Los numeros de Jordi Pujol
El presidente de Catalu?a est¨¢ resultando ser decididamente un gran pol¨ªtico, bastante por encima de muchas expectativas que sobre su persona se formularon en los ¨²ltimos setenta, para el autor de este art¨ªculo, quien afirma que Jordi Pujol es un trabajador infatigable y eficiente al servicio de los designios de su catalanismo en Espa?a, un gran agitador de temas, un canalizador de los h¨¢bitos democr¨¢ticos y de voto de una parte relevante de la poblaci¨®n catalana... Y tambi¨¦n es un contumaz prestidigitador que gusta de los trucos, sobre todo en econom¨ªa.
En este terreno, en el pujolismo hay una constante de instrumentalizar normas, institucionales y jur¨ªdicas, en pos de su estrategia y sus fines. De hecho, el modelo econ¨®mico de la Generalitat -unos 400.000 millones anuales y considerables poderes de fomento y regulaci¨®n- ha sido siempre bastante opaco y dif¨ªcil de seguir para quienes lo intentan estudiar desde fuera del poder, con unas oto?ales sesiones explicativas en el Parlament en las que abundan los ¨¢rboles, seguramente para esconder el bosque. Creo que Pujol no tiene un pensamiento moderno en econom¨ªa; puede que sea un liberal, pero no tiene un perfil europeo en lo que podr¨ªamos llamar las exigencias financieras. No comulga en este campo ni con transparencias ni con racionalidades. Casi nunca dice sacrificar una cosa por otra, y el lenguaje de la escasez relativa le lleva con demasiada frecuencia a se?alar hacia Madrid. La estimaci¨®n de necesidades ha sido un elemento predominante al plantear los presupuestos.Converg¨¦ncia comprendi¨® r¨¢pidamente que el fer feina (hacer tarea) -amplia y con frecuencia ¨²til en la etapa 1982-1984- le supon¨ªa una irradiaci¨®n de beneficios pol¨ªticos. Adem¨¢s, la financiaci¨®n de aquella actividad le generaba muy pocos costes pol¨ªticos, porque la existencia de la Generalitat no incrementaba los impuestos. Pero un ciclo de este tipo puede convertirse en peligroso: se parte de un list¨®n alto de necesidades, que informan el presupuesto de gastos; se va tirando, alimentando una situaci¨®n de hecho, haciendo un endeudamiento para vestir un argumento pol¨ªtico en relaci¨®n al Ministerio de Econom¨ªa y Hacienda, pero no se produce esfuerzo fiscal propio. Y si luego viene la contenci¨®n en los n¨²meros por parte de la Administraci¨®n central, como ha pasado en 1985, surgen nuevas tensiones y se acucia la necesidad de endeudamiento (el actual se calcula en unos 160.000 millones).
Una carga financiera de ese nivel no es a¨²n alarmante, pero quiz¨¢ s¨ª que lo sea su tendencia, as¨ª como la diletancia que siempre implica. Tan s¨®lo un nuevo sistema de financiaci¨®n auton¨®mica, cuya necesidad nuestro Estatut preve¨ªa para ahora, podr¨¢ elevar el nivel de soluci¨®n del problema. Catalu?a depende de que se pondere debidamente que las ¨¢reas industriales tradicionales sufren m¨¢s los problemas de la crisis industrial, paro, servicios p¨²blicos y marginalidades urbanas (con alta afectaci¨®n de la poblaci¨®n inmigrada).
Vertiente financiera
En este contexto, si se quiere hablar de una cierta prodigalidad de la Generalitat, hay que circunscribirse a la vertiente financiera. Quiz¨¢ no responda ello a una pretendida imagen catalana sobre la forma de llevar las cosas, pero ha llovido mucho y la verdad es que el sistema industrial y financiero ha revelado rigideces e imprevisiones en la adaptaci¨®n a la crisis. En parte pretendi¨® seguir con unos planes altamente expansivos, y eso desemboc¨® en fracasos notorios, que en finanzas se llamaron, por ejemplo, Banca Catalana, Mas Sard¨¢, Banco de los Pirineos o Renta Catalana. La cartera de cr¨¦ditos del grupo Catalana alcanz¨® los 65.000 millones, pero eran a todas luces incobrables. Cierto voluntarismo generoso para salvar empresas y subsectores azotados por la crisis estuvo en el centro del fallido empe?o. Cierto programa de querer tener una industria completa en Catalu?a, tambi¨¦n. Y la gravidez de un pasivo caro, por los extratipos excesivos -lo que era la t¨®nica bancaria en aquellos momentos- hizo el resto. Se acumularon grandes p¨¦rdidas jugando a banca.
Creo que ser¨ªa bueno que el presidente de la Generalitat quedara pronto totalmente, exonerado del caso Catalana, puesto que su abandono formal de funciones bancarias a finales de 1976 se puede acreditar. Pero en el pujolismo econ¨®mico hay una alarmante constante de huida hacia adelante que puede ser tan peligrosa. en los n¨²meros p¨²blicos -hipoteca de la deuda para el sucesor- como, no hay que decirlo, en las finanzas privadas, para las que la hora de la verdad del control del mercado siempre acaba llegando. Y somos muchos los catalanes que nos sentimos inc¨®modos por el deterioro de nuestra imagen en el conjunto del Estado espa?ol de la mano de tales conductas y por el regateo constante y poco experto.
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