerzos del Gobierno de Alfons¨ªn por concertar un pacto social seg¨²n los esquemas b¨¢sicos de los pactos de la Moncloa abocaron al fracaso ante la falta de inter¨¦s de un sindicato ¨²nico que ejerce el papel de partido opositor.
S¨®lo la diricil recomposici¨®n del movimiento peronista bajo una direcci¨®n respetable y responsable que ejerza la oposici¨®n pol¨ªtica en el Con¨ªpreso podr¨ªa devolver a la CGT a su sindicalismo objetivo. Pero mientras los papeles contin¨²en trastrocados, Argentina se debatir¨¢ en el nuevo misterio de un partido en el Gobierno enfrentado a un sindicato en la oposici¨®n.
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