Crear empleo juvenil, objetivo prioritario
En 1985 se han empezado a notar los efectos de las modificaciones del Estatuto de los Trabajadores, que incorporaban nuevas medidas flexibilizadoras del mercado de trabajo; de las mejoras introducidas en los contratos de formaci¨®n y en pr¨¢cticas; de las ayudas que facilitaba el AES a trav¨¦s del Fondo de Solidaridad y, finalmente. del Plan Nacional de Formaci¨®n e Inserci¨®n Profesional, que es el m¨¢s ambicioso en recursos y objetivos con la pretensi¨®n de integrar la formaci¨®n profesional en el sistema de las pol¨ªticas de fomento del empleo.Por primera vez se ha puesto en marcha una pol¨ªtica de fomento del empleo juvenil, que articula diversas medidas -facilita la contrataci¨®n y la formaci¨®n ocupacional-, abriendo el mercado de trabajo a los j¨®venes y, sobre todo, a los demandantes del primer empleo.
Estamos en el buen camino. Pero todav¨ªa hay que andar mucho m¨¢s, porque este es un camino largo, tortuoso y con innumerables obst¨¢culos. El paro juvenil es el problema econ¨®mico y social de m¨¢s envergadura que hoy existe en nuestro pa¨ªs y que frena las posibilidades de modernizaci¨®n en la carrera para no quedarnos descolgados de los pa¨ªses m¨¢s desarrollados.
No hace falta que insista -ya se ha hablado mucho de ello- en las consecuencias sociales, pol¨ªticas y culturales de esta problem¨¢tica. Las grandes capacidades potenciales de las nuevas generaciones -sin duda, las m¨¢s modernas en todos los sentidos que ninguna generaci¨®n anterior- no pueden desarrollarse por su problem¨¢tica inserci¨®n en el mercado de trabajo. Pero todav¨ªa es m¨¢s grave desde una perspectiva estrictamente econ¨®mica. Una sociedad como la nuestra no puede permitirse el lujo de mantener una bolsa de paro casi permanente para los que hoy tienen entre 18 y 29 a?os. No deja de ser alarmante que un 30,2% de los parados de 25 a 29 a?os est¨¦n todav¨ªa buscando su primer trabajo. O que un 66% de los j¨®venes tarden entre uno y cinco a?os en encontrarlo.
Remover los obst¨¢culos
Es imprescindible que la sociedad espa?ola reaccione, sabiendo que no existen recetas m¨¢gicas, pero s¨ª actitudes que pueden facilitar o imposibilitar la inserci¨®n social y econ¨®mica, de los j¨®venes. El corporativismo, la oposici¨®n ac¨¦rrima a cualquier flexibilizaci¨®n del mercado de trabajo, la insensibilidad ante los sectores m¨¢s marginados, la falta de perspectiva de muchos empresarios s¨®lo pueden empeorar las cosas.
Y la Administraci¨®n, evidentemente, tambi¨¦n tiene sus cotas importantes de responsabilidad. No para crear empleo directo (s¨®lo el 3,7% de los j¨®venes trabajan en el sector p¨²blico), sino para facilitar las condiciones para que ¨¦ste se produzca. Es preciso, a partir de las pol¨ªticas emprendidas a lo largo de este a?o que acaba de terminar, ampliar y diversificar estas medidas y, sobre todo, despejar los obst¨¢culos que dificultan la eficacia de estas medidas. Porque muchas veces el problema no radica en la bondad de los programas, sino en c¨®mo se informa a los interesados potenciales, en los partenaires "que pern¨²tan la m¨¢xima rentabilidad de los recursos, en la burocracia que complica hasta el absurdo los procedimientos para alcanzar estas ayudas. Y para ello es prioritario desarrollar de forma inmediata estos cuatro objetivos:
1. Red de centros de informaci¨®n, gesti¨®n y promoci¨®n de? erapleo juvenil. No se trata s¨®lo de informar a los j¨®venes en paro de los programas que existen. Es imprescindible orientar, evaluar sus proyectos, adecuar los programas a sus necesidades, y no al contrario. No existe el joven parado. Existen multitud de j¨®venes en paro en situaciones y con unas necesidades muy diversas entre s¨ª, que requieren respuestas muy distintas.
2. Facilitar la creaci¨®n de nuevas empresas. Aparecen gran cantidad de nuevas iniciativas para la creaci¨®n de nuevas empresas, cuyos promotores son, en gran parte, j¨®venes. Pero la realidad con la que tienen que enfrentarse es muy cruda: carencia de capital inicial, poca informaci¨®n sobre la viabilidad en el mercado de su propio proyecto, infinidad de tr¨¢mites para su puesta en marcha, imposibilidad de ofrecer las garant¨ªas que exigen las entidades financieras para obtener un cr¨¦dito, falta de formaci¨®n gerencial... Si realmente se quiere motivar y facilitar la creaci¨®n y consolidaci¨®n de estas iniciativas econ¨®micas hay que obrar en consecuencia y, por tanto, ofrecer servicios de asesoramiento, reducir al m¨¢ximo los tr¨¢mites burocr¨¢ticos, subvencionar los proyectos bien elaborados. En definitiva, ning¨²n buen proyecto puede quedarse sin ayuda.
3. Plena integraci¨®n y m¨¢xima rentabilidad en el programa de la CEE. El ingreso en la CEE significa, entre otras cosas, el acceso a los programas que desde la Comunidad se dirigen a las cuestiones esenciales para el fomento del empleo juvenil (formaci¨®n ocupacional, transici¨®n de la escuela a la vida activa, programas de formaci¨®n, nuevas profesiones, becas, intercambios de titulados ... ). Nuestra obligaci¨®n es no dejar pasar ni una, pero no s¨®lo para adaptar nuestros proyectos a las directrices de la Comunidad, sino para elaborarlos a partir de nuestras propias necesidades con la suficiente capacidad e inter¨¦s para integrarlos en los programas comunitarios.
4. Abrir nuevos espacios para la ocupaci¨®n juvenil. En 1985 se ha puesto en marcha una experiencia que pronto va a ocupar a m¨¢s de 6.000 j¨®venes. Se trata de las escuelas-taller que se han creado, con el apoyo del INEM, alrededor de los proyectos de rehabilitaci¨®n y recuperaci¨®n del patrimonio hist¨®rico y cultural y que permiten ocupar y formar a los j¨®venes en los oficios que se requieren en su restauraci¨®n. En los pr¨®ximos meses se va a empezar un programa parecido en la conservaci¨®n de los espacios naturales. En Francia, los TUC ocupan actualmente a m¨¢s de 100.000 j¨®venes. Estas experiencias pueden y deben multiplicarse en multitud de espacios que pueden generar empleo y actividades que en nuestro pa¨ªs est¨¢n muy poco desarrolladas y con d¨¦ficit evidente.
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